a estadística resulta tan brutal como significativa. La Real 2021-22 ha logrado hasta la fecha catorce victorias, y doce de ellas se han producido con la portería a cero. Los triunfos por 2-3 en Granada y Leganés suponen las excepciones que confirman una regla innegable: la buena trayectoria de esta escuadra txuri-urdin está más supeditada a la fiabilidad que al virtuosismo ofensivo. Se han hecho muy buenos partidos, incluido el del sábado contra el Celta. Incluido el de diciembre contra el PSV. Incluido también el de la cuarta jornada en Cádiz, por terminar con los ejemplos. Pero cuando el equipo lideraba la Liga y caminaba con paso firme en Europa, tras ganar en Graz, debía su idílico momento al candado que había puesto en su portería.

Terminó llegando después una mala racha. ¿Por qué? Pues porque la Real perdió aquello desde lo que se había hecho fuerte. Su producción ofensiva no se vio mermada: contra Espanyol, Betis, Villarreal o Alavés se generó ante la meta contraria lo mismo (o más) que lo que se generaba antes. Y sin embargo el arco propio pasó a significar una especie de coladero. Seguro que aquí había cosas por mejorar, pero un servidor nunca detectó en esto último un problema colectivo. El equipo apretaba como debía. Corría lo que tenía que correr y más. Pero se veía penalizado por acciones puntuales y aisladas en las que el error parecía tener más peso individual que grupal. No fue casualidad que la senda del triunfo liguero se retomara ante el Celta con un 1-0 y la Real reduciendo a los vigueses a la mínima expresión. El cuadro de Imanol presionó como siempre, valiente. Y esta vez la pulcritud de sus futbolistas a la hora de ejecutar la faena, sin desconexión alguna, otorgó un triunfo balsámico.

Jugó de titular Rafinha. Y lo hizo muy bien. A mí no me ilusionó la calidad que puso al servicio del equipo, porque ya la conocía de antemano y porque además ya la tenemos en la figura de David Silva. A mí me encantó el trabajo que aportó al colectivo y que puede llevarle a encajar de forma perfecta en un engranaje tan exigente como el txuri-urdin. ¿Habremos encontrado un Odegaard en versión brasileña? La comparación no es baladí, porque lo que un Rafinha en plenitud puede aportar en materia defensiva, más allá de paralelismos atacantes, se asemeja muy mucho a lo que Imanol pedía al noruego. Durante estos tres últimos años, el técnico ha diseñado, en líneas generales, dos tipos de presión alta que ha alternado en función de múltiples factores, siendo el perfil de su interior derecho uno de los más relevantes. A Silva le ha ahorrado muchos esfuerzos saltando desde los extremos y exponiendo algo más al resto del equipo, pasando a cerrar con zaga de tres. Mientras, la energía de Martintxo y la que aportará en breve Rafael permiten apretar desde un 4-4-2 de cimientos más estables y que otorga mayor licencia para jugar con las vigilancias intermedias. A ver cómo evoluciona este asunto, pero tiene buena pinta, si de lo que se trata precisamente es de contener mejor al rival.

Espera ahora un período que se va a hacer eterno, hasta que llegue el partido de Copa contra el Atlético de Madrid. Señores jugadores y técnicos de la Real Sociedad: ahí la tenéis, botando y en el área pequeña. No quiero decir con esto que la eliminatoria ante los colchoneros vaya a resultar sencilla. Será dificilísima. Me refiero principalmente a que la cita supone una oportunidad perfecta para regalarle al nuevo Anoeta esa gran noche que el destino le ha querido negar. A este equipo se le recuerdan, por encima de los demás, cinco grandes hitos, y todos los ha alcanzado a domicilio: en el Bernabéu (3-4 en la Copa 2019-20), en Anduva (pase a la final), en el Wanda Metropolitano (billete europeo), en La Cartuja (título) y en El Sadar (nuevo pasaporte continental). Si los de Simeone hincan la rodilla en Donostia quedará todavía mucho camino por recorrer. Pero el fútbol se inventó para vivir momentos, y apear de una competición al Atlético ante todos los realzales supondría, con todos los respetos para días preciosos como el del PSV, una experiencia que este estadio aún no ha conocido. A falta de una semana todavía, le cojo prestado el cierre a Mikel Recalde. ¡A por ellos!