ádiz. Otra vez Cádiz. Le cambiarán el nombre, lo rebautizarán como Nuevo Mirandilla, pero el estadio de los amarillos siempre significará, en clave txuri-urdin, el escenario en el que la Real certificó de facto su regreso a Primera División. A la hora de recordar aquella histórica y calurosa tarde del 5 de junio de 2010, a la parroquia blanquiazul le vienen a la memoria los tres goles de Carlos Bueno, las tres asistencias de Griezmann o las toneladas de tristeza y sufrimiento que todos nos quitamos de encima con el adiós virtual a la categoría de plata. Otras circunstancias, mientras, han ido cayendo en el olvido. Por ejemplo, la identidad del portero que alineó Martín Lasarte para lograr el importante triunfo. ¿Claudio Bravo? Pues no. Jugó Eñaut Zubikarai. Y no lo hizo gracias a la lesión que el chileno se había producido un par de meses antes. El ondarrutarra disputó el partido porque Bravo, plenamente recuperado, estaba ya en Sudáfrica, preparado para participar con su selección en el inminente Mundial.

Han pasado más de once años y las cosas siguen igual en nuestro fútbol. No hace falta más que remontarse a este pasado junio para comprobarlo. Si en 2010 la Real se jugó el ascenso sin su portero titular, en 2021 el Almería ha disputado el play-off de acceso a Primera sin el defensa Jorge Cuenca, convocado por España para el Europeo sub-21. Se benefició de ello el Girona, que eliminó a los andaluces. Aunque claro, tampoco andaban muy contentos en el equipo catalán, ya que jugaron aquellos partidos con la baja del panameño Bárcenas. ¿Dónde estaba? Bingo, en su país, concentrado con la selección. Una vez zanjó sus compromisos internacionales, siendo titular en un 0-0 contra el combinado de Curazao en la minúscula isla caribeña, regresó a Girona a tiempo para jugar de inicio el último partido de la promoción, en casa ante el Rayo. Tras el 1-2 de Vallecas, la fiesta parecía asegurada. Pero subieron los madrileños, cuyo mérito tampoco conviene atribuir al cansancio del delantero rival. Al fin y al cabo, a ellos les faltaba nada más y nada menos que el portero, el macedonio Dimitrievski, presente en la Eurocopa.

Después de semejante exposición, centrada además en una fase clave de la temporada, un período en el que los equipos se lo juegan todo, a nadie le debe extrañar la mermada situación en la que el Sanse visitó el pasado sábado al Cartagena. Xabi Alonso tuvo que preparar el encuentro sin los internacionales Turrientes, Roberto López, Karrikaburu y Pokorny, un quebradero de cabeza que, tampoco nos engañemos, padecieron también otros entrenadores de la categoría. No hablamos de un problema concreto y puntual. Hablamos de una circunstancia general y prolongada en el tiempo con la que la Liga debe acabar más pronto que tarde. No me gusta el personaje. No me gustan sus posicionamientos públicos respecto a asuntos ajenos a lo deportivo. No me gusta la guerra de egos que mantiene con Rubiales, presidente de la Federación. Pero tampoco me duelen prendas en reconocer igualmente que Javier Tebas ha hecho muchas cosas bien con el producto futbolístico que maneja. Ahora que tanto se preocupa, con cierta razón además, por la tralla que acumulan los internacionales sudamericanos de su torneo, debería ponerse también con el calendario de Segunda, adaptándolo por fin a lo que está pasando ahí fuera.

¿Y qué está pasando? Pues sucede, en las principales potencias extranjeras, que sus categorías de plata se detienen con motivo de los parones internacionales. Y resulta lógico, porque hablamos de competiciones cada vez más profesionalizadas, en las que cada vez se mueve más dinero, y que por lo tanto cuentan cada vez con más futbolistas convocados por sus selecciones. La liga española es la segunda en el ranking de la UEFA, solo superada por la inglesa. Pero aquí la Segunda División no para cuando las selecciones entran en liza, cosa que sí hacen en las islas y también, siguiendo con el citado ranking, en Italia (3ª), Alemania (4ª), Portugal (5ª) y Francia (6ª). Dar con la siguiente segunda que continúa jugándose en las semanas FIFA nos lleva a los Países Bajos (7º campeonato), a un torneo que empieza a acercarse ya al amateurismo y que poco tiene que ver, en todos los aspectos, con la competición de Sanse, Eibar y compañía. Estos asuntos hay que moverlos con tiempo y margen. Así que, si se trata de trabajar en la agenda 2022-23, van tarde a estas alturas quienes deban organizar lo impepinable: una categoría por fin adaptada en cuanto a fechas a los tiempos que corren.

No deja de resultar significativo, si hablamos del crecimiento experimentado por el club, que la Real aterrice esta tarde en un escenario tan entrañable once años después de hacer historia allí y en las mencionadas circunstancias actuales. Si hace poco más de una década viajó a Cádiz en Segunda y con una única ausencia internacional, ahora se desplaza a la Tacita de Plata instalada en la zona noble de Primera y con cuatro seleccionados... ¡en su recién ascendido filial! La situación txuri-urdin en general no puede resultar más saludable. Pero de lo logrado hasta la fecha no se puede vivir. Y lo que arranca hoy es un maratón, el primero del curso, con siete partidos en 21 días. El exigente camino encuentra su punto de inicio en la tierra de las chirigotas, esas canciones carnavaleras de divertida letra que bien podrían dedicar unas estrofas a la Segunda División. Tebas, arréglala ya.