os palos de Barrenetxea y dos claras oportunidades de Portu. Cuatro jugadas que, perfectamente, podían haber acabado en gol. No fue así. De hecho, la Real marchó al descanso 0-2. Es difícil de explicar lo que pasó ayer entre las 19.30 y las 20.15 horas.

¿Fue peor la Real que el Granada en la primera parte? En absoluto. Tuvo más balón (63% de posesión), más ocasiones (11 remates contra 2), más tiros libres (10 contra 8), más córners (5 contra 1) y completó casi el doble de pases (232 frente a 136). Pero no paró ni un tiro. Los dos disparos del Granada a puerta fueron para dentro. Cosas del fútbol. De un fútbol que está siendo injusto con esta Real posconfinada.

El jueves lo comentaba Imanol: "Hemos salido del agujero y ahora queremos coger la ola buena". El técnico oriotarra hacía un símil con las traineras, como hijo de Orio que es. La suya, esa que patronea en una enorme lona en Anoeta, volvió a perder ayer la remada. ¿En el agujero? No, porque la trainera sigue avanzando, pero pesa mucho. Demasiado para poder coger esa velocidad de crucero que tenía antes del COVID-19. Lo intenta, y es evidente que el equipo desea ese billete a Europa. Con qué rabia celebró el equipo el tanto de Merino en el primer tiro a puerta de la segunda parte. Con qué fuerza le pegó Oyarzabal a ese balón de gol que le regaló Djouahra, otro potrillo más que galopa en Primera. Pero nada, fue imposible. De no creer. Cuando la Real tenía contra las cuerdas al Granada llegó el gancho final. Tres remates a puerta, tres goles. Y claro, así es imposible. Cosas del fútbol. Fútbol cruel.

La derrota de anoche escuece, y mucho, porque es una oportunidad de oro perdida, pero no debe hacer decaer la esperanza, la ilusión. La trainera no está ni mucho menos hundida y sus remeros están sacando fuerzas de donde, literalmente, ya no hay. El que más frescura tiene es Barrenetxea. Titular ayer y, posiblemente, también el lunes frente al Villarreal. El donostiarra fue la sonrisa del equipo, junto a un Oyarzabal que comandó desde el centro al equipo. La última ola está ahí, esperando. ¿La cogerá en Castellón? Y lo más importante: ¿se la dejarán coger?