La Real Sociedad de Imanol incorpora nuevos héroes que pasan a la historia el día clave en cada una de sus triunfales temporadas. Son ya cuatro noches para el recuerdo en las que el oriotarra ha acabado sellando el objetivo perseguido. Esta vez los nombres que han pasado a la leyenda son Alexander Isak, por segundo año consecutivo, y Martín Zubimendi. El sueco, el más esperado por todos, fue el realista más destacado en el día decisivo y, aparte de ser el que más peligro generó, por fin vio puerta al aprovechar un gran servicio de Gorosabel, que supuso el empate. Cabe recordar que el año pasado también fue clave en la consecución de la clasificación de la Europa League, tras aprovechar desde cerca y con mucho oportunismo un centro de Januzaj para lograr el 0-1 en El Sadar que certificó el pasaporte para la Europa League, cuando, en ese momento, los realistas se encontraban fuera del pase.

El invitado inesperado en este caso fue Zubimendi. El donostiarra, que cada vez llega más al área, algo que siempre le han pedido, remachó en boca de gol una buena jugada coral txuri-urdin en la que también participó Isak con su centro al área. Para ser justos, no se puede pasar por alto la aportación de David Silva, que contribuyó a los dos tantos dándole verticalidad y electricidad a ambas jugadas.

Imanol mejora con los años. Las estadísticas así lo reflejan. Por primera vez en sus tres cursos certificó su clasificación a Europa en la penúltima jornada sin pasar los agobios ni la incertidumbre de la última etapa. Como hemos comentado, el curso pasado, cuando la Real actuaba tranquila ante un Osasuna que no se jugaba nada, los resultados en otros campos le obligaron a apretar el acelerador hasta que Januzaj sirvió un balón de oro que Isak empujó en boca de gol. Honor y gloria al belga, que en la anterior campaña, la del confinamiento, y renqueante por una lesión, fue capaz de anotar el empate también a balón parado en el Wanda, lo que dio la clasificación directa a la fase de grupos.

Por último, en la lista de nombres que han subido al Olimpo, no se puede olvidar a Mikel Merino en la final de Copa que, infiltrado, dio un pase escandaloso a Portu para que este provocara el penalti. Como no podía ser de otra manera, cuando se encontraba en plenas condiciones, Mikel Oyarzabal asumió la responsabilidad y superó a Unai Simón en el gol que devolvió la gloria al club 34 años después.

Imanol siempre está defendiendo y reivindicando el valor de su plantilla. Nunca deja pasar una oportunidad para dar valor a la calidad, el nivel y la aportación de sus pupilos y la única realidad es que en el momento de la verdad, cuando a muchos les tiemblan las piernas, estos responden y están a la altura de lo esperado.

En definitiva, son cuatro finales decisivas en las que el equipo, más allá de errores y aciertos a lo largo de la temporada, no le ha fallado y le ha permitido convertirse en uno de los mejores entrenadores de la historia de la Real. Esta vez lo han logrado cuando menos se esperaba, tras la lesión de Oyarzabal con todo lo que ello influye y repercute en la trayectoria del equipo; de la noche a la mañana, Imanol se inventó una fórmula con el rombo en la medular y los dos puntas arriba que le han permitido alcanzar el gran objetivo una vez más. Y lo que queda por venir... Felicidad.