- La Real recupera la estabilidad. Después de soñar con el cielo tras un inicio fulgurante y a sufrir luego con una crisis que puso en peligro todos los objetivos, el hecho de haber podido trabajar alguna semana completa en Zubieta le ha permitido recuperar efectivos, energías y confianza en sus posibilidades. Los números refuerzan a un equipo asentado en la quinta posición y que se va a encontrar un calendario despejado por la prematura eliminación europea. De los once últimos partidos, solo ha perdido uno en los 90 minutos oficiales, el ya sepultado en los libros de la historia 0-4 de Turín con el United. A esto hay que añadir dos decepcionantes eliminaciones en la Supercopa, con el Barça, y con el Betis de esta Copa, en la prórroga. En total, seis empates y cuatro victorias, contando las cuatro competiciones que se han concentrado en este inicio de año.

La mejor noticia es que los realistas se han mostrado muy fiables en la Liga. En las últimas seis jornadas no conocen la derrota y han encadenado tres victorias frente a Cádiz, Getafe y Alavés y tres empates, en los exigentes estadios de Villarreal y Madrid, y el apagón ante el Betis después de ir ganando 2-0.

Cuando comenzaban a peligrar los puestos europeos, antes de que Isak igualase en el último minuto el duelo en El Madrigal, la Real ha retomado el duelo para consolidarse en la quinta posición que da el pasaporte para disputar la Europa League con 42 puntos. La Champions parece una quimera, ya que la frontera del cuarto puesto la marca el Sevilla con 48, seis más y un partido menos. Y por detrás sí que notará la presión de los que le persiguen, ya que el Betis se ha erigido en uno de los conjuntos de moda y ha escalado hasta la sexta plaza, con 39, tres menos y gol-average perdido; mientras que el Villarreal se ha estancado un poco con 37, a cinco, y también perdedor en un hipotético empate con los de Imanol que se decidiría por el cómputo global de goles (el txuri-urdin es de +21 y el amarillo es de +6; mucho tienen que cambiar las cosas en las trece etapas que quedan por disputarse).

Es una pena que la Real no pudiese rematar la faena en Valdebebas después de haber hecho lo más complicado, que era adelantarse en el marcador después de haber aguantado las embestidas del mejor Madrid de este curso antes del descanso. Una vez más, el tema más comentado en el viaje de vuelta tras visitar la casa blanca fue una decisión arbitral.

Gil Manzano y Martínez Munuera (el mismo que no llamó a Estrada Fernández en cuatro decisiones muy controvertidas en la penúltima visita blanca a Anoeta) no quisieron ver el claro e incuestionable derribo de Casemiro sobre Monreal en el minuto 6 del encuentro. Incomprensiblemente, el linier levantó la bandera cuando el balón ya salía por la línea de fondo para señalar un inexistente fuera de juego de Oyarzabal. Esto motivó un momento de desconcierto y que los realistas, que tampoco son muy duchos en la materia, no protestaran apenas al pensar que la acción estaba invalidada de antemano. Lo más inquietante fue que Gil Manzano se puso muy nervioso y Courtois, en lugar de sacar de puerta, lo hizo en una posición más adelantada como si hubiese acertado el asistente.

Excolegiados como Iturralde (en Cuatro) y especialistas en la materia como Ramón Fuentes (en Gol) coincidieron ayer en que la pena máxima era clara y que el VAR tenía que haber corregido el fuera de juego y decretar la pena máxima. Nada nuevo.

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Monreal reconoció que el derribo es claro, pero que no lo protestó porque creyó que la jugada estaba anulada por fuera de juego