“Debemos volver a conectar con la Madre Tierra”
Dra. Rigoberta Menchú Tum / premio nobel de la paz
Hija de un campesino y de una partera, gran defensora de los derechos humanos, embajadora de buena voluntad de Unesco y Premio Nobel de la Paz 1992. Son muchos los títulos que ostenta Rigoberta Menchú Tum, casi tantos como la humildad que desprende.
Entre ruidos de flashes, y en un auditorio abarrotado, ensalzó el poder de la Madre Tierra, y la necesidad de volver a nuestras raíces, de conectar con nuestros orígenes. “Nuestra propia gestación, y la del resto de los seres vivos ocurre gracias a la alineación entre la luna, la madre tierra y el útero de nuestra propia madre. Cuando nacemos todos respiramos oxígeno, todos somos oxígeno y agua”, comenzó.
Continuó su exposición celebrando el hecho de haber sido invitada al foro Gure lurra. Sembrando futuro: “El hecho de participar en este encuentro me produce mucha alegría porque el sector agrícola es primordial para preservar la naturaleza. Yo nací en un bosque nuboso, donde dependíamos de los cambios del clima, y de los equilibrios naturales”, dijo.
Menchú Tum abogó por la importancia de preservar la naturaleza: “Sin la Madre Tierra no seríamos nada, por eso los pueblos indígenas la hemos preservado con mucho amor. La Madre Tierra va a durar millones de años, y debemos cuidarla, porque mientras existan los ciclos naturales, existirá la vida humana”. Destacó la importancia de los agricultores, “que están más conectados a la tierra” y subrayó la importancia de “volver a conectarnos a la Madre Tierra, los mayas creemos en esa conexión”.
Por otra parte, quiso enviar un mensaje a los agricultores del mundo: “Por favor, no vendan sus tierras, aunque les ofrezcan cantidades extraordinarias, porque de esa manera, lo que siempre ha sido sagrado, se vuelve monetario, y por tanto, se vuelve en contra de nuestra calidad de vida”.
También mencionó la necesidad de romper la brecha entre el mundo académico y la agricultura: “es importante unir los dos mundos, y esa es la labor que hacen foros como el de hoy”.
De su visita a Gipuzkoa destacó la cercanía entre ciudad y naturaleza, y una visita a una granja de la disfrutó especialmente: “He podido abrazar a los corderitos; no hay nada como sentir el calor de un ser vivo, y ojalá la gente que vive en la ciudad se tomara tiempo para ello”, comentó. O. Prado
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