Los presupuestos, para cualquier Administración, tienen un valor capital para fortalecer la economía, incidir en la actividad productiva y mejorar el bienestar de las personas. Todos los presupuestos son importantes y responden a las necesidades del momento. En 2021, a la crisis sanitaria, económica y social provocada por el covid. En 2022, arrancamos recuperándonos de la pandemia y nos hemos encontrado con una guerra en plena Europa. Por tanto, el año que viene habrá que hacer frente a todas estas perturbaciones que, además llevan aparejada una inflación disparada y una subida de los precios de la energía, los carburantes o la alimentación que ya venía dándose por los fallos en la cadena de suministro pero que se ve acrecentada por la guerra. Un escenario que marca el contexto en el que el Gobierno Vasco presentará su proyecto de presupuestos para 2023. Y aunque la recuperación continuará, tendremos que hacer frente a nuevos desafíos para los que deberemos prepararnos de la mejor manera posible. Es cierto que, pese a este clima de miedos e incertidumbres, en Euskadi los indicadores socioeconómicos son más sólidos que la media del Estado. El PIB es uno de los más altos y la tasa de paro una de las más bajas. Tenemos una economía fuerte, con empresas que siguen creando empleo, que siguen invirtiendo y exportando. Y esto genera confianza. Seguimos en la zona de crecimiento sólido, sin riesgo de recesión como nos ha asegurado el consejero Azpiazu. El Ejecutivo mantiene de momento sus previsiones de crecimiento del 4,5% para este año y del 4,1% para 2023. Pero ojo: nos advierten de que el otoño no será fácil, vienen tiempos complicados, y por eso necesitamos unos buenos presupuestos que potencien la situación económica del país frente a las adversidades. Unos presupuestos que aborden con determinación las consecuencias económicas y sociales que ya estamos padeciendo tras la invasión rusa de Ucrania, que aprovecho desde estas líneas para condenar y denunciar.

Bruselas ya ha hecho sus recomendaciones para contener el gasto público y garantizar la sostenibilidad a medio plazo. Pide a los socios adoptar políticas fiscales prudentes el año próximo, controlando el aumento del gasto corriente y actuando con medidas temporales y específicas para mitigar el impacto de la crisis energética. Euskadi no tendrá ningún problema en ajustarse a estos requerimientos, porque en el diseño de las cuentas públicas siempre se ha actuado desde la responsabilidad y la prudencia. Siempre se ha vigilado el gasto corriente, se ha actuado desde la contención para no hipotecar a las generaciones futuras. Es verdad que la recaudación de las haciendas forales sigue creciendo y que tendremos un presupuesto de récord, pero no nos podemos dejar llevar por ello. Lo que hoy ingresas puede que mañana no. Y si la mayor recaudación se traslada directamente a gasto corriente podemos encontrarnos con problemas serios cuando la situación no sea tan favorable. Es algo de sentido común y muy prudente cuando además, las reglas europeas de control del déficit y la deuda, congeladas desde la llegada de la pandemia, podrían volver a estar en vigor en 2024. Esas normas exigen que el déficit no rebase el 3% del PIB y la deuda el 60%, y su incumplimiento acarrea sanciones. Hoy, ante el empeoramiento de la situación económica por la guerra, están suspendidas, y eso da aire a los países más endeudados permitiendo a las administraciones acometer gasto público sin exponerse a penalizaciones.

En este escenario, y a la espera de la actualización de los principales indicadores socioeconómicos, el Gobierno Vasco presentó, y remitió a todos los grupos parlamentarios hace un mes, las directrices sobre las que armará el presupuesto de Euskadi para 2023, cuya aprobación en Consejo de Gobierno está prevista para el 25 de octubre. Como en año precedentes, nos encontramos ante una política presupuestaria responsable y tractora de la inversión; una política que mira a las personas, a su calidad de vida, a la igualdad de oportunidades, a un trabajo digno y estable… Las prioridades son claras: reforzar los servicios públicos y el escudo social frente a las heridas, muchas profundas, que nos está dejando este tiempo convulso. Serán, seguro, unos presupuestos a la altura del momento.

En la medida en la que se vayan concretando las cifras y los indicadores económicos, el Ejecutivo irá perfilando su proyecto y los grupos posicionándonos. El pasado año, logramos un acuerdo con EH Bildu. El acuerdo siempre es bueno y nuestra apuesta será siempre la de la mano tendida. Diálogo y flexibilidad para propuestas realistas que no se escapen de nuestro ámbito competencial. Cuando se han puesto sobre la mesa de negociación ideas posibilistas, serias y ajustadas hemos acercado posturas. En unos meses tendremos de nuevo la posibilidad de comprobar si la apuesta de la oposición por una política útil e influyente es real y no flor de un día. l

Parlamentaria de EAJ-PNV