Nunca sabes lo que te puedes encontrar en la niebla. Es como un viaje a lo desconocido. Para salir airoso de la misma tienes que seguir caminando. Con fe en tus posibilidades. Creyendo en lo que haces y en que al final alcanzarás el objetivo que te habías marcado. Imanol Alguacil fue de los pocos que lo vio con cierta nitidez en una primera parte que nos estaba dejando mal cuerpo al remover demasiados capítulos negro de nuestra historia. Uno de ellos en este mismo escenario, soportando también la terrible humedad del Duero, que cala hasta los huesos en el estadio Ruta de la Plata. El técnico, al que se vio muy incómodo y alterado, se dio cuenta de que o metía a su capitán y daba el pertinente toque de corneta con una bronca de las que mueven las paredes del vestuario en el descanso, o iban a estar muy cerca de una eliminación que hubiese marcado un antes y un después para este proyecto. Porque la Copa tiene estas cosas, cuando llegas lejos la ilusión es máxima, de ahí que merezca la pena arriesgar; pero cuando caes con estrépito antes de tiempo frente un adversario que nadie discute que es inferior, el abismo viene acompañado de secuelas durante un largo periodo de tiempo. La salida de Mikel Oyarzabal y el notable cambio de actitud de los realistas tras el entreacto permitieron a los donostiarras certificar su clasificación para la tercera ronda de la Copa. El Zamora fue un digno rival, que cayó con las botas puestas después de incomodar y secar a su visitante de Primera antes del intermedio y de rozar el empate con un remate al palo a falta de 20 minutos para el final. El eibartarra participó en los tres goles y marcó las diferencias entre equipos separados por dos categorías, algo que no se vislumbró antes de su aparición en la niebla.

Diez cambios. Diez. Imanol solo introdujo una novedad en el Villamarín respecto al equipo que se impuso con brillantez al PSV y tres días después de la debacle en Sevilla mantuvo únicamente a Le Normand en la pizarra de alineaciones. Un número de sustituciones cuanto menos peligroso que nos retrotrae a épocas oscuras que no queremos evocar cuando era evidente que la fórmula de la rotación total, al menos en la Real, no funcionaba. Está claro que este proyecto cuenta con una mayor fiabilidad y consistencia que aquella era de infausto recuerdo, pero el día que cayeron en el mismo escenario en 2005, Amorrortu, que venía marcado en la competición por caer en Miranda el año anterior ante un Segunda B, mantuvo a cuatro titulares que venían de empatar en casa 1-1 curiosamente contra un Betis en el que ya estaba Joaquín.

Imanol demostró que tiene mucha necesidad de recuperar efectivos y no le tembló el pulso para darles las riendas del equipo a Illarramendi y Guridi, que todavía no se habían estrenado esta campaña. También es justo reconocer que otro punto de vista para analizarlo, tan válido como el anterior, es que, si no jugaban en un duelo como el de ayer, cuándo lo iban a poder hacer. Del resto lo único que llamaba la atención fue la vuelta de Januzaj, que supuestamente se había perdido la cita en el feudo bético por una sobrecarga física o para descansar, y el estreno de titular de Naïs, después de sus buenos minutos con gol incluido en la anterior eliminatoria en tierras canarias. Esta vez el oriotarra optó por hacer terapia de recuperación en reposo para Remiro y fue Ryan quien defendió la portería. Los perjudicados fueron Navarro, que necesita convencer en una de sus escasas apariciones, y Turrientes, con el que hay que replantearse muchas cosas, ya que es uno de los valores de futuro más seguros y no se puede pasar todo el año viendo los toros desde la barrera. Con el primer equipo y con el Sanse, con el que todavía mantiene el dorsal, y al que le vendría como agua de mayo su retorno.

Por su parte, Yago Iglesias, no le fue a la zaga y solo mantuvo en su alineación del equipo que arañó in extremis un punto en el derbi contra la Cultural a Ramos y Luque. Los zamoranos se juegan medio billete para seguir creyendo en eludir el descenso el domingo ante el Valladolid Promesas. El apagón en el estadio que impidió el calentamiento de los equipos y la misteriosa niebla que se instaló en la localidad castellana solo invitaban a ponerse aún más en guardia, porque la realidad es que no aventuraban nada bueno.

Pronto se cumplieron los peores augurios y vaticinios que, insisto, todavía mantenemos frescos por las reminiscencias de la mancha negra que se expandió durante un cuarto de siglo. Guevara ejercía de cuatro, con Illarra en la segunda altura del centro del campo y Guridi en la mediapunta. Los realistas tuvieron un balón que cedió desde el inicio un Zamora muy ordenado y disciplinado, con las ideas muy claras y que apenas salía a la presión, salvo cuando perdía la pelota en su propio campo. Los realistas aburrían con posesiones largas, planas, horizontales y angustiosamente previsibles. Antes del descanso la única oportunidad fue un chut casi sin hueco y muy forzado de Gorosabel que desvió a córner Villanueva. Es decir, media oportunidad. El resto, jugadas que acababan en los pies de un Januzaj muy impreciso en sus centros al área. Eso sí, el resto nada de nada. El centro del campo sin ideas para dar pases que rompieran líneas y los jugadores de banda y Sorloth, desaparecidos, sin demasiadas ganas de echarse el equipo a sus espaldas. Una actitud que no tardó en alterar a Imanol, que puso a calentar a la unidad A al empezar a ver las orejas del lobo... La mejor opción antes del entreacto fue un libre directo de Ramos que salió lamiendo el larguero en una mano que se inventó Pizarro Gómez que también debía andar bastante aburrido y le quiso poner algo de picante al tedioso envite. 0-0 al descanso y una indiscutible sensación de amenaza creciente...

La bronca de Imanol debió ser de las que se recuerdan. Porque, sin cumplir el minuto de la reanudación, Sorloth ya estuvo cerca de anotar y en la acción siguiente, Guridi adelantó a los suyos al aprovechar en boca de gol un buen servicio con la cabeza de Le Normand, a quien había habilitado Oyarzabal. Januzaj estuvo en el origen de la acción con un centro por fin preciso y una estrategia bien ejecutada. El central galo estuvo a punto de hacer el segundo con un remate a la segunda, con la zurda, que repelió un acertado Villanueva, que también salvó una peinada de Guridi tras otro centro envenenado del belga. Naïs no acertó con el disparo y Sorloth, en un fallo y una definición impropias de su internacionalidad, finalizó un regalo a romper y al muñeco. El Zamora se sintió vivo y trató de firmar una hazaña al estirarse un poco. Incluso estrelló una pelota en el palo en un saque de esquina con Ryan ya batido, pero, pocos segundos después, Rico proyectó en largo a Oyarzabal, que se internó como un avión, y su centro, que desvió un defensa, llegó a los pies de Turrientes para que estrenase su cuenta realizadora con un fuerte y centrado disparo.

Fue la sentencia de la contienda. Sorloth, muy forzado, no pudo aprovechar un centro de Guridi y Portu optó por buscar a Oyarzabal en lugar de definir cuando se encontraba solo. Poco después, le sirvió en bandeja un centro al 10, que culminó el rescate con el tercer tanto, ya en el 90'.

No podemos olvidarlo jamás, cuando se cambia tanto y se apuesta de forma tan descarada por futbolistas que no tienen rodaje y que llevan muchos meses sin competir, te expones a llevarte una desagradable sorpresa. Imanol lo tenía bastante claro, y seguro que después de lo de ayer aún más. Si cambias a diez jugadores tres días después estás jugando con fuego, porque ni es un equipo reconocible ni tiene por qué competir de forma tan fiable como los habituales titulares. Ni más ni menos. Ayer el oriotarra volvió a encomendarse a la bestia competitiva que es su 10 para marcar las diferencias y permitir a la Real superar una eliminatoria que, como era de esperar, nada tuvo que ver con el envite de los amateurs del Panadería Pulido. Lo que permanece inalterable después de la operación de salvación de Zamora es el sueño txuri-urdin de volver a hacer historia en un torneo que ya no le va a permitir ninguna licencia más. El lema tiene que estar muy claro, esta Real ni regala, ni concede, ni comparece acomplejada ni con excesos de confianza. Así hasta el final. Grabado a fuego. Que pase el siguiente...