l fútbol, como la vida, puede ser maravilloso. Su imprevisible condición nos depara sorpresas como las del héroe inesperado que alcanza una porción de inmortalidad al anotar un gol de la victoria en el minuto 92. Jon Bautista se lo merecía y su diana nos reconfortó a muchos, porque hay pocas cosas más satisfactorias que contar con un goleador de casa, capaz de decidir un encuentro en Europa a favor del equipo de su corazón. Porque si algo tiene el de Errenteria es su indiscutible y apasionado sentimiento txuri-urdin.

En el fútbol suceden cosas extraordinarias. Desde que suplentes a los que no les espera nadie salgan en los minutos finales y cosechen un éxito macanudo, hasta jugadores de un acreditado nivel o con unas condiciones estupendas que comienzan competiciones en el banquillo cuando muchos focos estaban puestos en ellos. En los dos apartados doto de la misma responsabilidad a los entrenadores, porque Imanol acertó al apostar por un Bautista a quien conoce bien y en quien confía mucho a pesar de que va a tener dificultad para encontrarle huecos. Y en el caso contrario, sin querer señalar ni hacer sangre, son muchos los técnicos que han sacrificado a talentos descomunales en busca de una fórmula normalmente inexistente que le condujera a la gloria.

Así, casi sin pensar, recuerdo especialmente dos casos significativos. Tres si añado el tema al que quiero acudir. Messi comenzó en el banquillo el Mundial Sub'20 disputado en Holanda en 2005. Tenía 17 años y desde que salió no le quitó el balón nadie hasta alzarse con el título y llevarse el trofeo al mejor jugador. O Marco Van Basten, ese delantero imponente y un referente para toda una generación, que inició la fase final de la Eurocopa de 1988 como reserva. Cuando entró, convirtió a un buen equipo en uno temible hasta proclamarse campeón gracias a ese gol sideral de volea en la final que todos recuerdan. Bueno, antes, cuando ya marcaba chilenas por la escuadra a pesar de sus 188 centímetros, dicen que se lo ofrecieron al Barça libre y Venables prefirió incorporar a Archibald. Que no era mal jugador, pero de otra categoría€

En todos lados cuecen habas y todos guardan muertos en el armario. Como solía repetir con gracia Camacho: "Si aquí hemos llegado a dudar hasta de Zidane". Sin ir más lejos, la Real fichó a Mikel Merino y se pasó media temporada jugando cada semana en un puesto o incluso en el banquillo. Bien es cierto, en defensa de Asier Garitano, que sufrió un par de lesiones que le frenaron y todavía se encontraba lejos de su mejor nivel. Incluso a lo largo de su primera campaña hay que reconocer que no fue ni de lejos el futbolista total de ahora, categoría que, eso sí, ya apuntaba y que alcanzó la pasada temporada. Y me alegro enormemente por el hecho de que haya cogido el toro de su carrera por los cuernos y, en vez de conformarse, como parecía por momentos en su año de estreno en los que sus brillantes apariciones carecían de continuidad y regularidad, haya decidido tomar el tren de figura de este deporte.

La charla que se hizo viral de Mourinho con Delle Ali, centrocampista del Tottenham y de la selección inglesa, me recordó mucho a los primeros meses del pamplonés en Donostia: "Desde el principio, no tenía dudas de tu potencial. Te vi hacer partidos y cosas increíbles, pero siempre he notado que tienes altibajos. Hay una gran distancia entre un jugador que mantiene la consistencia y un jugador que tiene momentos y eso es lo que marca la diferencia entre un jugador top, top y un jugador con un gran potencial. Es algo que no tienes que compartir conmigo, sino que es algo para que te analices a ti mismo y te des cuenta por qué tu carrera ha estado bien... OK, del MK Dons al equipo nacional. ¡Bang! Llegas a la cima y luego... Por qué tienes esos altibajos en tu carrera. Yo no lo sé. No sé si es por tu estilo de vida, si en un periodo eres un magnífico profesional y en otro eres un fiestero... No lo sé, no tengo ni idea. Solo lo sabes tú. Yo tengo 56 años ahora y ayer... ¡ayer! tenía 20. El tiempo vuela. Y un día te arrepentirás, creo, si no alcanzas lo que puedes alcanzar. No espero que seas el hombre del partido cada encuentro o que marques en cada partido. Solo quiero decirte que te arrepentirás. Deberías exigirte más de ti mismo, no yo exigirte a ti, no yo. Ni nadie. Tú. Te tienes que pedir más a ti mismo".

No se puede decir que Merino no se exigió lo más alto. Cuando muchos dudaron de su carácter y personalidad dio un paso al frente que le llevó de ser suplente en la sub'21 campeona de Europa a ser titular en la absoluta. De ser un personaje secundario en la Real a convertirse en su llave maestra, que permite crecer a todos los que juegan a su alrededor. Me lo decía el otro día un alto cargo de un club de Primera: "Tenéis un jugador que os ha cambiado el equipo y que hace bueno a todo Dios". Y no es Silva ni Oyarzabal, que también, sino otro. El nivel de esta Real, sobre todo ofensivo, es de planta noble de la Liga. Pero Merino es otra cosa. Lo hace todo bien. Es completísimo. Se lleva todas por arriba, se le caen la clase y la calidad de los bolsillos, tiene buen pie para dar pases y buscar portería, llega al área y cuando lo hace demuestra instinto goleador€ El jueves estaba completando un pobre partido, uno de los más discretos que se le recuerdan. Incluso daba muestras de fatiga. Tuvo que aparecer un gigante grandullón croata para enfadarle y prender la mecha de la que iba a decantar el encuentro. Primero con un pase a lo Silva para dejar solo a Oyarzabal, cuyo remate se estrelló en la madera, y segundo, para asistir, con todo el sentido y el criterio del mundo, a un Bautista que no desaprovechó el caramelo. Otro día más en la oficina para este superdotado, que encima lo juega todo. Recuerdo con gracia que en una de las últimas entrevistas que le hice le comenté en broma que estará orgullosa su madre porque ya es mejor que el padre. Y me contestó, con absoluta sinceridad, que su madre no creía eso. Quiero comunicarle señor Miguel Merino que su hijo ya le ha superado. Seguro que estarán muy orgullosos porque ahora están disfrutado de la obra que han esculpido y que han mimado, como lo atestiguan las conversaciones postpartido en familia que siempre solían mantener en el backstage de Anoeta.

Merino no es un patito feo que se convirtió en cisne, porque siempre pareció especial. Es tan bueno que le ha dado la vuelta a lo que dijo Urrutia de que nunca intentó ficharle hasta poner en evidencia que, de ser verdad, su incompetencia es supina. Y su error ya ha entrado en los anales de la historia. Porque su incorporación fue estratégica. Primero, simbolizó que ya prefieren venir a la Real antes que a otros clubes. Segundo, apostó por sí mismo, además de por la Real, para relanzar su carrera. Tercero, insistió en su envite, al renovar su contrato ya con propuestas Champions. Y cuarto, el día que se vaya dejará los 75 millones de su cláusula o una cantidad parecida. La operación perfecta. Un fichaje diferencial. Un futbolista para marcar una época y para cambiar el signo de todo un club. Así es nuestro Merino, la pieza clave en el engranaje de la Real de Imanol, que no dudó ni un segundo en darle las llaves del equipo. Porque tiene soluciones para todo. Somos unos privilegiados. La leyenda reza que los buenos equipos realistas han contado con un buen navarro. Que se lo pregunten a Satrus. ¡A por ellos!