Vino blanco, cerveza y sirope como reclamo
a grandes males, grandes remedios. las avispas son apresadas cuando acuden a libar un ingenioso mejunje
no solo de abejas vive la temible avispa. Su dieta exige también la ingesta de hidratos de carbono, y es ahí donde el combinado de vino blanco, cerveza y sirope se revela eficaz como pocos para atraer a los insectos. Cuando caen en la trampa, los bichos liban de lo lindo la bebida alcohólica. Lo hacen de tal modo que caen irremediablemente en un profundo sueño y muchos mueren ahogados.
Resulta curioso. El desarrollo tecnológico jamás ha alcanzado en la sociedad cotas tan elevadas como las actuales pero, paradójicamente, muchos de los males que acechan se resuelven con ingenios de lo más rudimentario. La captura de avispas es muy elocuente al respecto.
Julian Urkiola es algo más que un apicultor. Ni sabe las horas muertas que ha pasado estudiando a la especie invasora. "La verdad es que estamos muy por delante de los técnicos. Aquí, a pie de campo, es donde se aprende, en el lugar donde viven las avispas", dice mostrando una caña de pescar, a modo de pértiga telescópica, con la que alcanza esos lugares recónditos donde anidan las avispas en verano, trasladando un grave problema a los ayuntamientos cuando comprometen la seguridad de los vecinos.
El experto toma en sus manos varias botellas de plástico de una marca determinada, que omite por no hacer publicidad. "La parte superior se corta y se vuelve a introducir de manera invertida. Hay que hacer un agujero de ocho milímetros. En la parte baja se coloca la mezcla de vino blanco, cerveza y sirope. Es un concentrado que les atrae. No es la panacea, pero es lo más eficaz y económico", explica el experto, en lo que acaba por convertirse en una trampa mortal.
Hay productos comerciales, que no son ni mucho menos más letales pero sí resultan más costosos económicamente. "Te dejas un dineral. Solo en el mejunje con el vino nos dejamos cada apicultor unos 400 euros al año", revela.
una guerra sin recursos Visto lo visto, parece evidente que erradicar la avispa asiática con los métodos disponibles es poco menos que una quimera. Como en una guerra en la que escasean los recursos, el control de la invasión se libra casi a cuerpo a cuerpo, mientras los laboratorios investigan una solución definitiva. "En 2012 Neiker presentó cinco vías de investigación, pero a la espera de medidas de actuación más efectivas, tiramos con lo que hay", exclama.
Las trampas caseras son la mejor arma a día de hoy, pero no son selectivas, y el problema es que también ejercen presión sobre otras especies que pueden ser beneficiosas, como moscas u otras avispas. "La solución definitiva no existe. Necesitamos que nos hagan un poco más de caso porque, erradicar, creo que no se erradicará el problema", sostiene Urkiola. Lamenta que la voluntad de luchar contra la amenaza para la apicultura se topa de bruces con la escasez de recursos para la investigación. "Para hallar una feromona -sustancia química secretada con el fin de provocar comportamientos específicos- hace falta invertir en ciencia". Los recortes actuales parecen comprometer este objetivo.
La reina. Puede llegar a medir unos 3,5 cm, y alcanzar un año de vida. A partir de febrero, la reina sale de su diapausa (estado fisiológico de inactividad) y empieza de nuevo su actividad. A partir de marzo, elabora un nido provisional. Las primeras obreras nacen durante el mes de mayo, y son ellas las que se harán cargo del mantenimiento y funcionamiento de la colonia. La reina se dedicará a partir de ese momento solamente a la puesta de huevos. Al final del verano, las jóvenes y los machos salen del nido para aparearse. Solo las hembras entran en diapausa, y las fecundadas fundan nuevas colonias.