Gasteiz alzó ayer de nuevo la vista hacia el reloj de la torre de San Miguel para vitorear el descenso de Celedón Txiki y Edurne, y de nuevo la Virgen Blanca volvió a vibrar. Niños y niñas gritaron, cantaron y no dejaron de saltar sin perder de vista la bajada de los muñecos por el cable, demostrando que ellos también han echado de menos las fiestas después de dos años de pandemia. El entusiasmo infantil llegó a su clímax cuando Unax Ferrera –Celedón Txiki– y Elaia Berganzo –Edurne– tomaron la palabra e invitaron a niños y niñas a divertirse y disfrutar a lo grande de la jornada que La Blanca dedicó ayer a los más pequeños.

El descenso de Celedón Txiki y Edurne desde la torre de San Miguel.

Fue una jornada festiva de enorme agitación. Faltaban veinte minutos para las doce y ya la mitad de la plaza estaba abarrotada; todos tratando de buscar la sombra y preparados para recibir a la txaranga, seguida de familias y más familias, mientras los gigantes comenzaban también a asomar.

Cuando faltaba un minuto, silencio sepulcral en la rejuvenecida plaza, hasta que el cohete marcó el inicio del descenso de Edurne, con paraguas rojo, que precedía a Celedón Txiki, con paraguas azul. A partir de ese momento, brazos arriba y vítores con cientos de niños contagiando su alegría. “Hoy es un día especial; es el día de los txikis y os invitamos a disfrutarlo con nosotros”, gritaron Unax y Elaia, ya con el pañuelo rojo de fiestas al cuello. l