- La Copa América, finalmente, arranca hoy en Brasil después de que la Corte Suprema rechazara este jueves pasado tres recursos que intentaban impedir el torneo de fútbol sudamericano por la altísima incidencia del covid-19 en el país. Y al frente de la selección de Chile estará una de las personas más importantes en la consecución del ascenso a Primera de la Real aquel 13 de junio de 2010, del que hoy se cumplen once años. Martín Lasarte, nombrado hace escasos meses seleccionador del combinado andino, del que también forman parte otros dos integrantes de aquel plantel histórico como son Claudio Bravo y Roberto Navajas, atiende la llamada de este periódico pocas horas antes de subirse al avión destino Brasil.

¿Cómo está el ambiente en Chile?

-El ambiente está extraño en todos los lados. Primero el torneo se iba a jugar entre Colombia y Argentina, luego solo en Argentina, después aparentemente iba a ser en Estados Unidos, y luego apareció Brasil. Los jugadores brasileños no querían jugar. Todo ha sido muy extraño. Hay que motivarse, pero es una Copa rara, diferente a otras.

¿La intención es ganar?

-De las últimas tres ediciones, Chile ha ganado dos. Ahora estamos en una etapa de cambio. Entendemos que nuestra mayor prioridad es la eliminatoria, y vamos a intentar utilizar la Copa América, no como un banco de pruebas, pero sí para probar a algunos futbolistas que no han competido a nivel alto o lo han hecho de forma esporádica y ver qué nos pueden dar. Tenemos jugadores veteranos como Claudio (37), Vidal (33) Alexis (32), Medel (33) ... Todos están en equipos importantes, pero ... Luego hay otros futbolistas más jóvenes como Maripan... Nos hace falta un delantero centro y hemos traído a un chaval de 21 años que juega en el Blackburn Rovers, Ben Brereton. Tengo ilusión por ver qué nos puede dar. Ya sabes cómo funcionan aquí los chicos jóvenes, debutan, juegan y se van enseguida, pero la mayoría no están preparados.

¿Aparece esta Copa América como la última oportunidad para ganar algo importante para esa generación de futbolistas veteranos?

-Es una oportunidad para competirla, pero quizá no cae en el mejor momento para Chile. Quizá para el resto de selecciones tampoco.

Vuelve a cruzar su camino con Claudio Bravo, ¿cómo está?

-Sí, y también con Roberto Navajas. Estamos continuamente recordando momentos... Parece que no pasan los años por él. Está fantástico. Hizo muy buena liga, terminó muy bien. Está jugando muy bien. Siempre sobrio, líder. Es el capitán otra vez.

Pues ya han pasado once años desde el ascenso con la Real...

-Sí. Es extraño. Se cumplen dos hechos que me marcaron y que los viví muy profundamente en mi vida personal, más allá de lo profesional. Hace 30 años que conseguimos el ascenso con el Depor y hace once del de la Real. Son muy parecidos ambos logros. Había al principio un ambiente pesimista. La de la Real fue una etapa muy generadora de sensaciones positivas. El equipo se fue reconvirtiendo, mejorando su capacidad, con una gran evolución de los jóvenes, la aparición de Griezmann...

Aquello supuso un punto de inflexión en la carrera de la Real. ¿También en la de Martín Lasarte?

-Sí. Cuando me volví del Deportivo, como jugador, me pareció que había hecho cosas para seguir, era el capitán, habíamos subido de categoría, había jugado todo el año, y me fui por la puerta de atrás teniendo la posibilidad de renovar. Fue todo muy raro. Siempre me quedó esa espina de volver. Y tuve la oportunidad de hacerlo, pero a una tierra con muchas peculiaridades, la tierra de mis padres, con mis tíos y primos ahí cerca, con muchos amigos de mi papá... Fue una cuestión muy movilizadora. El hecho de entrenar en España, conseguir un logro como fue ascender y mantener al equipo al año siguiente, tuvo un significado importante.

¿Fue aquella época de la que guarda un recuerdo más especial?

-Yo tengo un recuerdo muy especial de todas las etapas que me han tocado vivir, porque todas tienen su punto. Ser campeón en Egipto, por ejemplo. Cuando llegamos íbamos 14 puntos atrás y remontamos. Era una cultura diferente, un equipo inmenso... Veo a veces las imágenes y fue muy movilizante también. Lo de la Real, además de un condimento profesional, tuvo también el emocional. Ahora igual la gente no se acuerda pero recuerdo a algún periodista decirme que con aquella plantilla no se podía, que no iba a poder hacer nada, pero le fuimos dando la vuelta. Los que llegaron, aportaron, y los que estaban, mejoraron. El club no estaba bien económicamente hablando... Eran muchas cosas, que luego se fueron modificando, mejorando... El hecho de conseguir algo tan importante en la tierra de mis padres, la de mi familia, fue muy lindo y muy fuerte.

Han pasado once años y las carreras tanto la de la Real como la de Martín siguen evolucionando...

-Es verdad. Algún día ya se lo he escrito a Jokin. Los aficionados muy pasionales quieren las cosas ya, inmediatamente. Pero mira cómo se fueron dando los hechos en la Real: ascenso, mantener la categoría, ir a Champions, la consecución de Copa, regresar a Europa, sin olvidarnos de la cantidad de jugadores generados en la cantera, como la llegada de jugadores importantes. Yo me acuerdo que a Carlos Vela no le pudimos traer cuando nosotros le quisimos. Era imposible. Y luego al año siguiente de marcharnos, el club empezó a manejar otras cantidades y sí fue posible. Y ahora se puede fichar a un futbolista como David Silva. Hay una serie de cosas que han convertido a la Real en un equipo apetecible para el profesional.

¿Ha podido seguir a la Real?

-Sí, he visto varios partidos. La Real ha hecho un año muy bueno. El año pasado, antes de la pandemia, me hicieron un reportaje y dije que veía a la Real para aspirar al título, no se si para ganar, pero sí para estar ahí. Pero la pandemia lo paró todo y le hizo mucho daño a la Real. No volvió igual. Fue mala suerte. Pero ésta ha sido una temporada muy regular, muy continua. Es un equipo que tiene una intención de juego, pero siempre tiene un plan B. Es un equipo que responde a lo que el aficionado guipuzcoano reclama, un equipo que tiene la posesión, que sea protagonista, con muchos chicos de la casa... Cumple con creces esos requisitos.

Lo que no ha cambiado es el cariño que le sigue profesando la hinchada txuri-urdin...

-Nadie se enteró. Cuando volví de Egipto, estuve dos días. Fui caminando hacia el estadio, que estaba en obras. No llamé a nadie porque no quería molestar. Ya no estaban entrenado. Pude haber ido a Zubieta, pero no quise. Estuve con mis amigos, con Uralde, Iñaki Ibáñez, y ya me marché y estuve viendo entrenamientos del Madrid, del Atlético, del Barça cuando estaba Valverde. Pero sí me entró la morriña de tomarme un pintxo, de caminar por la Parte Vieja.

¿No le reconoció la gente?

-Algunos sí. Estaba con barba y estaba muy moreno, casi quemado, por el sol de Egipto. Hubo gente que no. Pero algunos sí y me saqué fotos con algunas personas. Fue muy lindo.

Después de tantos años, ¿mantiene la misma ilusión que al principio?

-Este es el desafío más importante. Llegó de una manera un tanto impensada, pero llegó como llegan a veces las cosas de estas características. Siento que me voy adaptando, pero es como todo, dependo de los resultados y de la credibilidad que genere. De momento, estamos muy contentos. Chile es una tierra que quiero mucho, aquí me aceptaron siempre muy bien, como uno más. Quiero hacer todo lo posible para que Chile y este grupo de jugadores tengan la posibilidad de rendir a un alto nivel en el próximo Mundial

¿Hay mucha presión alrededor de la selección de Chile?

-La misma presión que sobre el resto de selecciones, sobre todo aquellas que tienen cierto empaque. En los últimos años Chile ha escrito alguna de las páginas más brillantes de su historia. No había sido campeón de América y esta generación lo hizo dos veces, también fue subcampeona y ha ido a mundiales. Eso sí, no fue al último y ese es un pequeño lastre. Esta generación no se puede ir con esa tristeza. Tenemos que hacer todo lo posible para que ellos se despidan jugando un Mundial.