Emilio Lamo de Espinosa analiza en este texto cómo ha evolucionado el mundo hacia unas posiciones en las que Occidente queda en una situación de declive frente al auge de China o India. El crecimiento económico de estos dos países podría equilibrar la mala relación que hay entre demografía y riqueza. Y es que en las próximas décadas el mundo sufrirá cambios drásticos en una segunda revolución política, social y económica, comparable con la Revolución industrial de los siglos XIX y XX, solo que mucho más extensa, profunda, y sobre todo más rápida, consecuencia de cambios demográficos y tecnológicos con el ascenso de estas y otras potencias emergentes.

Entre águilas y dragones es un título muy sugerente, casi de aventuras, para hablar de Occidente y Oriente. ¿Declive o decadencia?Entre águilas y dragones

Declive. Todo es más relativo que absoluto, y no es que Occidente vaya a desaparecer, ni mucho menos. El poder siempre es relativo, y si aparecen nuevas fuentes de poder, las antiguas pierden, como ya está ocurriendo. En economía todos ganamos o perdemos, pero el poder es siempre agónico.

¿Quiere decir que Occidente pierde la supremacía que ha ostentado durante mucho tiempo?

Durante dos o tres siglos la historia del mundo se ha escrito en Occidente, y fundamentalmente en Europa. La historia de América Latina se escribió en El Escorial o en Lisboa, y la de África en París, Berlín o Londres, pero dejó de ser así con las dos guerras mundiales. Europa casi se suicidó con esas guerras del siglo XX.

Pero más tarde se recuperó.

Pero no sola, y fue colonizada por potencias extraeuropeas: Rusia y Estados Unidos.

¿Y en qué momento estamos hoy?

De alguna forma nos encontramos en un mundo postoccidental, un mundo que se mueve claramente hacia Asia y el Pacífico. Estos movimientos son indiscutibles y no se van a parar.

¿Y eso es bueno o malo para el mundo en general?

Hay que poner sobre la mesa que en el mundo tal y como lo concebimos hay un gran desequilibrio entre población y riqueza. Esta ha sido la constante en los dos últimos siglos. China e India, y lo que doy son datos históricos, en 1820, cuando prácticamente comenzó la revolución industrial, eran el 50% del PIB mundial. Occidente comenzó a adquirir riqueza y poder y ese porcentaje, a finales del pasado siglo era el 5%.

Así que ahora se vuelve a un escenario pre-revolución industrial.

Sí, más o menos, considerando también los cambios que impone el paso del tiempo. En cierto sentido, los occidentales hemos vivido de una anomalía histórica. Se está haciendo un camino de regreso y eso es bueno, normal, lógico e indiscutible. China tiene unos 1.400 millones de personas con un margen de error del 3%. España tiene 40 millones, cifra que es, más o menos, el margen de error de la población china. Con una población de 1.400 millones de personas, similar a la de India, quieren tener la prosperidad de los occidentales. Hay que animarles y tratar de que lo consigan. El problema es que no resulta fácil.

¿Cree que el mundo occidental se ha aprovechado en algún momento del mundo oriental? ¿Ha habido abusos en estos siglos de supremacía?

Sí y no, depende de cómo lo quieras ver. En el Manifiesto del Partido Comunista, un texto que merece la pena leer para hacer un análisis de la globalización, se señala que Oriente se somete a Occidente. Los chinos se resienten aún de lo que llaman el siglo de la humillación, el siglo XIX, el de las guerras del opio, de todas las ocupaciones. De ahí el nacionalismo actual. Sí, ha habido claramente una superioridad, primero europea y durante los últimos años de EE.UU., porque quienes han marcado el destino del mundo han sido Europa y EE.UU., y no el resto.

¿Se comerá el dragón al águila?

Ja, ja, ja… Más bien aguilucho en unos sitios, y en otros una paloma. El problema que tiene Europa en estos momentos es que su destino se marque fuera, bien sea en Pekín o en Washington. Tampoco sabemos muy bien qué es ese dragón. El dragón era un símbolo que se ponía en los mapas antiguos en aquellas zonas en las que se desconocía lo que pasaba. El dragón es una muestra de nuestra ignorancia. Occidente desconoce Oriente, pero Oriente nos conoce bien, y esa es su gran ventaja.

Hay voces que apuntan que el continente africano va a resurgir de entre muchas capas de ceniza.

Ojalá. Es una zona inmensa con un crecimiento demográfico espectacular. La población subsahariana tiene una media de edad de 18 años, cuando en Europa estamos en los 44 o 45 años, y envejeciendo. Se está unificando y hay un comercio intrafricano potente. Es un continente que tiene que subir, y después de Asia es una de las asignaturas pendientes de la humanidad. ¿En qué medida este continente puede tener un peso político, económico o militar como los otros? No lo sé, pero en cualquier caso en estos momentos es muy discutible.

¿Qué pasa con Rusia, una de la potencias del siglo XX?

Que está sobrevalorada, mientras que India es una potencia infravalorada.

Hablemos de la UE. ¿No le parece que está bastante resquebrajada?

Tenemos que destacar que la Unión Europea ha sido un gran éxito. Después de los grandes experimentos políticos que hicimos en Europa en el siglo XX -primero el comunismo y después el fascismo, dos fracasos rotundos y dos equivocaciones tremendas-, acertamos al construir la Unión Europea, que ha sido un éxito indiscutible. A mí me gusta destacar que jamás en la historia de la humanidad tanta gente ha vivido tanto tiempo con tanta seguridad, con tanta libertad y tanta prosperidad.

¿El mejor mundo posible?

No, lo puedo imaginar mejor, pero sin duda es el mejor de los mundos que ha habido. Tenemos que tener mucho cuidado con arreglarlo y no estropearlo, porque a veces tenemos la tentación de estropearlo.

¿El Brexit?

Es un fracaso de la UE y del Reino Unido, y se está viendo ya. Tenemos las tensiones entre el Este y el Oeste, hay tensiones entre los austeros del Norte y los gastadores del Sur, y además tenemos el neonacionalismo emergiendo en todas partes. Lo tenemos en EE.UU., en Reino Unido, en Francia... Lo que se está generando es una reestatalización de la UE. El objetivo de la Unión Europea tiene que ser los Estados Unidos de Europa. Estoy convencido de que ese es nuestro destino inevitable.

¿Una federación de Estados?

Sí, es lo que tendría que ser, pero en estos momentos estamos dando marcha atrás y vamos más hacia una confederación que a una federación. La pandemia lo ha puesto de manifiesto: ha habido una reestatalización de su gestión muy preocupante.

En estos momentos en España está Vox en lo más extremo de la derecha, ¿cree que irrumpirá con un furia más virulenta, que puede ocurrir algo similar a EE.UU.?

No. Estados Unidos es ahora mismo un país preocupante con unas tensiones internas enormes. La política exterior de Biden responde a esa situación. El trumpismo no está muerto. Trump se ha hecho con el control del Partido Republicano y podría ser el siguiente presidente de los Estados Unidos.

¡Qué barbaridad!

Exactamente. Sería dramático para ese país y para el mundo. Lo que se vio en el asalto al Capitolio no es pensable en París, ni en Berlín…

¿Y en España?

Tampoco. EE.UU. es un país muy polarizado y muy dividido. Hay familias que se han roto por esta polarización. Ha pasado como con el procés en Cataluña. La española sigue siendo una sociedad moderna de centro-izquierda, moderada, centrada, y no está polarizada. No veo en España el riesgo de lo que está ocurriendo en EE.UU. Me preocupa Vox, pero casi más Podemos.

¿Por alguna razón especial?

Por una: Podemos está en el Gobierno y Vox no.

Hace diez años, el 15 de mayo de 2011, una parte importante de la sociedad se rebeló.

Cuando preguntas en una encuesta por lo que preocupa a la población siempre sale el empleo, la salud, la vivienda, la educación y también la falta de entendimiento entre los políticos. Los políticos, que tendrían que ser la solución a los problemas, se ha convertido en uno de los principales problemas de este país. Se ha abierto una brecha enorme entre la ciudadanía moderada y una clase política muy polarizada, muy enfrentada e incapaz de llegar a consensos. Es que el propio Gobierno está dividido, y lo vemos constantemente.

Antes decía que la sociedad española no está polarizada, pero sí los políticos. ¿Por qué ocurre? ¿Tanto se han alejado los políticos de la población de a pie?

Se han alejado mucho. Entre la ciudadanía está completamente aceptada, al menos por una mayoría, la convivencia entre gentes de distinto pensamiento. La asignatura pendiente es hacer normal en política lo que lo es en la calle: la convivencia de unos y otros.

La bronca política es algo que ingerimos a diario y los ciudadanos han perdido la fe no en la política, sí en los políticos.

Las encuestas dicen que hay poca o ninguna confianza en el presidente del Gobierno (más del 70%), y poca o ninguna confianza en el líder de la oposición (más del 80%). Si preguntas cuál es partido político por el que la población siente más simpatía o afinidad, el 50% te dirá que por ninguno. Felipe González decía hace tiempo que se sentía en orfandad representativa, y a la mayoría de los españoles les pasa un poco lo mismo. De ahí ese eslogan de mayo de 2011: No nos representan. Hoy todavía es más cierto que entonces: la sociedad española se siente mal representada por los políticos.

La historia demuestra que por detrás de estos desafectos entre ciudadanía y población están los populismos.

Totalmente de acuerdo, y aún así, pienso que es algo que en estos momentos está contenido. El riesgo de los populismos ya lo hemos pasado. Podemos es un símbolo del populismo y Vox es otro.

¿Cree que estos partidos han alcanzado su techo?

Lo que hemos visto en los últimos años es que Vox ha subido, pero no es posible que suba mucho más, mientras que Podemos está en retroceso contenido. Sigo viendo la situación con optimismo, y creo que la mayoría de la sociedad está en posiciones de centro izquierda. La sociedad está mucho más unida de lo que lo está el escenario político. Esa es la causa de que el escenario político produzca malestar y disgusto entre la ciudadanía.

¿Tan difícil es alcanzar acuerdos en temas tan básicos y fundamentales como son el empleo, la sanidad y la educación?

Esa una pregunta relevante en estos momentos. En alguna medida es consecuencia del juego electoral. No es igual cuando tienes dos grandes partidos que luchan por ir al centro, porque ahí es donde está la mayoría, que cuando hay cuatro, y al PP y al PSOE les preocupa más que les coman por sus extremos. Al final el juego es de polarización.

¿Son los egos de los políticos en su lucha por el poder los que están poniendo en jaque a la democracia?

No me atrevo a decir tanto, pero lo que sí está claro es que la dinámica de reclutamiento de la clase política se ha deteriorado mucho, y hablo de España.

¿Por qué se ha deteriorado?

Porque las listas cerradas y bloqueadas y las primarias ha conseguido un cesarismo y un presidencialismo extraordinarios. Si uno quiere dedicarse a la política, tiene que entrar en las juventudes de un partido y dedicarse toda su vida a eso y a calentar el asiento para que el jefe le elija para esto y para lo otro.

Plantea un escenario muy feo.

Es que ese es el único modo, no hay alternativa. Se ha generado un proceso tal del reclutamiento que hace que la gente buena huya de la política. Hace treinta o cuarenta años la gente más brillante en la universidad no tenía inconveniente en dedicarse a la política, mientras que en estos momentos los políticos, los altos cargos, los altos funcionarios, son seleccionados entre las filas del partido correspondiente y no tienen ninguna experiencia en la vida real. Eso es muy negativo y además es algo muy específico de España.

PERSONAL

Edad: 75 años (12 de agosto de 1946).

Lugar de nacimiento: Madrid.

Formación: Es licenciado en Economía y en Derecho por la Universidad Complutense y doctor en Sociología por la Universidad de California.

Trayectoria: Actualmente es catedrático emérito de Sociología de la Universidad Complutense y desde el 2009 académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Ha sido director general de Universidades. Tiene publicados veintidós libros, más de un centenar de monografías científicas y casi 400 artículos de prensa o divulgación. Ha estado en cargos directivos del Instituto Ortega y Gasset y el instituto Elcano, entre otros. Su último libro es Entre águilas y dragones, último premio Espasa de ensayo.