l miércoles fue una jornada histórica. Sin demasiada premeditación ni planificación, tuve que hacer un par de recados por Amara y al pasar por Anoeta me acechó una fiebre incontrolable que no pude reprimir. Era el día. Me acerqué a las oficinas del estadio y le hice socia a mi hija de nueve meses. Con fotito y una bufanda de regalo, detalle de calidad de Jokin Aperribay. No cabía en mí de la ilusión que me hacía el carné. Como buen padre primerizo brasas se lo mandé a todos mis contactos y una amiga no tardó en escribirme: "Pobre. Lo que va a sufrir", afirmación ante la que, como debe ser, me rebelé en un principio. Desgraciadamente pronto entendí que tenía parte de razón. 24 horas después, Mikel Oyarzabal se rompía el ligamento cruzado anterior de nuestra adorada pierna izquierda y estará de baja entre seis y ocho meses. Lo sé, no puede arrancar peor su andadura como nueva socia txuri-urdin.

Por lo que parece, en mi familia somos como los vikingos que sacrificaban seres humanos en honor al Dios de la Guerra Thor. Lo solían hacer en vísperas de los grandes acontecimientos. Mi añorado y querido Eduardo Ortuzar, mi vecino y periodista de Deia, me solía decir que "no se puede entrar en el mundo del periodismo más de culo que tú". Al día siguiente de contratarme el As como corresponsal en Donostia, después de haber acabado mis prácticas en su redacción central, en el viaje en tren me enteré de que la Real había contratado a Javier Clemente como sustituto de Krauss. El de Barakaldo llevaba diez años sin hablar con ningún medio del grupo Prisa, al que pertenecía el periódico. La que me esperaba...

No se vayan todavía, aún hay más. En el primer partido que cubrí a domicilio, en Santander, a Aranburu el innombrable Oriol le destrozó la rodilla con una entrada de juzgado de guardia que Pino Zamorano no consideró ni falta. Para los osados que insinúen que soy gafe, cuidado no vaya a implorar el espíritu de Thor para ir buscándoles puerta por puerta, porque en mi currículum de victorias están todas las más importantes en la historia del club en este siglo. Habrase visto... De todas formas, por si acaso les iré informando de los cambios de mi vida, para que se vayan preparando por si emprendemos una nueva aventura.

Los que estuvieron presentes se acuerdan seguro, porque ya conté hace poco que John Toshack también tuvo problemas en su estreno. El galés aterrizó como un desconocido en Atocha ante la desconfianza de los más tradicionales y conservadores. En su debut, ante el Celta en Donostia, nada más y nada menos que Don Luis Arconada no pudo atajar un balón y al ir a bloquearlo, se le quedó la rodilla clavada. El silencio cuando le estaban atendiendo fue atronador. De los que sobrecogen, como si nadie se pudiera creer que el mito pudiera romperse. Fue uno de los momentos más dramáticos que yo he vivido en el viejo estadio de Duque de Mandas. En el descanso se quedó en la caseta y cuando se confirmó que se había roto el ligamento cruzado pareció el fin del mundo. Sin embargo, como bien defendió Imanol el viernes, pasó el siguiente, que fue Elduayen, y como sus actuaciones no convencieron, apareció González. Y el equipo siguió ganando e incluso ese curso enamorando. Hay un concepto que es cíclico, la Real siempre vuelve. Por lo tanto, tranquilidad y buenos alimentos.

Siempre he vendido que para mí la afición txuri-urdin es la mejor porque es la mía, pero en realidad no tiene demasiadas diferencias con las demás. Ni tampoco quiere ser distinta ni singular, porque no le gusta ser pretenciosa. Pero si hay algo en lo que destaca es en su apoyo en la fatalidad. Cuando uno de los suyos cae en batalla se le trata y se le considera como si fuera casi de la familia. En el otro punto en el que destaca es en su apoyo y comprensión en la tragedia deportiva.

Lo sé, no hay consuelo. A primera hora de la tarde me llegó un mensaje: "Se va a anunciar una noticia fatal para la Real". La rotura de la rodilla de Oyarzabal era casi la peor entre las garrafales. No estamos hablando solo de su extraordinaria valía como futbolista, su influencia trasciende a lo deportivo. A sus 24 años es el auténtico icono del club. Su bandera. Su beso al escudo tras marcar es una imagen de marca. Y me da pena, porque me queda la sensación de que sufrió el trago más amargo de su meteórica e imparable carrera sin el respaldo de su gente. En un entrenamiento a puerta cerrada sin los ojos bañados en lágrimas de los aficionados. No hay nada más digno que caer lesionado con el emblema que llevas grabado a fuego en el pecho. Yo no me quiero imaginar lo que hubiese sido si se llega a lesionar con Anoeta lleno. Un drama en mayúsculas.

Oyarzabal es la Real y de la Real. Un auténtico ganador nato forjado en Zubieta. Con él se cumple la máxima de que es aún mejor persona que jugador. Es gracioso, porque siempre destaca en broma que Portu es un gruñón, cuando él se encuentra a su altura. Lo digo con cariño, cuando le entrevistas, el 60% de las respuestas arrancan con un "no", aunque luego sea capaz de disculparse si cree que no ha estado lo suficientemente abierto y atento en la conversación. Y no, les aseguro que no es normal hoy en día. Un chaval inteligente, que tiene los pies en el suelo, nunca dice que no a un detalle en privado con los hinchas y que, además, no se mete en ningún charco. No hay más que ver la reacción del gremio futbolístico para caer en la cuenta y poner aún más en valor que nuestro 10 es una auténtica joya. Engrandece a la Real.

En momentos así recuerdo que no hubo nadie como Los Secretos para cantar a la melancolía y a la desesperanza. Me apropio y adapto a mi manera su acongojante letra de la canción Cambio de planes: "Hoy empecé a andar y sin fijarme, no sé cómo llegué frente a su calle (Anoeta), pero al notar mi error, al girarme, miré hacia atrás, sin querer, y vi su imagen (besando el escudo tras marcar en la final). Y recordé su voz (vozarrón) bromeando en las tardes, diciéndome qué harás si hay cambio de planes. Hoy empecé a guardar todas sus cartas (goles), las fotos que encontré (más besos) y algunas lágrimas, pero al tratar de juntar en una caja todo lo que me dejó olvidé cerrarla. Y a veces, sin querer, cuando todo está en calma, la sombra del dolor asoma su cara. Y volveré a sentir la oscuridad, a beber la soledad (la Real sin ti). Hoy tengo que dejar su castillo en el aire, pisar el suelo, aceptar un cambio de planes (una nueva vida en tu ausencia)".

Mikel, gracias por todo lo que nos has dado y, sobre todo, por lo que te queda por dar, que sin duda te superarás, como siempre has hecho. Estos días he recibido mensajes de toda España dándome una especie de pésame, para que te des cuenta del sitio que te has ganado por tu fútbol y forma de ser en las propias vidas de los que te veneramos. Un ejemplo en todo. Te vamos a echar mucho de menos, vuelve pronto, capitán. Te esperamos. ¡A por ellos!