Las cámaras se agolpan sobre la alfombra roja de la Berlinale. Es la noche inaugural y las estrellas posan, pese al frío invierno berlinés, luciendo sus mejores galas. Pero, de pronto, aparece la oscarizada Meryl Streep con una coleta casual, casi despeinada, y con un vestido extraordinariamente sencillo. Tanto que llama la atención por su falta de glamour. Ya en la rueda de prensa de presentación del jurado que preside en esa edición, la Karen de Memorias de África apareció vestida con ropa realmente corriente. Claro que también habló de refugiados, de mujeres en el séptimo arte y de películas independientes.

Meryl Streep, en la Berlinale 2016.

Y es que la laureada actriz estadounidense suele participar en causas humanitarias, de tal forma que ella fue quien impulsó el Museo de la Historia Nacional de la Mujer en Estados Unidos. Por esa razón su atuendo ha de ir acorde con su talante activista, y es por ello por lo que se ha enrolado en la corriente que Livia Giuggioli inició de intento de alfombras verdes en lugar de rojas: de unas estrellas que paseen modelos sostenibles.

Livia estuvo felizmente casada con el también oscarizado Colin Firth, pero después se separaron y ella conserva el apellido de aquella unión. Es una productora de documentales que se propuso hace unos años que grandes intérpretes de Hollywood se pusieran modelos ecológicos en la entrega de los premios Oscar. Y hasta el momento ha convencido a Streep, a Kenneth Branagh, a Cameron Diaz y a Emily Blunt, entre otros. Y eso que no era una tarea fácil, ya que las estrellas prefieren no enredarse en mensajes complejos en sus posados, y más bien suelen dedicarse a ponerse guapos para las fotos.

Todo empezó por que Livia tenía que acompañar a Colin a presentaciones, en 2010, después de que él recibiera el Oscar por su papel protagonista en El discurso del rey. Y no quería pedir ropa prestada o buscar otras fórmulas. De modo que decidió usar ropa sostenible. Y así lo ha ido haciendo, con prendas recicladas y complementos ad hoc, desde entonces. Y más tarde dio un paso más y pidió a grandes diseñadores que elaboraran modelos para las entregas de premios más sonadas, y que invitaran a promover "la justicia social, la integridad medioambiental y el mejor diseño", declaró. Y nada más y nada menos que se metió en el bolsillo a Tom Ford, Giorgio Armani, Karl Lagerfeld, Valentino, Alberta Ferretti... De hecho, ella misma lució un vestido en el que Armani empleó botellas usadas, para su presencia en los Globos de Oro. Ahí es nada.

De Davis a Branagh

Metidos en harina los diseñadores, Livia ya solo tenía que trabajarse a las estrellas. Y no le ha ido nada mal. Así, consiguió que Michael Fassbender llevara un esmoquin de lana orgánica de Armani en la ceremonia de los Bafta, mientras Viola Davis portaba el primer vestido sostenible de la casa Valentino. En la gala de los Oscar, los nominados Kenneth Branagh y Demian Bichir se vistieron con trajes de Ermenegildo Zegna. Y Meryl Streep no la defraudó, vestida con el primer diseño ecológico de Lanvin, confeccionado para la ocasión.

Y, claro, Colin Firth no es ajeno a los cambios ejercidos por Livia: en los Oscar reutilizó el mismo esmoquin de Tom Ford con el que había recogido la estatuilla por El discurso... Vogue bautizó esta tendencia como "el reto de la alfombra verde". De hecho, Giuggioli pretende lanzar una línea de ropa cien por cien ecológica en una tienda de su propiedad.

Los expertos afirman que la pandemia va a revolucionar el mundo de la moda y que el sector textil se verá obligado a ser más sostenible. La británica Emma Watson y la estadounidense Jane Fonda, conocidas por sus manifestaciones igualitaristas y ecologistas, se han sumado a esta corriente. Según La voz de Galicia, Kering, titular de marcas como Gucci, Yves Saint Laurent, Balenciaga, Alexander McQueen, etc., se comprometió a defender la moda sostenible con la creación de la aplicación Good on you.

Y precisamente con Gucci se ha aliado Jane Fonda, quien se ha comprometido a vestir diseños hechos con materiales naturales y sostenibles. A Fonda, que acaba de cumplir 83 espléndidos años, la vemos promocionando el último vídeo de Greenpeace, también. Gucci utiliza en su nueva colección materiales reciclados, orgánicos, naturales y sostenibles, incluso el econyl, un nylon regenerado hecho de materiales de desechos.

Fonda ha afirmado que ya no va a comprar otro tipo de prendas que no sean las sostenibles. De hecho, dijo que no necesita más ropa que todo lo que ya guarda en el armario. Y parece que es muy firme en sus convicciones.

Euskal herria, muy 'green'

El caso es que estas tendencias en las alfombras rojas responden a una realidad que nuestros diseñadores más cercanos ya venían teniendo en cuenta. Por ejemplo, la modista navarra Edurne Ibáñez comenzó elaborando diseños en base a materiales que le rodeaban por un taller familiar: desde gomas de mangueras, pasando por neumáticos hasta objetos metálicos de taller. "La moda sostenible es una evolución natural de la moda. No puede ser de otra manera, ya vamos tarde cuidando un planeta que lleva mucho tiempo mandándonos señales", comenta a ON.

Vestido confeccionado con vela de barco de la colección 'Abisal', de Edurne Ibáñez.

De hecho, cree que "es una tendencia que deberá establecerse como una única o mayoritaria manera de crear y de producir". Aun así, puntualiza que "también es cierto que términos estrella como ecológico y reciclado son ganchos publicitarios y se abusa de ellos, así que acaban perdiendo su esencia y significado original". Y esto también pasaría en el mundo de la moda, "donde el consumidor final no acaba teniendo muy clara la información real del etiquetado, aunque es verdad que cada vez se profundiza más en ello. Aun así, las marcas lo saben y no dudan en utilizarlo como un recurso más de venta que avanza a la par de un camino hacia un estilo de vida más consciente y responsable".

Cuando Edurne Ibáñez comenzó a diseñar, siendo jovencita, sus motivaciones a la hora de reciclar pasaban más por abaratar costes e indagar en el reto de transformar materiales que por conciencia medioambiental, "aunque también sumaba". Las "múltiples opciones" que le ofrecía trabajar los materiales le resultaban "un reto". "Para mí sigue siendo una fuente inagotable de recursos que siempre ha guiado la mayoría de mis trabajos, tanto de moda como escénicos", dice.

La diseñadora navarra aclara que reciclar no implica abaratar costes, "porque la mayoría de estos materiales requieren un proceso mucho más costoso, incluso artesanal, hasta quedar listos para ser trabajados. En el caso de tejidos elaborados a partir de botellas de plástico, por ejemplo, todo va acompañado de una producción responsable, como en el del algodón orgánico, de unos procesos respetuosos con el ritmo de crecimiento de la planta, sueldos dignos, procesos no invasivos con el medio ambiente... La orientación social está clara. Las cosas cuando se hacen bien tienen un coste", explica.

En cuanto al futuro de la moda, piensa que "el consumidor concebirá cada prenda como una inversión y exigirá calidades y procesos coherentes con un estilo de vida cada vez más cercano a las energías renovables, las casas pasivas, el comercio justo y el consumo consciente".

La diseñadora considera que las alfombras rojas y verdes pueden convivir bien: "Creo que no está reñido todo lo que hemos hablado hasta ahora con la fastuosidad. El consumo consciente no debería limitar la apuesta estética de cada individuo, sino establecerse como una manera lógica de hacer las cosas", y cree que la labor de famosos que visibilizan la moda sostenible es interesante, pero que el auténtico cambio se dará "en cada uno de nosotros".

Por su parte, su colega Miriam Ocáriz lleva un tiempo algo alejada de las pasarelas, confeccionando colecciones realmente curiosas en base a materiales reciclados y creaciones que había hecho anteriormente. "Yo creo que sí, que cada vez la gente tiene más conciencia a la hora de consumir cualquier producto. Siento que se vuelve a valorar los productos hechos de forma más artesanal y exclusiva; hay mayor interés respecto de su procedencia, cómo está hecho y su historia. Yo en este sentido lo estoy notando y mi trabajo se está posicionando en esta línea, desarrollando diferentes líneas de producto que responden a una misma filosofía y que cuentan con una vida más larga que la que viene siendo habitual en moda".

Uno de los colgantes de Miriam Ocáriz.

De esta manera, apunta, "es más fácil controlar los excesivos stocks y apostar por la calidad por encima de la cantidad. Creo que este punto es fundamental, volvernos a enamorar de lo que consumimos, hacerlo más personal y no estar tan condicionados por las modas tan pasajeras, que rápidamente van en muchos casos a la basura".

Otro aspecto que le interesa "mucho y que estoy desarrollando es el tema del reciclaje. Dar nueva vida a tejidos que en su día los utilicé con una finalidad y ahora pueden tomar otra vida y desarrollar otra función". Así, en sus comienzos, a la vez que ropa, Miriam Ocáriz hacía colgantes con piezas recicladas "obtenidas en rastros, restos varios, desguaces... Ahora he recuperado ese concepto, pero de una manera más sofisticada, en cuanto a materiales y acabados. El resultado son pequeños personajes que surgen de ensamblar piezas antiguas y de rastros con otras de ferretería. Las caras, la base y algún otro elemento están hechos con porcelana fría. Cada pieza es distinta y tiene su historia. Las hago de forma muy exclusiva, porque llevan mucho trabajo, pero es sorprendente y estimulante".

Y en este sentido también está desarrollando una línea de cojines, "donde además de utilizar tejidos con los que estoy trabajando actualmente, reciclo otros antiguos, tejidos estampados. En su mayoría los tengo de archivo, o bien los aprovecho de prendas que tienen alguna tara, y de esta forma se puede reutilizar el tejido. Esta idea me permite hacer cojines más exclusivos, en muchos casos solo hay tejido para uno y con mucha variedad de materias y dibujos. Desde distintos pesos de seda, terciopelo, distintos algodones...", describe la creadora.

Habitual en pasarelas como Cibeles y Gaudí, Miriam Ocáriz suele valerse de la serigrafía y la estampación digital para plasmar sus dibujos en las prendas, dotándolas de sentimientos y sensaciones. Y es que la creación le resulta de lo más estimulante.