urante la temporada 2015-16, la Real organizó una visita guiada a las renovadas instalaciones de Zubieta, para que la prensa conociera de primera mano el resultado de las obras que se estaban acometiendo. Aquel tour incluyó un paso por el vestuario del primer equipo (sin jugadores, obviamente), pieza que presidía, instalado en su mismo centro, un señor futbolín. De los once muñequitos blanquiazules, había uno, el extremo izquierdo, cuya supuesta piel había sido pintada de negro con un rotulador, en una señal inequívoca de que la simpatía de Armin calaba en el vestuario. Me refiero a Armindo Tué Na Bangna, Armin para sus amigos txuri-urdin y Bruma de nombre artístico. Jugó 33 partidos con nuestra camiseta a lo largo de aquel curso, marcando tres goles y siendo devorado, de febrero en adelante, por el empuje de un chaval de 18 años llamado Mikel Oyarzabal. Hoy, más de un lustro después de su salida, el portugués se reencuentra con su exequipo como futbolista del PSV Eindhoven.

Oyarzabal y Bruma. Bruma y Oyarzabal. Resulta curioso lo que sucedió durante la mencionada campaña en el flanco izquierdo del ataque realista, destinado de inicio a hasta cuatro integrantes del primer equipo. Y Mikel no figuraba entre ellos... La Liga arrancó con Canales, Chory, Bruma y Alain Oyarzun en nómina; con Oyarzabal saliéndose del mapa en el Sanse de Imanol; y con el eibartarra debutando testimonialmente a las órdenes de Moyes. El temprano aterrizaje de Eusebio para relevar al escocés otorgó un mayor protagonismo al entonces potrillo, pero el paso del tiempo deforma a menudo los recuerdos... Cuando el de Pucela llegó al banquillo, se encontró con que Jonathas estaba lesionado. Por eso apostó por un Oyarzabal que perdió peso en el equipo una vez que se recuperó el ariete, hasta el punto de que el canterano siguió por la tele, desde el sofá de casa, uno de los partidos más relevantes de su trayectoria. Aquel maldito 30 de diciembre, el Bernabéu vio cómo la carrera de Agirretxe se envenenaba para siempre y cómo la rodilla del propio Canales volvía a reventar.

El míster había reconocido, la víspera de visitar Chamartín, que al bueno de Mikel le iba a tocar volver al filial, para jugar el 3 de enero en el campo del Talavera. Y, sin embargo, terminaron sucediéndose los acontecimientos, no solo en Madrid. Porque allí se lesionaron dos futbolistas de ataque, cierto. Pero es que, en los días posteriores, Chory Castro se marchó al Málaga y Alain Oyarzun fue cedido al Mirandés, quedando nuestros dos protagonistas solos ante el peligro. Bruma y Oyarzabal. Oyarzabal y Bruma. En el mismo Bernabéu, un par de minutos después de relevar a Canales, el portugués marcó con un espectacular derechazo a la escuadra. Repitió diana en el siguiente partido, en Vallecas. Y obtuvo así un crédito que no tardaría en agotarse. Una goleada en Gijón (5-1) le costó el puesto en el once. Su joven compañero accedió a la titularidad para no perderla hasta nuestros días.

Ambos podrían volver a cruzarse esta noche sobre el verde del Philips Stadion, aunque está por ver aún de cuántos minutos dispone, si es que juega, el atacante del PSV. Apunta a suplente. Y en la rotación ofensiva de los neerlandeses hay, además, jugadores susceptibles de ingresar al campo desde el banquillo antes que él: por ejemplo, el belga Vertessen, el japonés Doan o el brasileño y recién llegado Carlos Vinicius. En cualquier caso, a Bruma no le van mal las cosas por los Países Bajos. Titular en la liga durante un agosto dado a las rotaciones, con exigentes miércoles europeos (previas) de por medio, ha sido votado como mejor futbolista del campeonato en el mes estival, lo que sirve para hacerse una idea de cuál es su nivel: superior al que mostró en Donostia. Tendemos a hacer juicios absolutos de verdades temporales. Y tan cierto es que el portugués no rindió según lo esperado de txuri-urdin como que terminó encontrando en la Real un contexto poco adecuado a sus características.

Llegó de la mano de un Moyes que ya le había pretendido para proyectos anteriores. Y sin embargo conoció, sobre todo, la propuesta de Eusebio, basada en el ataque posicional y el juego en parcelas reducidas, antes que en la explosividad y la gestión de espacios más abiertos. ¿Qué sería de Bruma en el actual equipo de Imanol? Han cambiado tanto las cosas por estos lares durante los últimos dos años y medio que esa pregunta me la hago con numerosos exfutbolistas de la Real que pasaron por aquí con más pena que gloria. La interrogante es de respuesta difícil, por no decir imposible, aunque no creo equivocarme si vislumbro una versión bastante mejorada de Bruma. Ahora tendría más campo para correr, más opciones para ser profundo, y mayor capacidad para pedirla al hueco, no tanto al pie. En 2016, mientras, pretendíamos de él que permaneciera pinchado en una banda, a escasos metros de la línea de fondo, precisamente como los muñecos de un futbolín.

A su estilo no le sentaba bien aquello. Pero poco importa ya. De hecho, resulta incluso esperanzador que este equipo txuri-urdin 2021-22 suponga un mejor panorama futbolístico para Bruma, por lo que ello implica en cuanto a adaptación nuestra a lo que viene imperando en Europa. Hablamos de un futbolista que, desde que dejó el club, ha movido 27 millones de euros, los 15 que pagó el Leipzig al Galatasaray más los 12 que abonó el PSV al mismo Leipzig. Por algo será. Y por algo la visita de la Real supone hoy, para un equipo con la solera del de Eindhoven, una cita de las grandes. Hemos acertado con el camino elegido. Ahora se trata de seguir avanzando. Real, hay que llegar más lejos. ¡Goazen!