“Nuestra formación de enfermeras fue más dura que hacer la mili”
Sanitarias de la sexta promoción de Enfermería de la que fue Residencia Aranzazu, hoy Hospital Donostia, hablan de su vida laboral en el 50º aniversario de su diplomatura, que celebran este sábado con una comida por todo lo alto.
Su formación finalizó en 1972. Guardan en sus retinas “experiencias maravillosas” de un trabajo que les encantaba, pero la férrea disciplina que marcó su etapa estudiantil y sus primeros pasos como enfermeras no fue precisamente un camino de rosas. “La directora nos enseñó mucho de la vida”, dicen en el sentido más castrense de la expresión. “Formarnos como enfermeras fue más duro que hacer la mili”, sonríen estas profesionales de la sexta promoción de Enfermería, del que por entonces era la Residencia Aranzazu, hoy Hospital Universitario Donostia.
Un total de 17 de las 33 sanitarias que acabaron por aquel entonces sus estudios, entre enfermeras, fisioterapeutas y matronas, se reúnen este sábado en Donostia para celebrar el 50 aniversario de una promoción que se bregó por la profesión. Fueron tres años intensos en una época en la que había “muy pocas enfermeras”, con jornadas maratonianas en las que salían del hospital para ir a clase, y vuelta a empezar, un día tras otro.
Un calendario sin descanso que continuó hasta que por fin superaron la prueba final ante el tribunal que vino de Valladolid. “La verdad es que cuando empezamos los turnos normales, nos parecía que estábamos de fiesta”. La donostiarra Belen Zaldibar, de 72 años, pronto voló de Gipuzkoa. Fue un catalán el que le “engañó”, como dice de manera desenfadada. Y así fue cómo, siguiendo a su amor, comenzó a trabajar como fisioterapeuta en el Hospital Sant Pau de Barcelona. Lamenta que, con el paso del tiempo, en el centro sanitario “nos cortaron las alas, en aras de intereses económicos y mercantilistas”.
El proceso de Burgos y los líos laborales
Socialmente eran tiempos “convulsos”, con el telón de fondo del Proceso de Burgos, el juicio sumarísimo iniciado el 3 de diciembre de 1970 contra dieciséis miembros de ETA. Un ambiente de crispación que, por motivos laborales, también se trasladó al centro sanitario donostiarra que Zaldibar para entonces ya había dejado, donde las enfermeras iniciaron una “huelga salvaje” para dejar de trabajar “siempre de noche”.
Aquella demanda les hizo vivir presiones desde la dirección, que les llegó a amenazar con “militarizarnos o ir a la cárcel de Martutene”, según rememoran. Se cumplía entonces el primer aniversario de la Revolución de los claveles. Había un deseo de cambio. Una efervescencia social que calaba hasta el último rincón.
Zaldibar reside actualmente en Donostia después de su vida laboral en Barcelona. Al hablar de la crisis del actual modelo de atención -tras una pandemia que ha tensionado los recursos obligando a replantear tantas cuestiones- la sanitaria asegura que, “pese a todo, aquí estamos mucho mejor que en Catalunya. Allí, con los años y los recortes hemos ido viendo cómo se perdía la calidad del servicio, con pacientes hospitalizados a los que se hacía un seguimiento que luego fue imposible porque se les derivaba a sus domicilios”.
Otras sanitarias que prefieren guardar el anonimato miran “con cierta pena todo lo ocurrido” durante la pandemia. “Estamos ante una falta de recursos humanos terrible. La gente anda muy agobiada”. Dicen que no se puede comparar su vida laboral con la de las profesionales que están ahora al pie del cañón, porque “las circunstancias son distintas”.
Mencionan, no obstante, casi con nostalgia el “trato familiar que prácticamente ha desaparecido hoy en día”. “Ahora hay mucho ordenador. Vas a la consulta y prácticamente no le ves la cara a tu médico”.
Y todo ello con unas prisas que también conocieron durante su época, “pero al menos no hacíamos tantas cosas como se hacen ahora sin personal”.
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