Los bocadillos remedian cualquier momento gastronómico-alimenticio. Sirven para solucionar cualquiera de las comidas del días. Pueden ser de una sencillez pasmosa o de una sofisticación lindante con la gula. Sea cual sea el caso, siempre es bienvenido.

Por regla general, los bocadillos caseros, los de la cena improvisada, los del almuerzo escolar o la merienda de parque se limitan a nombrarse por su contenido principal y ya. Los locales de hostelería que los sirven por regla general siguen la misma táctica, aunque pueden añadirle algún apellido que complete la descripción.

Pero a medida que los cocineros van creando emparedados más creativos, complejos y novedosos, también se alargan las descripciones, por lo que muchos optan por bautizarlos con nombres concretos, más o menos referenciales y acompañados en la carta por la descripción. Finalmente, en algunos bares y restaurantes, generalmente de carácter local, la popularidad de alguna de sus creaciones es tal que su nombre propio basta y la parroquia local no necesita más explicaciones.

Pero, ¿y los forasteros? Quizá encuentren un poco bastante chocantes, a la par que intrigantes, algunas denominaciones. Y quizá por falta de datos puedan perderse alguna gloria.

Estos son algunos de los más curiosos que se pueden encontrar.

Bikini

Esta es la denominación que en Cataluña se otorga al tradicional sandwich de queso y jamón de york, el popular, sencillo y sabroso mixto. Esta peculiar denominación que causa cierta confusión cuando se pide así fuera de tierras catalanas recibe el nombre de la sala de fiestas barcelonesa que en los años 50 los popularizó y los clientes empezaron a pedirlo en otros locales con el nombre de la salo: Bikini.

Campero

Hay quien dice que no comer un campero en Málaga es no haber ido a Málaga, no haberla degustado plenamente. La receta es precisa aunque admite alguna variante. En el interior de un pan de talla grande se colocan dos hojas de lechuga, tres rodajas de tomate, unas lonchas de jamón cocido, otras de queso cheddar y se añade mayonesa. Algunos le ponen también un poco de mostaza. Es la variante.

Reverencia

Queda la duda si así bautizaron este bocadillo de origen o su denominación es una muestra más del ingenio popular gaditano. La sencillez de poner entre pan y pan carne mechada y una buena rueda de tomate resulta en un delicia que se escurre bastante por los lados, lo que obliga al comensal a inclinarse hacia adelante para no mancharse la camisa con algún goterón del relleno.

El matrimonio

El resultado de pedir matrimonio en Logroño puede depender un poco del lugar en el que se haga la demanda. Si es en un bar, lo más probable es que se trate de un cliente que quiere hincar el diente a un bocadillo elaborado a base de boquerones en vinagre aliñados con ajo y perejil y anchoas. En teoría el pan debe estar recién hecho. con pan recién hecho.

Pata de Telde

Se habla de los cantantes de un solo éxito, tras el cual desaparecen. No es el caso de este bocadillo exclusivo de un local de la localidad grancanaria de Telde, el Yazmina. Es el único que hacen, pero les basta y les sobra. Son dos ingrediente entre pan y pan, queso y un par de lonchas de pierna de cerdo cocinada durante 12 horas a fuego lento. Suficienciente para que haya cola.

El sandwich de sangre

Tremebundo y descriptivo nombre que hace dudar. Pero cuando te das cuenta que lo ofrecen en León, cabe intuir que estamos ante una bocadillo de morcilla. Aunque no exactamente. En este caso concreto, la sangre coagulada del cerdo no se mete en una tripa, se saltea con cebolla y sal hasta hacer una pasta que se unta generosamente entre pan y pan de baguette y se cubre con unas cebollas caramelizas.