- Antes, durante y después de la final de la Copa del Rey, todos nos hemos acordado de los realzales que ya no están con nosotros. Esos padres que nos llevaban a Atotxa cuando éramos niños, haciendo labor de cantera. Esos amigos con los que compartimos tan buenos momentos en Atotxa y en Anoeta. Esta Copa es también de ellos, que animaron a muerte a la Real y transmitieron su pasión por estos colores a sus hijos y amigos.

Esta Copa es de Santi Zabaleta, presidente de la peña Musti Taldea de Urretxu y Zumarraga, fallecido en mayo de 2019. Zabaleta fue ciclista en sus años mozos, pero también era un gran aficionado a la Real. Transmitió su pasión por la Real a su mujer Amaia y sus hijos Iker y Ane y los cuatro iban juntos a Atotxa. Los últimos años iba a Anoeta con Amaia, con la que recorrió también gran parte de la península siguiendo a la Real.

Como es lógico, estos primeros días de abril han sido muy especiales para Amaia. "Yo tenía unos 15 años cuando conocí a Santi. Vine de Zamora y cuando llegué viví en la casa de mis suegros. Fue así como nos conocimos. Nos enamoramos enseguida. Él era ciclista y el fútbol no le atraía tanto como el ciclismo, pero era de la Real y cuando nació nuestro hijo Iker nos hicimos socios. Cuando nació nuestra hija Ane, nueve años después de que naciese Iker, me di de baja. En cuanto la niña se hizo un poco mayor, nos hicimos socias las dos. Íbamos los cuatro juntos a ver a la Real. Lo pasábamos genial. Yo no soy futbolera, pero la Real que no me la toque nadie".

Añade que "no se puede ni imaginar" con qué intensidad vivía Santi los partidos de la Real. "Era algo increíble. Yo le decía que parecía que la Real era suya. Y mi hijo me solía decir que le daba miedo que al aita le diera un infarto. Llevaba el escudo de la Real tatuado, con gran orgullo. Era su Real. Ni después de un mal partido aceptaba que se dijera que la Real había jugado mal. Cuando bajamos a Segunda, le dije que me iba a dar de baja y me dijo que ni hablar. Que con nuestra Real, hasta la muerte".

Además de en Atotxa y en Anoeta, estuvieron en muchos campos de España. "Estuvimos en Gijón, por supuesto. Aquello fue de volverse loco. Impresionante. También estuvimos en Zaragoza, Madrid, Villarreal, Sevilla... Uno de los partidos que recuerdo con más cariño es el de la eliminatoria previa de la Champions, en Lyon. Cómo disfrutó Santi aquel día... Fue un día precioso. Las despedidas de Xabi Prieto, Carlos Martínez e Imanol Agirretxe también fueron muy emotivas. Cada vez que la Real metía un gol me cogía en brazos y nos dábamos unos besos... Se abrazaba conmigo y con los de al lado. Lo vivía de una forma increíble". Con semejante currículum, es lógico que Santi acabara siendo presidente de la peña realista de Urretxu y Zumarraga.

Fue realzale hasta la muerte. Y Amaia cree que, allá donde esté, sigue animando a la Real. "Estoy convencida de que sigue dando fuerzas a la Real. También creo que, en cierto modo, sigue estando conmigo. La final de Copa la vimos juntos. Puse una foto suya en la sala, mirando a la televisión, y yo me senté al lado. Viví la final con él. Y puse cinco camisetas, tres banderas y dos bufandas en el balcón. Mi hermana me dijo que fuera a ver el partido a su casa, pero yo quería verlo en casa, con Santi".

Vivió la final con gran intensidad, por supuesto. "Estuve muy emocionada y nerviosa. Me acordaba de Santi y pensaba en cómo lo hubiese vivido: nervioso, atacado... La noche después del partido me costó mucho dormir. Estuve chateando hasta las 3.00. Algunos de los mensajes más bonitos me los mandó un amigo de Donostia, llamado Joserra Iriondo. Decía lo siguiente: Tú y yo sabemos que el casero cabezón que tanto quieres nos ha ayudado a ganar esta Copa. Yo no tengo ninguna duda y es la primera persona que me viene a la cabeza cuando pienso con quién me hubiera gustado celebrarla. Mila esker, Santi. Zu ere txapeldun gaur! Mi Real siempre la relaciono con vosotros, Amaia. Santi me enseñó lo que es el amor incondicional por un equipo, por una idea, por unos valores... Nunca se lo podré pagar. Bueno, sí, cuando nos volvamos a encontrar".

Esta Copa es también de Santi, por supuesto. Y de Aitor Zabaleta. Y del padre de Aritz Elustondo. Y de la abuela de Igor Zubeldia. Y del padre que llevó a su hijo a la librería del barrio y le dijo al librero "el niño va a abrir sobres de cromos hasta que salga Arconada". Esta Copa es de todos los realzales de ayer, de hoy y de mañana.