¿Adiós al Sintrom?
Unos 70.000 vascos verán mejorada su calidad de vida con los nuevos anticoagulantes
Bilbao
EL anticoagulante oral por excelencia, más conocido por su nombre comercial Sintrom, puede verse superado por una nueva generación de terapias de orales que ya están viendo la luz. Tras más de 60 años de anticoagulantes con peligrosas interacciones con la dieta u otros medicamentos y controles periódicos, se está desarrollando una nueva generación de tratamientos que evitan de forma muy eficaz el ictus en pacientes que padecen fibrilación auricular (FA). Mientras la Agencia Europea del Medicamento (EMA) acaba de aprobar la comercialización del primero de ellos, dabigatran, cardiólogos y hematólogos vascos y del Estado aguardan con impaciencia que la Agencia española del Medicamento dé su visto bueno al nuevo fármaco, que puede suponer una auténtica "revolución" terapéutica.
El reto científico desde hace años ha sido la búsqueda de un fármaco tan eficaz como el Sintrom pero sin sus limitaciones y que liberara al enfermo de la sujeción de los ajustes de las dosis. "Los pacientes con fibrilación auricular (FA) llevaban más de cinco décadas tomando los mismos fármacos para evitar que un trombo les provoque un grave ictus: los antagonistas de la vitamina K, unos anticoagulantes representados por la warfarina o el acenocumarol, cuyo principio activo puede no ser conocido, pero sí su nombre comercial: el popular Sintrom. Un medicamento que salva muchas vidas, pero que también da muchos problemas a los pacientes, ya que su control es bastante complicado", explica Genma Iruin, hematóloga del Hospital de Cruces, quien se muestra expectante ante los avances espectaculares que se están produciendo en este campo.
En el Estado español cerca de un millón de personas necesitan Sintrom; en Euskadi, los pacientes que están en tratamiento con este anticoagulante son entre 50.000 y 70.000. "Globalmente, las nuevas terapias -la aprobada para su uso en Europa hace 48 horas estaba siendo ya utilizada en EEUU y Canadá- son más eficaces, más seguras y más fáciles de usar para el enfermo. Además, disminuyen el riesgo de embolias, tienen un efecto predecible, no necesitan de tantos controles como el Sintrom y, según parece, reducen los efectos secundarios", añade el cardiólogo Fernando Arribas, de la Sociedad Española de Cardiología.
En fases avanzadas de ensayos clínicos se hallan otras moléculas como apixaban ( de la colaboración entre Pfizer y Bristol-Myers Squib) y rivaroxaban (de Bayer): los resultados de los ensayos clínicos serán presentados en el próximo Congreso Europeo de Cardiología que tendrá lugar a finales de este mes en París. "La fibrilación auricular (FA) es la arritmia cardiaca más común que puede contribuir a la formación de un trombo que se aloje en el cerebro causando un infarto cerebral. Cada año se producen unos 30.000 ictus motivados por la FA valvular", señala la hematóloga del hospital de Cruces. "El problema del Sintrom es que obliga a someterse al paciente a controles de coagulación cada cuatro semanas, como mínimo, y presenta numerosas contraindicaciones con otros fármacos de uso diario, un margen terapétuico muy estrecho, la necesidad de monitorizarse en los hospitales y la incompatibilidad con muchos alimentos comunes".
Frente a los clásicos fármacos, los nuevos tienen la gran ventaja de que el paciente ve cómo mejora su calidad de vida y el especialista gana en seguridad, ya que un porcentaje elevado de personas no es tratado sobre todo por el temor a los efectos secundarios. "Si no se indican más anticoagulantes es porque el cociente riesgo-beneficio no es favorable. Pero si los médicos contamos con un fármaco que hace que ese riesgo sea menor, cabe la posibilidad de que se anticoagule a más gente", reconoce Fernando Arribas, cardiólogo, a su vez, del Hospital 12 de Octubre. Y es que se calcula que solo al 51% de los pacientes con fibrilación auricular se les administra anticoagulantes.
Para este especialista, el avance en la prevención del infarto cerebral será mayor, ya que se podrá suministrar el tratamiento a un mayor número de enfermos. Se refiere, principalmente, a la gente mayor. Y es que, a menudo, el médico, por miedo a posibles hemorragias, no recetaba el fármaco, "por no estar seguro de que se fuese a tomar las dosis correctas o se efectuasen los controles".
El Sintrom puede no hacer efecto en combinación con otros fármacos y es normal que los afectados por fibrilación auricular tomen antibióticos o antidepresivos, ya que la mitad de los pacientes tienen una edad comprendida entre los 65 y 75 años. "En las últimas décadas se habían probado varios fármacos para intentar sustituirlo con agentes antiagregantes y, aunque se generaron expectativas, en absoluto consiguieron ser tan eficaces como el antiguo medicamento que ha hecho -y hace- tanto bien a millones de personas. Aunque las expectativas de las nuevas terapias son muy prometedoras, no se puede dar un carpetazo definitivo al popular Sintrom. Es muy probable que se vea muy desplazado, pero no para todos los pacientes. Una de sus ventajas es que, al ser un medicamento antiguo, es muy barato. Y esas cosas no se olvidan; los nuevos fármacos que nos llegan son bastante más caros", recalca el cardiólogo Fernando Arribas.
Para él, no obstante, la irrupción de los nuevos tratamientos podría suponer un ahorro para la maltrecha Sanidad. "No sólo es cuestión de comparar lo que cuesta una pastilla y la otra, sino que con la nueva generación de fármacos habrá menos monitorización de enfermos en los hospitales, se reducirán las complicaciones, descenderá la invalidez por infartos cerebrales, bajas laborales...". Algunos estudios demuestran que al sistema sanitario le resultará más económica la administración de los nuevos medicamentos que mantener las terapias antiguas. "No sólo vale las pastilla; los controles resultan caros. Con los nuevos anticoagulantes se podrá ahorrar", añade el doctor Arribas.
De momento, añade la hematóloga del Hospital de Cruces, lo que se puede decir es que las nuevas terapias abren grandes esperanzas y pueden suponer una auténtica revolución en los pacientes con fibrilación auricular, "porque va a producirse un notable aumento en la calidad de vida de los que tienen riesgo de ictus. Esperamos que la Agencia del Medicamento apruebe pronto su uso en el Estado" , reclama.
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