omo todo el mundo decide hablar de Maradona, antes de empezar a escribir, opté por no hacerlo, aunque sea por evitar cierto tedio. Trato de ofrecer una perspectiva diferente, ni mejor, ni peor. Ni más apasionada, ni menos. Ni lacrimógena, ni nada que se le parezca. Se puede perder tanto el norte, si te ciegas por la pasión, que das por buena una trampa, una mano divina para justificar un gol que no debió validarse y que si en aquel entonces llega a existir el VAR a lo mejor la historia era muy diferente. Y eso no significa que no fuera un grandioso jugador, probablemente irrepetible.

Muchas veces pusieron en la balanza a quienes se consideraban los mejores futbolistas del mundo. ¡Para gustos, los colores! Se hablaba de Pelé, Di Stefano, Cruyff, Beckenbauer€ luego Maradona y más tarde Messi. Les he visto jugar a todos y lo primero que se puede deducir es que tengo más años que Carracuca. Tratar de hacer un escalafón de todos ellos creo que es perder el tiempo. No entrevisté a ninguno, no guardo ninguna foto de recuerdo con ellos. Bueno, sí. Un jugador del Barça me invitó a su boda, en aquellos tiempos estupendos en los que la relación jugador-informador trascendía más allá y permitía semejantes aventuras. Entré a la iglesia junto a otro futbolista y su pareja. Nos situamos en un banco en el ala izquierda del altar mayor. Al rato llegó Cruyff, con su señora, su hijo y el novio (tal vez ya marido) de Chantal, una de sus dos hijas. Se sentaron justo en el banco posterior al nuestro, todos en fila y muy elegantes. Antes de la ceremonia y al acabar, los fotógrafos tiraron de carrete cosa fina. Al día siguiente, la prensa publicó un montón de fotos. En una de ellas lucíamos imponentes. Es un decir. La guardo de recuerdo.

El holandés, con respeto a todos los demás, ha sido el más trascendente para el fútbol. Diseñó un estilo de juego, cambió la tradición por la innovación y el legado que dejó como técnico creador, valiente y ambicioso ha llegado hasta aquí con muchas raíces. Si como cantante (grabó un disco con dos canciones) no era para coleccionar su obra, como entrenador es difícil encontrar alguno tan significativo y trascendente como él.

Como no quiero que os falte de nada, mis futbolistas favoritos eran otros. Todos europeos, porque entonces estaban mucho más a mano que los sudamericanos. Disfrutaba más con los portugueses Eusebio, Torres y Coluna, o alemanes como Lothar Matthaus, Muller, Uwe Seeler o Rummenigge, con los italianos Sandro Mazzola, Giacinto Facchetti, o el ruso Yashin, o Puskas y Bobby Charlton, el inglés, o Dennis Bergkamp, que también era holandés como Van Basten, Gullit, Rijkaard, o Kluivert. De todos ellos, Johan era una especie de líder carismático.

Si para entender mejor la impronta de Maradona hay que ser argentino, para hacerlo con Cruyff no es necesario ser del país de los tulipanes. A ese escenario acudió ayer la Real para disputar un partido de tres puntos de enorme valor para el futuro de la entidad en la competición continental. Su rival responde bastante bien a la idea del juego que comentamos. Gente joven, con buen manejo del balón, con desparpajo y sin miedos para asumir el papel que les corresponde. Ese es el AZ Alkmaar. Quizás en Anoeta (lo comentó Imanol) no dio esa imagen. Les vi el encuentro en casa ante el Rijeka y golearon casi sin bajarse del autobús. Los croatas concedieron tantas ventajas que no las desaprovecharon. Por tanto, mezclaba dos imágenes bastante distantes entre sí, la de Anoeta y la de ese encuentro que os comento. Visto lo visto, las sensaciones de ayer fueron las de un equipo que sabe de sobra cuáles son sus limitaciones, pero que explota las virtudes de tal manera que se convierten en un conjunto incómodo. Poco cabe discutirle al técnico porque gastó muchas de las balas en el punto de partida. Puso sobre el terreno lo mejor y la primera media hora respondió a esa elección de futbolistas creadores y decisivos.

Delante de su portería, nutrida población defensiva, cerrando los espacios sin ponerse nerviosos ni cometer errores mayores. Es decir que, si les quieres meter un gol, además de paciencia debes estar atento a la menor oportunidad que se presente. Te dejan el balón, se sienten cómodos juntos y arropados. Y esperan que llegue su momento. Si pierdes un balón, si no mantienes las constantes vitales de la concentración, te la juegan en cualquier momento.

En la segunda parte, Remiro salvó un balón de milagro. El travesaño, otro. Nos metieron el miedo en el cuerpo. Quizás en el primer tiempo, la Real debió ponerse en ventaja porque fue mejor y dominó con claridad. Un fuera de juego inexistente de Isak debió convertirse en la mejor oportunidad de éxito. Imanol decidió que fuera Januzaj el que "hiciese de Silva". Protagonizó jugadas espectaculares, regates de espléndida factura, pero no llegó el remate maravilloso que premiase el partido txuri-urdin.

Paralelamente se disputaba el encuentro de Nápoles con la huella y la memoria de Maradona revoloteando sobre el estadio en el que los de Gattuso se imponían a los croatas. Supongo que en el banquillo realista, además de estar pendientes de lo que gestionaban en ese momento, conocían de reojo lo que pasaba en el sur de Italia, sobre todo para poner en marcha la clase de cálculo matemático. Los dos querían ganar, pero no arriesgaron más de lo debido porque podían perder y eso les condenaba.

El miedo guarda las viñas. No sucumbir siempre es importante. En el average particular, la Real está por delante. Recibe al Rijeka la semana que viene y ahí no queda otra que ganar y esperar a lo que suceda en el partido entre sus otros dos rivales. ¡Forza Napoli! Será el momento de conocer exactamente por dónde pasa el futuro en esta competición antes de visitar San Paolo. Aunque haya un atisbo de decepción por no ganar ayer, seguro que el punto de anoche se valora en su justa medida. Es momento de cambiar de horizonte y esperar la visita del Villarreal, que ayer no pasó del empate y se comportó entre nubes y claros, más o menos como en Alkmaar, donde además llovía.