oy en día el fútbol está tan globalizado que pierdes la pista a los jugadores. Siempre me llamó la atención Marc Roca, uno de los mejores futbolistas que ha producido la magnífica cantera perica en las últimas décadas. Sabía que había fichado por el Bayern, lo cual deja a las claras su nivel y su proyección, pero llevaba tiempo sin saber de sus fechorías. Es más, creía que había caído en el olvido hasta recalar en otro club donde proyectar su carrera como Merino, a quien incluso sentó en el banquillo durante el Europeo sub'21 que ganó España en 2019. Ahora el realista es un fijo en la absoluta y el catalán parece lejos de la elite de su propio país. Diferentes formas de plantear una carrera. Ya lo saben, unos eligen cola de león, otros cabeza de ratón. Pero no se equivoquen, Roca tiene muy claro que está invirtiendo en su futuro. En vísperas de eliminar al Barcelona de la Champions, fue entrevistado en El Larguero de la Cadena Ser y declaró lo siguiente: "Hago un balance muy positivo de mi estancia en Múnich. Llevo un poquito más de un año, no he tenido los minutos que deseaba, que quería, que tenía en mente que iba a tener, pero pienso que he crecido mucho tanto físicamente como mentalmente. Estoy entrenando cada día con los mejores, me siento cada día mejor. Con ganas de seguir mejorando y cambiar la situación y tener más minutos". Viendo la forma en la que se pasean los muniqueses por Europa, no me extraña el positivo análisis de su ambiciosa apuesta.

El caso es que, curiosamente, solo unos días más tarde fue titular en la visita al Stuttgart (ese gigante teutón de infausto recuerdo para la Real, venido a menos en los últimos años) en la manita que le endosaron los de Baviera. Julian Nagelsmann, su mediático entrenador, el más caro del mundo después de que abonasen al Leipzig, próximo rival txuri-urdin en la Europa League, unos 25 millones de euros, tuvo unas elogiosas palabras hacia Roca: "Estaba increíblemente feliz por él. No le cambié por su rendimiento, sino porque estaba fundido. Me sentía satisfecho y con razón. Alabé a Marc en el vestuario, rara vez hago eso con jugadores de manera individual al frente del equipo, pero se lo merecía, mucho", manifestó en su comparecencia ante los medios al finalizar el encuentro. "Me encantan este tipo de jugadores que, enojados con el entrenador, reaccionan así. Sabíamos que tenía calidad, pero la forma en la que luchó y aceleró tuvo un gran impacto en el juego. Sobresaliente. Tiene un corazón enorme. Me encantan los jugadores desinteresados que le demuestran al entrenador que, obviamente, ha sido un error no sacarlo casi nunca. Soy lo suficientemente autocrítico, he cometido un error".

No se puede comparar, porque aunque sea de perfil bajo si se relaciona con otros refuerzos más rimbombantes del Bayern, el catalán fue un fichaje que costó 15 millones que incluso permitieron al Espanyol salvar sus cuentas en el descenso. Pero su paciencia y su competitividad cuando le dieron la oportunidad me recuerdan a Beñat Turrientes. Siempre me han atraído las historias de los hijos de futbolista. El aita del beasaindarra jugó muchos años en el equipo del pueblo, donde era una persona muy querida. Una leyenda. "Valía para todo en el club. Si Beñat hereda solo parte de su carácter, llegará muy lejos", me comenta Iñaki, un reconocido hincha vagonero. Recuerdo la primera entrevista que le hice a Xabi Alonso cuando aterrizó en la absoluta, de la que guardo incluso una fotografía. Hacía un calor de muerte en El Saler donde estaban concentrados, hasta el punto de que al verme, me comentó en broma: "Menuda sudada llevas, ¿has entrenado tú también?". Correcto, educado, agradable e inteligente, nunca fue fácil rascarle un titular estridente. Me viene a la cabeza que en aquella ocasión me quedé con una de las cuestiones que más me atraían de su carrera: "Supongo que heredé algún gen futbolístico de mi padre". De la siguiente entrevista que le hice, también con España, no guardo tan buen recuerdo, ya que el que era mi jefe, ahora colaborador de El Chiringuito, me estaba haciendo la cama porque quería cubrir él la selección tras el relevo de Luis Aragonés por Iñaki Sáez. Nos concedió su primera entrevista tras firmar con el Liverpool, pero el susodicho le restó valor al venderla en la reunión de contenidos y la sacamos dos días después, mal publicada, con un titular hablando sobre Gerard que, por aquel entonces, era uno de los objetivos del Madrid. Todavía recuerdo el enfado del ahora técnico del Sanse cuando me abordó en el aeropuerto de Valencia camino de Bosnia. Y con razón. Pocas cosas molestan más a los jugadores que titules una entrevista personal con una cita hablando de otro futbolista, salvo en determinados casos puntuales por algún incidente o alguna circunstancia que hayan vivido juntos.

Turrientes es de largo la mejor noticia de Zubieta de esta campaña. Desde sus ilusionantes apariciones en pretemporada, el canterano siempre ha respondido con creces cuando Imanol le ha dado la alternativa. No me cabe duda de que el técnico confía ciegamente en sus posibilidades, que la Real es un club modelo en cuanto a gestión de su vivero y que solo cuenta aún con 19 años, pero algo no está funcionado bien con el beasaindarra. Sus datos son elocuentes. Hasta la fecha, ha participado en once encuentros con el primer equipo y solo dos con el Sanse, con el que no juega desde los 76 minutos que disputó contra el Fuenlabrada el 29 de agosto. Se puede decir que, al igual que Pacheco y Navarro, ya es un futbolista de la plantilla de Imanol, cuyo dorsal le permite en caso de emergencia ponerse a las órdenes de Xabi Alonso. Eso sí, Imanol solo le ha dado una titularidad, contra el Elche el 26 de septiembre, también en Anoeta, y firmó una convincente actuación ensalzada por todos. En resumen, no cabe duda de que se trata de una de las grandes esperanzas de la prolífica cantera txuri-urdin.

Ahora bien, a su edad, la prioridad debería ser que jugase el mayor número de minutos. No hay que olvidar que la temporada pasada, tras ascender al filial, no pudo competir hasta el mes de enero por un error burocrático muy grave. Yo tengo muy claras cuáles son las bases del funcionamiento de la Real con su vivero y que no se puede menospreciar el participar en tres competiciones con los mayores siendo tan joven, pero ahora que vuelven Merino y Silva hay que andar con pies de plomo para evitar que el chaval se aburra los fines de semana viendo dos partidos en los que apenas cuenta con minutos. Porque se quiera o no, y tenga más personalidad o menos, la ilusión y la pasión se resienten. Y Turrientes no es un cualquiera. En solo unos pocos meses ya ha alcanzado la altura necesaria para poder sentarse en la mesa donde comen los otros grandes centrocampistas que visten la txuri-urdin. Aunque, como es lógico, no lo vaya a reconocer nunca en público, al igual que Roca, el beasaindarra quiere más y es consciente de que ya ha derribado la puerta. Su entorno también. Beñat tiene alguien a quien contentar y emocionar, como desveló rebosante de felicidad tras marcar su primer gol con la Real en Zamora: "Se lo dedico a mi aita que, allá donde esté, seguro que estará orgulloso de mí". Como para no estarlo, y lo que le queda. Cuiden a Turrientes, merece la pena. ¡A por ellos!