uántas veces en nuestras vidas hemos construido frases e ideas con un "Y si€" por delante? Cuando llegan las fiestas navideñas, por ejemplo, quien más quien menos lleva un décimo de lotería. Lo compra en solitario, lo comparte con amigos o juega el mismo número que el resto de compañeros de la empresa en la que trabaja. "¿Y si nos toca?", se preguntan. Entonces se desata la imaginación y dejan volar los sueños creando una particular Arcadia feliz a la que se destinaría el dinero del premio. Se mueven los bombos, cantan los niños y se termina hablando de salud.

El partido de anoche llevaba una carga, no demasiado pesada, de ilusiones. Cabía perfectamente un Y si€ en toda regla. ¿Os imagináis que les metemos cuatro y les ganamos en la prórroga? No sé qué hubiera pasado en este territorio, pero en Manchester le mandan al entrenador a su casa per omnia saecula saeculorum. Así nos evitábamos la tentación de ficharle. No olvidaré mientras viva y no me falle la memoria que, después de aquella monumental expedición de 2013, el técnico rival recaló por estos pagos. Hay preguntas en la larga historia del club que no las responde nadie. Esta es una de ellas.

Aquella cita de octubre movió a muchos aficionados y otros que no lo eran. Dijeron que entre cinco mil y seis mil. Una pasada. Querían vivir un día apasionante, histórico. El equipo dio la cara en todo momento. Nos metieron un gol en propia meta nada más empezar, pero el grupo llegó entero hasta el pitido final. Cuando el holandés Nijhuis hizo sonar el silbato, se habló de pena por la derrota, pero de alegría por la dignidad del colectivo y su comportamiento en un campo emblemático. Estos días, muchos aficionados han colgado en las redes sociales fotografías de aquella experiencia inolvidable. Ésta que terminó anoche no pasará a la historia por descafeinada. Antes del partido, Imanol se refirió a la imagen, al compromiso y a los valores del equipo. Era un reto accesible. No le gustan los menoscabos.

Muchas veces navego en páginas de internet para seguir la recomendación de los lugares que merece la pena visitar de esas ciudades a las que toca desplazarse. Os sugiero, si no lo habéis hecho, que escribáis Manchester en el buscador y encontrareis que la estación del tren y el estadio de fútbol de nuestros contrarios anoche ocupan lugares principales en la escala de valores. Ni sigo, ni hago comentarios no vaya a ser que el alcalde de aquella ciudad me invite a pasar unos días para que cambie de opinión. Aunque debo reconocer también que, en una pretemporada por tierras de Escocia, llegamos a Glasgow. Ciudad con fama de horrorosa. Llevaba la idea de una urbe feísima. Nada más lejos de la realidad, porque descubrí muchos sitios que merecían la pena, jardines petados de hermosas flores y lugares cautivadores. Entre ellos un espectacular restaurante Art Deco en el que no cenamos mal, hecho casi milagroso en ese país.

Tengo muy clarinete que soy del City y que si viviera allí, vestiría de celeste y que pagaría unas cuantas libras por ver jugar a De Bruyne que, os lo he contado alguna vez, me parece un futbolista apasionante. Como me gusta el buen fútbol, disiparía en poco tiempo todas las dudas. El lunes cometí un error de principiante. No se me ocurrió nada mejor que tragarme entero un ManU-Newcastle, poco sugerente. Les miro con lupa. Cuentan con buenos futbolistas, pero€Pegada sí, suficiente para ganar. Las urracas sobrevolaban el césped y tardaron media hora en encajar un gol. Es cierto que el remate de Rashford, que abrió el tanteo, fue un golazo. Por si fuera poca la ración, ayer repitieron el partido por el mismo canal, a eso de la media tarde. Por supuesto, pasé de largo. Nunca son recomendables los empachos.

Si hace un par de años Gorosabel y quien suscribe nos tomamos un café, hablamos de fútbol y le digo que va a jugar el Old Trafford y que ese día le harán un penalti, seguro que me miraba raro y pensaba que no estaba en mis cabales. Si a Guevara, Zubimendi o Sagnan les comentas hace pocos meses que serán titulares en un partido como el de ayer no pensarían diferente. Imaginad lo que podían pensar anoche las buenas gentes de Etxauri, viendo a Aihen Muñoz defender en un córner a Anthony Martial, siendo protagonista en un partido de semejante envergadura. Se sentirían muy orgullosos del conciudadano. En las próximas fiestas de San Antonio debería pronunciar el pregón y echar el cohete si el virus no se interpone. Esta es una realidad, no virtual precisamente, con la que ratificas punto por punto todo lo que viene sucediendo desde que el club eligió un camino y lo sigue a rajatabla. Apuesta firme por los jugadores que han crecido a tu lado.

Un día decidió fichar a Alex Remiro, quien por cierto se ha cascado una señora eliminatoria. Trajo a Januzaj, a Isak o a Mikel Merino. Dio alas a Zubeldia y puso el brazalete de capitán en el brazo izquierdo de Oyarzabal. Se le escapó un penalti, quizás por meterlo por un lugar inhabitual a lo que acostumbra. No se merece ese disgusto. Hasta entonces el equipo estaba jugando muy bien, llegando al área inglesa y fabricando jugadas de mérito. Luego, a raíz de la oportunidad perdida, cedió y le costó hasta el descanso mantener esa capacidad de dominar el balón. Entre otras cosas, porque el Manchester reaccionó antes de que le empezaran a sonar las orejas.

La entrada de Barrenetxea, Bautista (al que casi descoyunta Lindelöf) y Portu, en el inicio del segundo tiempo, reforzaba la tesis de lo que acabo de escribir, al tiempo que respondía a un plan preconcebido por el técnico. Más tarde, el turno fue para Merquelanz y Guridi, quienes junto a Sagnan hace un año vestían la roja camiseta del Mirandés. Procesos de enorme progreso. En ese capítulo de decisiones, tampoco le tembló el pulso al entrenador.

Seguro que entre ceja y ceja está instalado el partido del lunes en Valdebebas. Ese será otro cantar. A la falta de fortuna en el penalti, le acompañó el remate de Sagnan al larguero. Nos vamos de Europa sin haber perdido un solo encuentro lejos de casa. La única pena es no haber ganado a los ingleses en su campo. ¿Y si el penalti hubiera entrado? Pues eso, salida por la puerta grande. Un apunte final. Me gustó el arbitraje del belga Visser y la valentía del holandés Blom desde el vídeo arbitraje para anular el gol de los locales, tras el tarantantán a Jon Bautista, al que hoy le deben doler hasta las pestañas. En todas partes no cuecen las mismas habas.