Entramos de lleno en los festines de Navidad. Los principales son los de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo. La víspera de Reyes y el propio del 6 de enero van cogiendo fuerza aunque son más informales. A ellas hay que añadir alguna de compañeros de trabajo y otra de amigos.

En un tiempo en los que la preocupación por la salud y la nutrición forman parte de la vida cotidiana de muchas personas, resulta conveniente no perder de vistas unas pautas, unos consejos que eviten problemas de salud momentáneos, como empachos, indigestiones o pesadez u otros a más largo plazo y de más complicada solución como esos kilos de más, problemas de colesterol o ácido úrico, o desequilibrios que desemboquen en problemas graves de salud.

Como siempre la previsión, la prudencia y la reflexión son las claves. "La Navidad no dura 15 días" suelen decir los nutricionistas en estos casos. Las grandes comidas son pocas, un tanto concentradas pero no pasan de cinco o seis. Entre Nochebuena y Reyes son 14 catorce días, en los que se desayuna, se come y se cena. 42 pasos por la mesa de los que solo seis son copiosos, especiales y quizá exagerados.

Quedan otros 36 para poder nivelar e igualar, incluso compensar y corregir desfases. Por ello no hace falta renunciar a esos platos típicos y tradicionales de estas fechas que tantas satisfacciones nos dan, pero hay que tomárselo con calma.

Las propuestas que deberíamos hacernos

Estos podrían ser unos pasos que pueden seguirse y llegar al 7 de enero en las mejores condiciones.

1. No saltarse ninguna comida. Vale, la cena de Nochebuena ha sido potente con abundancia de carnes, grasas, dulces y alcohol. Pues podemos prepararnos con una comida ligera de verdura o ensalada con un pescado a la plancha. Lo mismo con la cena del día de Navidad, hacerla, pero con un caldito y otra ensalada. Incluso en el propio menú festivo se puede alternar algo pesado con una continuación más ligera.

2. En esa prevención no es buena idea hacer dieta unos días antes o eliminar alimentos concretos. Suele suceder que lleguemos a la cita especial con más ansia y comamos más de lo que debiéramos. Mantener antes y después una dieta equilibrada no ayudará bastante.

3. Ajustar las raciones. Si medimos bien las cantidades que cocinamos, incluso algo más pequeñas teniendo en cuenta que va a haber más platos de los habituales, nos ahorraremos el atracón y una parte del gasto económico.

4. Vigilar los aperitivos es un buen comienzo. No se trata de que no se te pase ninguno, sino de moderar los que comemos. Se trata de elegir. Hay dos posibilidades, una es prescindir del postre en favor de estos entrantes o al revés. La otra es evitar los más grasos y optar por otras elaboraciones más sencillas como hervidos, ensaladas o planchas.

5. Acordarse de que los pescados y las verduras también pueden formar parte de la fiesta. El protagonismos no debe se exclusivo de las carnes. A veces el precios del pescado no ayuda, sobre todo si nos vamos a los típicos de estas fiestas, pero hay otros igual de sabrosos y de mejor precio que pueden sorprender. Las verduras de invierno han protagonizado muchas cenas tradicionales

6. Comer despacio. Aunque la fama y el trabajo se lo lleven las bebidas y la comida, en realidad son la excusa para reunirse con los seres queridos. Por ello, participemos en la conversación, prestemos atención a los demás y comamos despacio. Mastiquemos y no engullamos, demos tiempo a saborear. Además de disfrutar, la sensación de saciedad llega antes y con menos comida.

7. El postre, esa tentación evitable. Los dulces son uno de los mayores peligros. Además de ricos para la mayoría, aportan muchas calorías. Además son el plato que más tiempo permanece en la mesa. Los turrones, los mazapanes, los polvorones llegan troceados y en bandeja a la mesa. Y ahí permanecen mientras dura toda la velada. Una sobremesa con juegos tiene espacio en un rincón para ellos.

8. Ojo con el alcohol. Fiesta, cava, vino, licores, chupitos€ Inevitablemente unidos a los encuentros, en nuestra mano está evitar pasarnos. Además de las consecuencias a corto plazo conocidas y casi esperadas por todos, su consumo aporta muchas calorías. Dos o tres copas de vino o cava en total entre la comida y la cena debería ser el límite. Menos si se trata de licores de alta graduación.

9. Realizar y mantener el ejercicio físico. Sin matarse ni darse grandes pechadas, mantener un cierta rutina de actividad y añadir algún extra si también ha habido alguno en la mesa.

10. Volver a la rutina cuando se pueda. Por un lado recuperar las costumbres alimentarias habituales, y por otro evitar estar viviendo de las sobras hasta acabarlas. El congelador está para algo y conservarlas ahí hasta un momento más oportuno es una buena idea. Ahorras dinero y evitas la saturación.

11. Nuevos hábitos. Aprovechar los propósitos de Año Nuevo para comprometerse a adquirir nuevas costumbres en la mesa.