a anécdota la contó en su recomendable columna en el Diario As Carlos Marañón, que atesora en su pluma la misma clase que su padre en unas botas que maravillaron a la afición del Espanyol. Este verano relataba en uno de sus artículos que cuando apuraba sus últimos días para tratar de vivir del fútbol ya había comenzado a hacer sus primeros pinitos periodísticos. Al parecer, uno de sus compañeros, Rafa, que le hizo un hat-trick al Recreativo el día que se despidió con 37 años, se debió poner serio con él y le comentó: "Hijo, el periodismo solo tiene una ventaja, pero, aunque nadie es eterno, es bastante seria. Los periodistas duran mucho más que los futbolistas: cuando yo me retiré, y aún muchos años después, los periodistas que habían empezado conmigo en el fútbol, todavía estaban allí. Malos, buenos o mediopensionistas, nos ven pasar a todos". Como destaca el propio Marañón, de esta forma ha podido llevar mucho mejor la frustración de no haber sido futbolista, además de resumir su teoría individual con un irónico: "He seguido jugando al fútbol simulando que de mayor quería contar historias, pero en realidad me engañaba a mí mismo".

Uno jamás podrá decir lo mismo, ya que me quedé muy lejos de ese penúltimo escalón, pero admiro a los que dejaron el balón por una vocación como la periodística. Y en este sentido lanzo otro especial saludo a mi amigo Matilla, que dejó la cantera del Albacete para trabajar en prensa. Y así lo cuenta, también de forma magnífica, en su libro Por si acaso, una preciosa y muy graciosa crónica sentimental del equipo de su tierra correspondiente a la colección Hooligans Ilustrados a la que pertenece también el imperdible Mi abuela y diezmás de Ander Izagirre. Lo reconozco sin ruborizarme, yo sigo jugando al fútbol, por lo que más que yo no se engaña nadie, aunque cada vez trato de desvincular los partidos de mi equipo de mis relatos por motivos obvios. Todos ellos igual de decadentes y deprimentes.

Creo que la carrera de periodismo está mal. Deberían tener como asignatura obligatoria las crisis del Barcelona y del Valencia. Las explosivas consecuencias de cuando alguno de sus dirigentes se sienta sobre el botón de la desintegración. No me quiero ni imaginar cómo habrán vivido esta vorágine de noticias producidas desde el final de la pasada temporada, todas ellas negativas. Todo disgustos para una afición que, no lo olvidemos, hace solo dos veranos celebró a lo grande la consecución de otro título de Copa del Rey. El octavo. Palabras mayores, porque a estas hay que sumar las seis ligas, una Recopa y tres Copas de la UEFA. Y, sin embargo, por muy bien que esté, su estabilidad siempre parece pender de un hilo.

En Valencia hay grandes periodistas aunque la prensa ché sea muy especial. Todavía recuerdo las semanas que nos hicieron pasar con el primer culebrón Rulli, cuando ponían en duda todo lo que publicábamos aquí del entorno txuri-urdin. Con el tiempo no tuvimos problemas en asumir quién tenía razón, pero al igual que los periodistas mexicanos este verano, era levantarse cada mañana y asustarse con más de 50 mensajes en el teléfono que te hacían temer lo peor en forma de una desgracia familiar.

Este verano me sucedió una cosa graciosa, de estas que solo pueden pasar en redes sociales. Un aficionado valencianista publicó una parada antológica del mítico portero valencianista Sempere a Satrústegui en Atocha, acompañada de una leyenda en la que destacaba que nunca había visto a "un meta con esos reflejos". Los que me conocen saben que no soy de entrar en las cosas; más bien soy una persona prudente que se lo piensa bien antes de contestar, pero no pude evitar corregirle: "Igual el que estaba en la portería de enfrente. Digo yo eh...". Cuál fue mi sorpresa que a los pocos minutos fue el propio Sempere quien me respondió con un contundente: "Toda la razón. Un abrazo". Ya lo ven, hay esperanza, no todo es malo en el mundo Twitter (por cierto, mi amigo del Zaragoza del que les hablé, una noche que me puse nervioso con el tema Arconada me espetó con su fina ironía: "Todo el mundo sabe que el mejor ha sido Vitaller". Él es así).

Y rescato esta anécdota, con dos de los mayores emblemas de Zubieta y Paterna frente a frente, para constatar que en los días que se viven y, qué narices, también como filosofía de vida, es magnífico contar con la cantera como solución para todo. Con esto no quiero decir que, por ejemplo, no haya que fichar un central, algo que me parecería un auténtico disparate una vez vendido Llorente, pero si el Valencia hubiese contado con un grupo de canteranos fuertes, preparados y con calidad para derribar la puerta del primer equipo, no se encontraría en esta situación agónica. Como hace ahora su directiva, es muy sencillo ordenar a tu entrenador, un Javi Gracia muy valorado en Zubieta y que está acostumbrado a apostar por el talento novel, que busque y encuentre las soluciones en su vivero (vendemos nosotros a nuestra joya por 25 millones como el Valencia a Ferrán Torres al City y nos presentamos con antorchas en casa de Aperribay). Ojo que con esto no estoy criticando que el vivero valencianista sea malo, porque aquí tenemos como ejemplo ahora a David Silva, el que ha sido probablemente su mayor diamante de los últimos años. He conocido auténticos equipazos del Valencia en categorías inferiores y ya veremos si estos chavales no les sacan las castañas del fuego esta vez, aunque el recurrir a ellos sea por una imperiosa obligación más que por convicción. Pero bastante poco se habla de lo que se está logrando con Zubieta. No paran de salir jugadores, todos ellos con un talento descomunal y a los que cuando les dan la alternativa demuestran estar muy preparados para competir. Un año debutan nueve y piensas que hasta dentro de varios cursos no aparecerán más y pocos meses después ya hay otra camada de más de cinco con la cabeza metida en el primer equipo. Uno ya casi titular como Zubimendi, otro lleva dos goles como Roberto López y hasta aparece un gigante con una pinta extraordinaria como Urko. No es normal y se dice poco. Parece el milagro de los panes y los peces.

Como destacó Sebas Martija en redes sociales, en las convocatorias del pasado fin de semana de Real y Athletic figuraban 20 futbolistas que en algún momento han pasado por Zubieta. Y eso que están lesionados Illarramendi, Sangalli, Zubeldia, Zaldua, Guridi€ Increíble. Con unos pilares tan fuertes y sólidos, imposible ya que se nos desmorone el club por muy burro que sea quien se siente en la poltrona txuri-urdin y se dedique a jugar con el caprichoso botón de la autodestrucción. La Real va muy bien. Es para sentirnos muy orgullosos. Sin confianzas. ¡A por ellos!