La Real puede ser maravillosa (3-2)
Un gol de Gorrotxategi en el descuento da la victoria a una Real valiente que nunca dejó de creer que podía llevarse los tres puntos en el derbi ante el Athletic
Cuando en Vigo le anularon un gol a Oyarzabal por una oreja, uno de los miembros del club reconoció a este periódico que lo que se hace mal no tiene vuelta, pero que este tipo de cosas al final se equilibran en una temporada tan larga. No hay nada más bonito en la vida que tu equipo marque un gol en el último minuto ante su eterno rival para llevarse los tres puntos. Si encima está en puestos de descenso con un comienzo de temporada deprimente y desalentador, la alegría no tiene precio. No era normal que este plantel estuviese condenado por, entre otras cosas, la mala suerte, ya que era imposible que le pasaran más cosas. Pero si el premio a la paciencia era éste, qué quieren que les diga, bienvenido sea. Un derbi vasco a la antigua usanza, que desprendía un hedor claro de que el primero que marcara se llevaría el gato al agua.
Apoteosis
Pero como los dos conjuntos están tan mal y son tan poco fiables, tras dos empates a balón parado del Athletic, que tiene delito, la Real encontró la gloria en el descuento tras un rechace que atrapa Gorrotxategi y que persigue con la fe que teníamos todos los realistas para recoger el centro de Oyarzabal y clavar su disparo en la red. La apoteosis fue impresionante. Se lo merecían. Anoeta llevaba mucho tiempo sin llevarse un subidón de este calibre. Por fin vimos a desconocidos saltando y festejando como si sus ídolos hubiesen ganado una vez más la Copa para siempre. Es lo que tiene el fútbol y la máxima rivalidad, que este gol lo recordaremos para toda la vida como el de Javi Gracia, que en realidad solo salvaba un punto pero que al menos permitía mantener vigente una racha de clásicos sin derrotas maravillosa en la década de los 90. Hablando en plata, el resultado fue justo. Si alguien mereció llevarse los tres puntos fue una Real que todavía tiene que progresar mucho si pretende ser un conjunto fiable que aspire a cotas mayores que a estar mirando continuamente por el retrovisor.
Los onces
Sergio había dejado muy claro cuál iba a ser su alineación para el derbi por el once que sacó en Negreira. Por mucho que intentara jugar al engaño en la rueda de prensa, los once que salieron fueron los mismos que viajaron a Galicia pero que no salieron de inicio. Era lo malo que tenía su decisión para el encuentro de Copa, que desvelaba por completo sus planes para el sábado. Aunque tampoco era para tanto, ya que hoy en día todos se conocen y en estos duelos de máxima rivalidad resulta complicado sorprender a su eterno adversario. Soler entró por Yangel y Guedes mantuvo su plaza en el once a pesar de la recuperación de Kubo.
En el Athletic, la sorpresa inesperada fue que Nico Williams no salió de inicio para reservarlo de cara a la Champions. En su lugar entró Robert Navarro, algo muy habitual en este club, el intentar pavonearse de sus abusos en Anoeta.
Lo previsto
El encuentro respondió al guion previsto. Poco fútbol, menos ocasiones y el que anotara primero tenía mucho ganado. Lo cierto es que a la Real le costó mucho generar fútbol y superar a su visitante, que suele estar mucho más cómodo en este tipo de encuentros que su vecino. Algo que viene sucediendo desde hace mucho tiempo, salvo en el partido clave, el de la final de la Copa para siempre, cuando Imanol cambió la forma de jugar para ponerles en evidencia y acabar alcanzando la gloria sin pasar excesivos apuros.
No se puede decir que la Real fuera mejor antes del descanso, aunque sí que atacó más. Sin exageraciones, con muy poco desequilibrio ni brillo. A los 19 minutos, Brais puso un gran servicio a Soler en una jugada de estrategia y el remate de éste, un poco fallido, lo salvó con apuros Unai Simón. A los 25, Oyarzabal se encontró con un balón suelto, pero se precipitó en la definición y no encontró palos.
Lesión de Barrene
Guruzeta avisó de que los visitantes estaban vivos con un cabezazo que se marchó alto, antes de que se lesionara Barrenetxea. Tras varios minutos tendido en el suelo con alarmantes gestos de dolor, se levantó e intentó recuperarse con tanto oportunismo que, nada más salir, Jon Martín ganó una disputa aérea, Guedes abrió al donostiarra, cuyo centro lo remató Brais, que remachó a la red tras detener Unai Simón su primer remate. Locura total. Lo más difícil estaba hecho. Sin jugar bien ni ser muy superiores. Un auténtico tesoro, aunque ya sin Barrene, que se había roto.
Desgraciadamente, cinco minutos después, los realistas permitieron un saque de falta en largo y Sergio se comió el desmarque de Gorosabel, cuyo centro lo remachó a la red Guruzeta. Qué dolor. Suena hasta mal. Pero muy fácil, esto es fútbol de elite y, una vez más, la Real había regalado un empate cuando había hecho lo más importante en un duelo que se iba a decidir por detalles y que apuntaba a que quien marcara primero se llevaría el gato al agua. Salvo si lo hacía la Real, claro. Que nunca cierra los partidos.
¿Quién ha sido el mejor?
La afición de la Real opina: ¿quién ha sido el mejor jugador contra el Athletic?
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En la primera jugada de la segunda parte, Brais encontró, con un gran pase, a Guedes y éste, tras un control perfecto, definió para hacer el segundo. La Real otra vez en ventaja, un botín que no podía desaprovechar. Incluso logró anotar la sentencia en una jugada en la que le anularon el tanto por un fuera de juego previo de Kubo. La salida de Nico Williams encendió todas las alarmas, porque es un futbolista diferencial y lo demostró en casi todas sus intervenciones. El Athletic dominó, pero empató en otra jugada de estrategia, que era fuera de juego claro porque Laporte impide a Aramburu evitar el centro en el segundo palo y el rechace lo cazó Robert Navarro, que casi ni nos enteramos de que estaba jugando. Parecía que la Ley de Murphy seguía sin dar tregua a los realistas hasta que, en la prolongación, Pablo Marín provocó un córner y en el saque del mismo llegó el gol de la temporada con una finalización de Gorrotxategi, que simboliza como nadie el nuevo libro.
Estamos vivos
Tres triunfos seguidos. Y la inyección de autoestima superlativa que provoca ganar un derbi en el último minuto del partido. La Real está viva. Tiene alma. Siente los colores. Ama a su gente. Y, de vez en cuando, le hace muy feliz, como esta noche, cuando todos los que queremos a este club salimos sobrepasados por la alegría. Ahora, el equipo entra en una nueva fase. La de exigirle continuidad y buen juego. Lo de este sábado no tenía nada que ver con eso. Era una simple cuestión de fe. La vida puede ser maravillosa… Y ser de la Real y ganar al Athletic no tiene precio. Menudo alboroto, menuda algarabía.
