n histórico venido a menos que viste de txuri-urdin como el Goteborg fue el último club amateur que ganó un torneo internacional en Europa. Concretamente, la Copa de la UEFA (actual Europa League) de 1982, en la que derrotó (y aquí lo festejamos) al poderoso y engreído Hamburgo que el año siguiente se llevó la Copa de Europa tras apear a la Real en semifinales. La leyenda del mítico equipo que entrenaba Sven-Göran Eriksson la recoge un documental llamado Los últimos proletarios del fútbol. En él, los propios protagonistas reconocen que tener empleos les ayudaba a ser mejores jugadores. Su explicación se basa en que si solo se dedicaran a entrenar y competir, los días se les harían largos y tediosos, lo que acabaría convirtiéndose en una fuente de problemas. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Y el fútbol. Ahora un jugador compagina un trabajo con la elite y es carne de reportaje periodístico. Ahí nadie se quejaba de cansancio ni de que no le daba la vida, ni mucho menos aún de que no tuviesen las suficientes horas para descansar. Si la Real contara en sus filas con un exponente de estos últimos proletarios, no me cabe la menor duda de que este podría ser Mikel Merino.

Nadie como "el mejor jugador de la Liga", así lo definió Imanol Alguacil tras su triunfo en Granada, para adentrarnos en el mundo Osasuna. Los otros vecinos acaban de cumplir 100 años y son muchos los artículos que se han publicado para ensalzar su legendaria trayectoria. Incluso la revista Panenka le dedicó uno de sus números. En sus páginas, en mitad de un magnífico reportaje fotográfico de Miguel Osés sobre aficionados rojillos, hay un destacado sin firma que suena a sentencia y también a amenaza si eres el siguiente en desfilar por su nuevo estadio: "En El Sadar caben 18.375 personas que suenan como si fueran 90.000. Pequeña caldera inaugurada en 1967, si el reino rojillo jamás ha perdido el norte es gracias al empuje de la gente que se da cita en su interior". Nosotros sabemos muy bien que es verdad, entre otras cosas porque nos jactamos de que el principal activo de nuestro club es su parroquia. Tengo que reconocer que cuando visité la grada de El Sadar vacía la campaña pasada, no tardé en escribir un mensaje a un buen amigo merengue para advertirle de lo mal que lo va a pasar su equipo cuando visite semejante olla a presión abarrotada. Ya saben que en su época, los madridistas de los años 80 solían reconocer que en Atotxa sufrían pero les gustaba jugar porque los blanquiazules "eran personas normales", mientras que "en Pamplona no tanto, porque estaban todos demasiado locos".

El plato fuerte del especial es una entrevista con Jan Urban. En la misma, el polaco no escatima elogios hacia la grada rojilla al ser preguntado por lo que le pide a un recién llegado: "Debes adaptarte al juego del equipo y luego, viendo cómo apoya la afición, es imposible dejar de correr. Te llevan volando. Estás encantado. La hinchada de Osasuna es muy sabia: si ellos ven que el jugador da lo que tiene, no piden más. Saben de fútbol y el rendimiento que puede dar un jugador. Tienen paciencia, no te van a machacar desde el primer día". Incluso cita al aita Merino como ejemplo de jugador de fuera al que consideraban como de la casa a pesar de ser madrileño. Lo desconocemos, pero podemos llegar a imaginar el grado de orgullo que siente el exfutbolista con la impresionante metamorfosis de su hijo y por haber engendrado un atleta con unas condiciones soberbias para formar parte de la flor y nata de este deporte.

Lo extraño es que ya hasta nos parece normal la serie de exhibiciones que viene firmando esta temporada. No nos llama la atención contar con un todocampista. Un jugador que aparece por todos lados con un rendimiento que casi nunca baja de notable. Se lleva todas por arriba, tanto en defensa como en ataque; está entre los tres jugadores de la Liga que más duelos gana; y si el equipo necesita un esfuerzo lo lleva a cabo con la misma energía y convicción tanto si tiene que hacer una cobertura a un compañero que ha perdido la posición, como si huele la sangre y puede marcar un gol con su habitual llegada al área. Como es lógico, ya porta el brazalete, porque lleva muchos meses siendo el jugador más importante para que encajen todas las piezas en esta Real. Y por si fuera poco, lo juega todo. No pide descansar nunca y resulta complicado que le sustituyan. El nivel que ha alcanzado es tan alto, que un día de estos es posible que Anoeta se caiga con la ovación que le espera en algún cambio. Uno le ve así en el campo y se frota los ojos cuando llega a la selección y a Luis Enrique se le ocurre sentarle a su lado en el banquillo. Una cosa de locos... Mejor para la Real.

No se puede olvidar que fue Imanol quien rescató a Merino cuando su participación en el equipo estaba siendo tan insulsa como en su paso anterior por el Borussia y el Newcastle (dos clubes que, obviamente, no son unos cualquiera). Supongo que al oriotarra le pasaba lo mismo que a casi todos nosotros, sabíamos que era muy bueno y tenía un potencial enorme. Su mérito fue que, a su manera, le hizo ver que era el mejor, como hizo en su día Mourinho en el Chelsea cuando se metió en la ducha vestido para explicarle a Lampard que no había un centrocampista superior a él en la Premier.

Al verle jugar a Merino, me acuerdo de mi aita, que en el fútbol también es un referente para mí, que siempre me ha contado que Di Stéfano fue el más grande porque se erigió en el primer futbolista que aparecía por todas partes en el campo. Pero también de Zidane, cuando se refería de esta manera a Kroos: "Es tan bueno que podría jugar como 6, como centrocampista puro, como volante o incluso como 10. Tu le pones y él se amolda. Su principal virtud es la serenidad. No se pone nervioso y le encanta tanto llegar para disparar desde lejos como dar un pase atrás que propicie un tiro plano. Me resulta fascinante la facilidad con la que juega con ambas piernas. Es impresionante verle entrenar todos los días... Qué profesional. Hablar de él es hablar de alguien extraordinario. Cuando me retire podré decir que entrené a Cristiano, Bale, Modric, Ramos... Pero también diré que entrené a Toni Kroos". Imanol también lo pensará de Merino, que encaja a la perfección en la definición del alemán que hace Zizou.

Al pamplonés da gusto oírle hablar de fútbol. Es tan inteligente, eficiente, inquieto, activo y bien preparado para la vida, que podría ser perfectamente uno más en aquel Goteborg amateur campeón. Muy creyente, Urban explicó en la entrevista el hat-trick que firmó en el inolvidable 0-4 del Bernabéu: "Fue como si Dios me hubiera dicho: Oye Jan, te has portado bien toda tu carrera, aquí tienes un premio". Sin embargo, en este sentido, los que tenemos que dar gracias a Dios somos la afición txuri-urdin por disfrutar de Merino en todos los encuentros de nuestro equipo. Lo malo es que atesora tanta calidad que, muy a nuestro pesar, algún gigante se dará cuenta pronto y vendrá con un saco de millones que no nos compensará el vacío que dejará su ausencia

Merino se forjó en la energía y el ardor guerrero que brota de la grada rojilla, donde tantas veces vio jugar a Osasuna. Seguro que ahora reconoce y se identifica con ese mismo ambiente que se respira en Anoeta. No podemos olvidar que estamos hablando del jugador que firmó en Sevilla uno de los mejores pases en la historia del club para provocar un penalti que nos dio un título 34 años después.

Por sus propias palabras quiero creer que parte de su corazón rojillo ha desteñido a txuri-urdin. Como le sucedió a uno de los creadores del club navarro, Josetxo Navaz, que llegó a ser director del Aquarium donostiarra y que, según su sobrina Andrea, tenía una pasión oculta, tal y como desveló en una conversación en un artículo del especial: "Mi tío y yo discutíamos mucho sobre fútbol"; "¿por qué?"; "porque yo soy muy osasunista y él era de la Real: le encantaba Osasuna pero si se enfrentaban iba con la Real"; "¿fundó Osasuna y luego se hizo de la Real?"; "decía que la playa es cantera. Iba mucho de niño a jugar a Donostia. Tenía muy buenos amigos. Ya sabes, el mar". No se me enfaden los susceptibles, no es más que un guiño. Seguro que ambas parroquias coincidimos en que el internacional Merino es un todocampista superlativo. Y además ahora es de los nuestros. ¡A por ellos!