donostia - María Hervás (Madrid, 1987) no podría haber hecho este trabajo sin sus compañeros, para los que, sin duda, no ha sido fácil. Ellos son Fran Cantos, Javier Mora, Ignacio Mateos, Martiño Rivas y Pablo Béjar.

¿Sintió vértigo o tuvo dudas a la hora de implicarse en el proyecto?

-Miguel del Arco me llamó para proponerme ser la protagonista de su nuevo montaje, me explicó de qué iba a tratar y ni me lo pensé. Él me advirtió de que el tema era delicado y que me tomara mi tiempo, pero yo le insistí en que quería hacerlo. Claro, conforme pasaron los días y tenía más perspectiva y estaba más serena, me empecé a dar cuenta de dónde nos íbamos a meter. Y ahí sí que me entró vértigo, el mismo que también he podido ver en parte del público cuando se está pensando si ir a ver la obra o no. Me entraron miedos aun partiendo de que confío plenamente en Miguel.

¿Y cómo los superó?

-Cuando entramos en la sala de ensayos y nos pusimos a investigar, a leer y a profundizar, ese miedo se disipó y a día de hoy estoy tremendamente orgullosa de la reacción que tuve al decir que sí de inmediato.

Menciona al público, ¿qué le dice si duda sobre ir a ver la obra?

-Un artista no puede dar una orden nunca a los espectadores porque no tenemos ninguna superioridad sobre ellos, pero creo que les podría ayudar saber que nosotros también tenemos dudas o inseguridades respecto a lo que estamos haciendo. Sin embargo, hoy sigo suscribiendo cada palabra que digo en el escenario y diciendo lo orgullosa que estoy de hacer Jauría. Es la mejor experiencia profesional y personal que he tenido, la que más me ha transformado en mi carrera.

¿En qué sentido?

-Parece que cuando nos hacemos adultos se nos piden verdades, posicionamientos y opiniones muy rápidas sobre temas como este, por ejemplo. Y, por un lado, creo que está bien que tengamos ciertos pilares sobre los que fundamentar nuestros valores, pero, por otro, esa rigidez a veces no nos permite darnos cuenta de la cantidad de cuestiones que todavía tenemos que trabajar cada uno para ser individuos absolutamente libres de pensamiento. A mí, Jauría me ha ayudado mucho a entender que esa mujer que yo creía que era, es decir, súper liberal, súper abierta, súper de izquierdas, súper comprensiva del mundo, resulta que no lo era tanto y que también soy producto de una sociedad históricamente conformada en el machismo. Una sociedad sobre la que han decidido los hombres para configurar las leyes, para aplicarlas...

Cosas que suelen pasar desapercibidas.

-A veces crees que tienes todo superado porque te has leído cinco libros sobre feminismo, pero nada de eso, porque todo esto no tiene que ver solo con la idea teórica de las cosas, sino sobre todo con lo que tenemos integrado en nuestros comportamientos, en asuntos tan diversos como la ropa que decides ponerte cuando vas a una reunión con hombres, por ejemplo. Con este trabajo me he dado cuenta de que este camino es un work in progress, no se trata de declararse feminista y ya está. Se trata de localizar momentos en los que me he equivocado, zonas que tengo integradas y que son muy machistas; de localizarlas en mi pareja, en mi padre, en mi madre, compartirlas con ellos y hablar de ellas de manera amorosa...

Sin enfrentamientos.

-Eso es, sin juicios. Me parece errónea esa idea que han emprendido algunas mujeres de que esto es solo una cosa de tías, como si ellas tuvieran la verdad del feminismo y pudieran dar lecciones todo el rato. Esto también se me ha caído con Jauría. Este es un camino que debe ser compartido entre hombres y mujeres.

¿Cómo definiría a la mujer a la que da vida en este montaje?

-Configurar una heroína a partir de una víctima podría ser peligroso por efectista. Una víctima nunca es heroína, es una persona a la que han jodido y que ha sufrido, está sufriendo y sufrirá toda la vida. Aun así, siempre defiendo que el carácter concreto de esta chica a la que le sucedió toda esta mierda ha marcado muchas cosas. Tiene un coraje y una valentía que impresionan. Cuando ves la obra, te sorprende la cantidad de veces que parece tirarse piedras contra su tejado por el compromiso de honestidad que tiene con la vida. Cuando le preguntan si la metieron a la fuerza en el portal, dice tiraron de mí y pregunta si eso es violencia... Es excepcionalmente sincera; podría haber exagerado los hechos y habría sido todo más sencillo para ella, pero no lo hizo. De hecho, hay un aparte en la que dice que durante mucho tiempo estuvo pensando que tal vez era ella la que se había equivocado, y sentía mucha culpa por haber metido a estos chicos en este berenjenal. Así que su personalidad sí que tiene componentes muy ejemplares para una sociedad como la nuestra. No es nada egoísta, ni canalla; es valiente. La justicia lo ha hecho fatal con ella y durante el proceso se podía haber echado atrás más de una vez, pero decidió seguir.

Seguro que para sus compañeros dar vida a 'La Manada' no ha sido fácil.

-He tenido una suerte excepcional con ellos. Son hombres que han hecho un trabajo de autoexamen idéntico o superior al mío. Han analizado sus conductas, han reconocido en los ensayos que hay comportamientos que, lejos de llegar a ese extremo, por supuesto, han podido ser parecidos en algún momento. Que hayan sido tan valientes y críticos ha hecho que el proceso haya sido menos doloroso y más fácil para todos. Y más nutritivo. Todos nos sentimos mejores ahora.