No es Lydia Lozano, ni Kiko Hernández, ni tampoco Belén Esteban. Pero cuando Gustavo González se desmadra en el plató más reloco de la tele también sube el pan. Porque tras su rostro bizcochero, tras esa carita de no haber roto en su vida un plato, se esconde un hombre con muchos kilómetros a sus espaldas, muchas vivencias y, lamentablemente (para su familia y para él), extremadamente enamoradizo. Solo de este modo se explica que rompiera un idílico matrimonio junto a Antonia Guijarro, la que fuera su esposa durante 30 años y con la que tiene cuatro hijos en común, para iniciar un disparatado romance porno con la actriz María Lapiedra. Y digo X por la sobreexposición pública a la que la pareja estuvo sometida durante meses en las tardes telecinqueras, y por aquellas tórridas imágenes veraniegas (y playeras) en las que jugaron al teto, al pececito y al tiburón. ¡No comment!

El caso es que desde el estallido de la pandemia Gustavo estaba tranquilito. Sereno, relajado, bonachón. No decía ni Pamplona... hasta la pasada semana. ¡Pin, pan pun! Su nueva intervención en el cortijo de Jorge Javier Vázquez ha desatado un revuelo total en el mundo de la prensa rosa. Todo ello después de que el paparazzi valenciano detallara en directo lo siguiente: "Durante una etapa de mi vida me prostituí, por mis hijos y por mi exmujer, y lo hice muy a gusto". Imaginen la cara de perplejidad de sus compañeras y amigas Gema López, María Patiño y Chelo García-Cortés. O la de Antonio Montero, que tampoco daba crédito a lo que escuchaba. Por ello, el colaborador tuvo que matizar después sus palabras tras observar la repercusión de su inesperada confesión.

"Cuando hablaba de prostituirme me refería a que hice determinados trabajos periodísticos con los que éticamente estaba en desacuerdo, pero por los que cobré mis buenos dineros. Estaba hablando en sentido figurado. Quería decir que ese dinero, para mí, era incómodo y una manera de prostituir mi dignidad, pero yo nunca he ejercido la prostitución masculina", matizó. Unas aclaratorias frases que, sin embargo, no tranquilizaron a buena parte del equipo. ¡Ni a la audiencia! Todos sabedores de que cuando Gustavo destapa la caja de los truenos, generalmente suele haber tormenta.