Michael Jackson lo fue (y lo tuvo) absolutamente todo en vida. Sus logros incluyen varios récords Guinness, 13 premios Grammy, 26 galardones American Music (más que ningún otro artista en la historia de la música), trece sencillos que se alzaron como indiscutibles números uno en los Estados Unidos durante su carrera en solitario, y ventas estimadas (atención que vienen curvas) de más de 400 millones de producciones musicales en todo el planeta. Se convirtió, también, en el primer artista en la historia en tener un top 10 en el Billboard Hot 100 en cinco décadas diferentes, y en el año 2000, durante los primeros compases del nuevo milenio, el Libro Guinness lo reconoció por apoyar a 39 organizaciones benéficas, más que cualquier otro artista.

Todo ello maridado, por supuesto, con una existencia absolutamente excéntrica, varios (y controvertidos) paseos por los juzgados, un impagable parque de atracciones que mandó construir en su propio jardín (el Rancho Neverland), y una muerte inesperada que dio la vuelta al mundo y sumió en la más profunda tristeza al universo de la música, en especial a sus hermanas Janet y La Toya, con las que siempre mantuvo una complicidad fraternal. Y a quienes dejó un buen pellizco de una herencia que no deja de multiplicarse.

Porque el indiscutible rey del pop, que falleció a los 50 años en Los Ángeles, un soleado 25 de junio de 2009, sigue inflando las cuentas bancarias de sus numerosos herederos, doce años después de su fallecimiento por "paro cardiorrespiratorio por intoxicación aguda", según dictó en su momento la cuestionada autopsia oficial. Según acaba de publicar la conocida revista Forbes, de los artistas muertos que más ingresos generan, el intérprete de Thriller sigue en el top total. En los últimos años, a excepción de 2012, ha ocupado siempre la primera posición, acumulando unas ganancias post-mortem que ya rozan los 2.270 millones de dólares.