olorín colorado, este cuento se ha acabado. Bueno, más que una historieta, ha sido como la historia interminable. Se hacen largas las temporadas cuando el equipo afronta tres competiciones, pero sarna con gusto no pica y ojalá que podamos seguir disfrutando de esta montaña rusa de sensaciones y vivencias durante muchos años más. Porque en el fondo, lo que se refuerza con el sufrimiento de tantos partidos seguidos y casi sin separación en el tiempo son los lazos de unión, el sentimiento y el sentido de pertenencia. Acabada esta Liga, tanto si hubiésemos alcanzado el objetivo como si no, podemos decir con el puño en alto, que somos mucho más de la Real. Hasta aquí mi resumen y mi conclusión en versión comprimida de la temporada. Ah, y que Imanol sigue siendo el puto amo, sin discusión.

Una vez leí en una entrevista que "todos los escritores somos egocéntricos autorreferenciales narcisistas y vanidosos. Creo que eso constituye una herramienta absolutamente imprescindible para la escritura. El lápiz en papel y la vanidad. Sin eso no se puede escribir nada". No estoy muy de acuerdo con todo, o al menos no me gustaría serlo, aunque puedo reconocer en mí algunos de estos rasgos quizá demasiado extremos. Es curioso, porque Lillo solía decir que los periodistas deportivos somos profetas del pasado y son muchos los que no dudan en acusarnos de ventajistas porque escribimos y opinamos en función del marcador. O, mejor dicho, con el resultado en la mano. Y no les falta razón. Todos somos ventajistas, pero como todas las opiniones que se vierten desde que el colegiado decreta el final de la contienda. Sí, todos, usted también. Lo digo para los que te señalan por apoyar o ir en contra de Imanol (para gustos los colores y los entrenadores) o los que te censuran que un futbolista te haya podido hacer cambiar de opinión a lo largo de una temporada. Para todos ellos, este es mi A por ellos 52, mañana escribiré mi crónica 52 del curso. Llevo más 17 años haciéndolo, pongamos así a ojo de buen cubero, una media de 40 partidos por curso, con su correspondiente artículo previo y la narración de lo acontecido en el duelo. Hacen un total de 680 de cada cosa. No tengo ningún problema, mis armarios están llenos de cadáveres en forma de opiniones o predicciones equivocadas. El que no aprende a convivir con ello, no está preparado para ganarse la vida con este trabajo. Por eso me hacen tanta gracias los aficionados más vehementes que te están esperando escondidos y te atacan al grito de "pero si tú dijiste...". Pues sí, lo dije, me equivoqué, y ahora pienso otra cosa. ¿Por qué? Porque soy un... ¡ventajista! (me imagino un grito como el de "disidente" en la célebre escena de la La Vida de Bryan).

Lo mejor o más gratificante del tercer gran éxito de la banda de Imanol es que se trata de un nuevo triunfo de la normalidad. Es un grupo natural, cero pretencioso, que no se cree más que nadie y que no aspira a ser distinto a los demás, aunque en muchas cosas realmente lo sea, lo que por cierto, nos congratula bastante. Y quizá es este el verdadero secreto de nuestro entrenador, que no se vuelve loco. Que jamás pensaría lo que le dijo Cruyff a Rexach después de darles una charla y explicarles la táctica en la pizarra antes de un encuentro: "Bueno, nosotros ya hemos ganado 5-0, a ver lo que hacen ahora estos...". Para que se hagan una idea, cuentan en el vestuario que, apesadumbrado por la lesión de Mikel Oyarzabal, Imanol no paraba de darle vueltas a si tenía que cambiar alguna cosa para que no repercutiera demasiado en el rendimiento del equipo. Sin haberlo trabajado durante la semana, la mañana del encuentro de Elche llamó a un par de jugadores y les comentó que había decidido que iban a jugar en rombo con los dos delanteros centro arriba. A veces el fútbol es así de espontáneo y sencillo. No hacen falta siempre análisis científicos más propios de la NASA. Lo mejor, al menos a mí es el que realmente me gusta y el que añoro casi a diario. Y el que quiera poner en duda su decisión o la forma en la que la tomó, constatar que dio en el clavo. Una vez más, porque si algo hay que destacar del oriotarra es que a lo largo de una temporada tiene que tomar un sinfín de decisiones y su verdadero punto fuerte es el extraordinario porcentaje de acierto que ha acreditado en estos tres años. Un auténtico lince.

Podría ensalzar las despampanantes consolidaciones y explosiones de Le Normand o Remiro, la confirmación en cisne de Zubimendi o el regreso al Edén de Silva en estos últimos meses. Pero quiero quedarme con los caídos en batalla. Con el héroe Merino jugando infiltrado día sí y día también, con más goteras que una casa en destrucción, pero siempre al pie del cañón recordando a jugadores de otras época sque eran capaces de jugar con el brazo en cabestrillo. Todo por y para el equipo. Con Oyarzabal y Barrenetxea, patrimonio del club y referentes para los que empiezan, solo deseamos que volváis siendo igual de buenos. Suficiente. Carlos Fernández, la gran inversión del club postpandemia y una de las grandes esperanzas para la temporada que viene. Y, por supuesto, Nacho Monreal. Uno de los mejores fichajes en la historia del club. El significado literal de refuerzo de rendimiento inmediato. No se había bajado casi del avión y ya había cerrado a cal y canto la banda izquierda e incluso le había marcado un gol en una falta al Atlético. Para despedirle y mostrarle mi agradecimiento y reconocimiento, citaré una frase del exmadridista Míchel cuando se fue del campo en el Bernabéu para no volver jamás: "Sentí lo que sentiré cuando me muera, estoy en paz". Así se marcha el navarro, buen viaje y mucha suerte en la deriva.

Pero la gloria de esta Real se basa más que nunca en la fuerza del grupo. Que el mejor de la temporada haya sido un, en teoría y en principio, un actor secundario como Le Normand lo certifica. Solía decir Gullit, ese magnífico futbolista holandés, que "un equipo es como un buen reloj; si se pierde una pieza todavía es bonito, pero ya no funciona igual". Y entre Imanol y una amplia y potente plantilla, han logrado mantener el nivel competitivo para certificar una valiosísima tercera clasificación europea consecutiva. Esta vez encima más chulos que un ocho, con una jornada de margen y gracias al mejor triunfo de la temporada en la venganza del asalto de Anoeta del Villarreal en la etapa final del curso 2013-14 que empezó a costarle el puesto a Arrasate.

Sin que nos dejen celebrar una vez más un logro, por culpa de un horario infame en un día, el de los cierres, que antaño parecía reservado a los niños. Sin nada en juego. Probablemente en la peor entrada del curso, que nadie ni nada nos quite lo bailado. Y podemos gritar a los cuatro vientos, porque a los realzales se nos reconocía fácilmente por la calle esta semana, ¡qué felicidad! Somos los que somos, estamos los que estamos, con nuestros aciertos y fallos, a unos nos gustarán unos, a otros más otros, discutiremos, nos enfadaremos, pero en el fondo y al final, no hay nada mejor que ser de la Real. Y así hasta volver a empezar. Año tras año. Ha sido un auténtico placer. ¡A por ellos! l