durango
EN los últimos años, con la ansiedad de destapar la verdad, se ha escrito mucho, y quizás no todo lo exacto, en torno al bombardeo de Durango. Este ataque, junto con el de Elorrio del mismo día, están considerados por algunos historiadores como el primer raid planificado para ejecutar sobre la población inocente. Tuvo lugar el 31 de marzo y las jornadas posteriores de 1937. La aviación italiana lo llevó a cabo tras la amenaza del general golpista Emilio Mola de arrasar Bizkaia. Ahora, se cumple el 75º aniversario de esta pesadilla.
Gracias a las últimas investigaciones de Jon Irazabal -en el libro La Guerra Civil en el Duranguesado 1936-1937, que presentará el martes-, se han podido esclarecer los hechos. NOTICIAS DE GIPUZKOA ha podido acceder al capítulo sobre el bombardeo de Durango. Un volumen que cuenta con el prólogo del historiador de la Fundación Sabino Arana Iñaki Goiogana.
El miércoles 31 de marzo de 1937, a las 7.00 horas, aviones de bombardeo pesado Savoia 81 despegaron de Soria. La orden de operaciones había sido firmada por U. Marelli, seudónimo del coronel Ferdinando Raffaelli, de la Aviazione Legionaria. Las escuadrillas habían adoptado como nombre de guerra el de Pipistrelli (murciélago), luciendo en la cola de los aviones el distintivo formado por un círculo negro con el dibujo en blanco del mamífero volador. De Soria enfilaron a Logroño. Allí se les unieron cazas CR-32. Tomaron rumbo hacia Idiazabal, donde giraron y se dirigieron hacia sus objetivos. En Ermua, una escuadra fue para Durango y otra a Elorrio.
En la primera villa, los aviones iniciaron el bombardeo desde la calle Kurutziaga hacia la iglesia de Santa María y la plaza Ezkurdi. Esta trayectoria permitía a los pilotos no tener el sol de frente. Además, el campanario de la citada parroquia les servía como punto de referencia en su ruta. Los aviones realizaron una única pasada en la que arrojaron 80 bombas de 50 kilos, cuatro toneladas de explosivos .
DÍA DE MERCADO
Bombas
Era día de mercado. Se celebró en el pórtico porque la plaza era utilizada como albergue del parque móvil. A la hora del bombardeo, en el interior del templo de Santa María, el sacerdote asturiano Carlos Morilla celebraba una misa. Rafael Billalabeitia oficiaba otra eucaristía en la iglesia San José de los jesuitas. Rafael Cuevas era el monaguillo de Morilla y Pedro Gorrotxategi de Billalabeitia. Cuevas se salvó. "Paradójicamente, Morilla estaba en Durango refugiado en casa de su hermano Guillermo, ya que consideraba Bizkaia un lugar más seguro y menos molesto, dada su condición de sacerdote, que su Asturias natal", agrega Irazabal. Guillermo pertenecía al comité de defensa de la villa.
Otro inmueble religioso que sufrió el bombardeo fue Santa Susana. Los italianos asesinaron a once monjas y una joven de servicio cuando trataban de refugiarse en una chabola.
Por la tarde del mismo 31 de marzo, hacia las 17.45 horas, arrojaron 22 bombas de cien kilos y otras 54 de 50 kilos. Bombardearon zonas que no quedaron afectadas en el raid anterior. Los aviones cruzaron la villa desde la carretera que conducía al cementerio, siguiendo por Zeharkalea hasta finalizar su periplo en el hospital. También ametrallaron desde los cazas a quienes trataban de huir por Montorreta, Landako, San Roke... Otro objetivo fue la estación ferroviaria, contra la que arrojaron 3.140 kilos de bombas de fragmentación e incendiarias.
Durante el mediodía de esa jornada fatal, el Gobierno Vasco había facilitado un parte que decía: "La aviación facciosa voló sobre este frente sin bombardear. En cambio, se internó hacia Durango, población que bombardeó despiadadamente, ocasionando numerosas víctimas civiles, sobre todo en los templos".
El 1 de abril la prensa se hizo eco de la noticia. "El mundo entero empezó a tener noticia de un hecho que implicaba un significativo paso en la concepción de las guerras, y que en los años posteriores mostraría su más cruel e inhumano rostro", valora Irazabal.
Al día siguiente, sobre las 17.00 horas, regresaron los aviones italianos a Durango. Lanzaron sobre la villa en ruinas diez bombas de 100 kilos y 36 de 50 kilos. También bombardearon Mañaria. Para entonces, en Durango quedaba poca población. La mayoría de los asesinados fueron bomberos o personal relacionado con trabajos de rescate y desescombro. Ese día, mataron a seis religiosas y a tres sirvientas del hospital "sin respetar las banderas de la Cruz Roja", matiza Irazabal. El 4 de abril volvieron a bombardear, pero el pueblo ya estaba evacuado. Los de Mola mataron a más de 336 personas, dejaron heridos y mutilados, destruyeron 71 casas y 234 edificios tocados. En 1939, tasaron los desperfectos en 4.239.901 pesetas.