ntes de que la figura de Mikel Oyarzabal emergiera a lo grande, uno de los futbolistas con los que más suele asociarse sobre el terreno de juego a punto estuvo de robarle la gloria y el protagonismo. Seguro que David Silva todavía le está dando muchas vueltas a la cabeza sobre ese disparo que se le marchó por muy poco cuando lo tenía todo a su favor. Su asistente, precisamente Mikel Oyarzabal, tampoco se lo creía. No era la primera vez que se habían encontrado sobre el césped. En la primera mitad otra acción entre los dos, con el 10 de nuevo como asistente, Silva no se creyó que el balón impulsado por el capitán iba a llegar al lugar en el que se encontraba. Le faltó convicción.

Siete días antes solo aguantó 45 minutos sobre el verde del Camp Nou. Imanol declaró que estaba hablado, que había que “gestionar las cargas” con el canario por los problemas físicos que ha tenido durante el verano. Ayer jugó 76 minutos y Alguacil le dio más tiempo del que en principio estaba estimado. Señal inequívoca de que David Silva estaba haciendo las cosas bien. De hecho, estaba siendo uno de los mejores, el futbolista, quizá, con las ideas más claras, intentando dar velocidad al juego de su equipo, algo que necesitaba para superar el entramado defensivo elaborado por Andoni Iraola. Para el minuto 24, el mago de Arguineguín ya había puesto de pie a los cerca de 8.000 asistentes a Anoeta. Lo hizo a través de una delicatessen dentro del área, un recorte que dejó sentado al defensor rival. Su disparo con la izquierda tropezó en otro defensa y el balón se marchó a córner.

Cuatro minutos más tarde se encontraron Zubimendi, Silva, Oyarzabal y otra vez Silva, pero el balón impulsado con la derecha por el capitán blanquiazul no encontró el destino deseado, que era el futbolista canario, al que, como hemos dicho con anterioridad, le faltó decisión. En el 32 filtró un buen balón a Isak, pero el sueco no anduvo fino en el control dentro del área. En el minuto 44 también estuvo cerca del gol. Oyarzabal ejecutó con maestría una falta que despejó con problemas Dimitrievski. El rechace lo encontró Le Normand, que puso el esférico de nuevo en el área y por allí apareció Silva, golpeando sin querer al portero del equipo rayista.

La siguiente acción en la que entró en contacto con el balón a punto estuvo de colocarlo dentro de la portería de Dimitrievski, pero el punto de mira todavía no lo tiene demasiado afinado. Eso sí, la varita la tiene a punto. Silva está de vuelta y la Real lo agradece.