Redes sociales, prisas, móviles que lanzan mensajes y que no permiten escabullirse de una realidad que a veces no gusta. Muchos se sienten acompañados por los cientos de amigos que acumulan en las redes sociales, lo que para Silvia Congost es un espejismo que nos aleja del contacto físico, de la palabra en directo y de la mirada a los ojos del otro. En A solas descubre el placer de estar con uno mismo, y quiere mostrar que esa es una actitud necesaria que no implica aislamiento. El siglo XXI vive inmerso en el ruido, y sin embargo, muchas personas sienten que no tienen a nadie al lado o que su relación de amistad, familia o pareja es tóxica. “Hay que tener valentía, pensar, quedarte a solas contigo mismo y decidir si merece la pena estar en mala compañía solo para no estar solo”, señala.

El refrán dice: Mejor solo que mal acompañado.

Sin duda, pero si nos fijamos, la mayoría de las personas no lo ven de esa forma. Inconscientemente, lo que demostramos es que preferimos estar mal acompañados antes que solos.

¿Masoquistas?

Quizá. Cuando alguien continúa mucho tiempo mal acompañado acaba normalizando ese malestar y siente miedo a soltar esa relación, porque cree que estará peor. Lo que realmente ocurre es que peor que mal acompañados no podemos estar, pero de esto no nos damos cuenta en la mayoría de los casos.

¿Por qué no hay una reacción cuando se dan estos casos?

Porque tenemos mucho miedo a quedarnos a solas con nosotros mismos y no nos damos cuenta del grandísimo valor que tiene la soledad. La soledad siempre es buena, nos ayuda, nos aporta y nos hace crecer.

Sí, pero vivimos en una sociedad muy gregaria que mira con extrañeza a la persona sola.

Tenemos que darnos cuenta de que todos tenemos ese miedo a la soledad. Quizá aún arrastremos la herencia de las cavernas, de vivir en ellas?

Perdone, pero se va usted muy atrás en la historia.

Sí, es cierto, pero son sensaciones tribales que se han transmitido con el paso del tiempo. Quedarte solo en la caverna y al margen de la tribu implicaba peligro de muerte. También está la parte social, porque la sociedad nos educa diciéndonos que cuando tengamos una serie de éxitos habremos triunfado.

¿Y cómo es ese triunfo?

Económico, físico y también social. Cuando consigues todo eso has triunfado para la sociedad. En muchos ambientes, lo contrario se considera un fracaso, te quedas solo y buscas con desespero la compañía, aunque sea para estar mal acompañado.

Pero ¿de qué tipo de soledad hablamos?

A veces quedarte sin pareja es como quedarte solo en el mundo, aislado. Es de lo que nuestro cerebro trata de protegernos y nos incita a la compañía. Debemos entender que quedarte sin pareja no equivale a quedarte solo. No hay peligro de muerte por no tener pareja. Hay muchos tipos de soledad, y esta es una de ellas.

¿Hay algún tipo que esté más aceptado o que sea más asumible?

Va a depender de cada persona. Está la soledad con la que se puede conectar incluso viviendo en pareja. Hay muchas personas que estando rodeadas de gente se sienten solas.

¿Y por qué se siente la soledad estando en compañía?

Quizá porque no se comparten los mismos valores, porque no se mira en la misma dirección, no hay proyectos en común? Esto suele ocurrir en muchas parejas. Es una soledad a la que debemos hacer frente y está ahí para mostrarnos algo. Tal vez tengamos que hacer cambios en nuestras vidas.

Enfrentarte a la soledad y hacer cambios puede ser un esfuerzo supremo.

Cierto. Los cambios nos generan miedo y nuestro cerebro reacciona a lo desconocido, pero si nos enfrentamos a ello crecemos. La soledad no es mala.

Aunque huimos de ella como de la peste.

Ja, ja, ja? No todos, pero sí la mayoría.

¿Hay personas más solitarias que otras?

Sin duda, de la misma forma que hay diferentes tipos de personalidad en función de lo que hemos vivido y cómo lo hemos hecho. Hay personas que en la infancia se encontraron muy solas y que odian la soledad, y sin embargo otras acaban amándola. También hay quien se siente a gusto en soledad y en compañía. Cada uno tiene que encontrar el equilibrio.

¿A qué tenemos más miedo, a quedarnos a solas con nosotros mismos o a sentirnos marginados?

Por supuesto, a la primera opción. Quedarnos a solas ante nosotros mismos nos puede generar pánico y tratamos de evitarlo a toda costa, incluso permaneciendo en espacios con personas con las que no estamos bien. La soledad siempre es buena; lo que realmente es malo y dañino para el ser humano es el aislamiento. Somos seres sociales y necesitamos relacionarnos con otras personas.

Recientemente se han conocido los casos de varias personas que han muerto y su estado de soledad era tal que se han tardado días, semanas, e incluso años en descubrir sus cadáveres.

Estamos hablando de aislamiento. Es a estos casos de personas mayores, y otros no tan extremos, a los que me refiero cuando hablo de aislamiento.

¿La soledad puede ser una opción y el aislamiento una imposición por determinadas causas?

Yo diría que sí. El problema grave es cuando hay personas mayores en estado de aislamiento, sobre todo aquellas que tienen impedimentos físicos para desplazarse y que dependen de sus hijos o nietos para tener compañía.

Dicen que la soledad es la enfermedad endémica de este siglo.

Cuando conlleva aislamiento, sí, e implica más riesgos de salud. Dicen los estudios que se sufren más enfermedades cardiovasculares y degenerativas cuando se dan situaciones de aislamiento. Incluso se puede llegar a morir. Está claro que necesitamos la relación con otras personas; necesitamos vernos, comunicarnos y tocarnos, estas son necesidades básicas del ser humano.

Y las tenemos poco en cuenta, ¿no?

A veces sí. Al igual que la necesidad de la alimentación, hay otras dos imprescindibles: la de amor y la de conexión. Estas dos últimas necesidades deben estar cubiertas, porque sentir que eres importante para alguien también es básico para vivir. Saber que hay alguien que piensa en ti y que se siente a gusto contigo es lo que nos hace estar en equilibrio y percibir que la vida vale la pena.

Vivimos en la era de las redes sociales, virtualmente podemos sentirnos muy acompañados. Como diría la canción, Yo quiero tener un millón de amigos.

Y sin embargo, nunca nos hemos sentido tan solos. Una cosa es estar solos y otra cosa es sentirnos solos. Cuando estamos solos podemos buscar otras personas con las que tejer unas redes sociales, bien sea de forma personal o virtual. Cuando nos sentimos solos debemos pensar que hay otros que se sienten igual y lo único que debemos hacer es encontrarlos.

¿Ve con buenos ojos las redes sociales?

Tienen su cara A y su cara B. Por un lado, si por ejemplo tienes un hijo en Boston, en un segundo entras en contacto con él y sabes cómo está. Pero no es suficiente, y si nos quedamos solo con la parte virtual nos perdemos las miradas, el contacto físico y la comunicación de tú a tú. La otra cara de la moneda es pensar que todos los que están en tu red son tus amigos, pero no. Es mejor quedar a tomar un café y cogerse de la mano que comunicarse exclusivamente a través de una red.

Miramos de reojo a aquellos adultos que no tienen pareja.

Cierto. Hay una presión social al respecto. Fíjate que si miramos a nuestro alrededor, ya no te diré películas o canciones, los anuncios y el resto de input que recibimos son sobre personas que están felices en pareja. Tenemos que abrir nuestra mente. Si no es una pareja, serán amigos u otro tipo de vínculos; lo importante es no quedarnos aislados, pero sí aprender que la soledad, en ocasiones, tampoco es tan mala.

¿Y cómo podemos salir de esa soledad?

No encerrándote en ti misma. Si una relación se acaba, hay que poner un granito de arena para no aislarte, y eso requiere también un esfuerzo por tu parte. Es una situación por la que en un momento u otro pasamos todos.

PERSONAL

Edad: 42 años.

Lugar de nacimiento: Santa Cristina de Aro (Girona).

Formación: Es licenciada en Psicología por la Universidad de Girona. Es especialista en trastornos de dependencia emocional, y llegó a este punto tras una experiencia personal.

Trayectoria: Está al frente de un centro psicoterapéutico y da conferencias. Ha escrito sobre el tema en el que es una experta, las relaciones emocionales: Quien te quiere no te hará llorar, El hombre invisible, Autoestima automática, La llave de las emociones, Cuando amar demasiado es depender, Si duele no es amor y A solas, descubre el placer de estar contigo mismo.