ormí fatal la noche del jueves al viernes. Vueltas y más vueltas al partido de Mendizorroza, al estado del equipo, al ritmo diésel y a todo lo que sabéis de sobra y que no voy a repetir. En los ratos de insomnio pienso en muchas cosas. Entre ellas, en el artículo que debo escribir tras el siguiente encuentro. En concreto, el de anoche. Dicen los refranes que "a la tercera, la vencida", que "no hay dos, sin tres", que€ repasé el viejo credo en latín hasta encontrarme con el Resurrexit tertia die secundum scripturas (y al tercer día, resucitó, según las escrituras). Deberé seguir buscando entre la tradición oral para afrontar otra derrota.

Las viejas escrituras se pudieran cambiar por las ilusiones y los deseos de ver al equipo vivito y coleando. Siempre, los partidos con el Real Madrid o Barcelona, los grandes, añaden un plus de motivación que cubre muchas veces las deficiencias. Tras dos encuentros sin éxito, llegaba la oportunidad de resarcirse de los fiascos. Un triunfo ante los de Zidane conllevaba una dosis de autoestima y liberación. Todo al mismo tiempo.

Está claro que debemos convivir con las dudas que se derivan de una pretemporada urgente tras mucho tiempo de inactividad, por mucho trabajo que realizaran en el confinamiento. Conviene no perder de vista que, ajenos a la ortodoxia al uso, los equipos no han disputado amistosos, salvo partidos entre ellos, a puerta cerrada. No es lo mismo. Es recomendable entender que jugar tantos partidos en tan poco tiempo, obliga a los técnicos a saltarse las normas tratando de gestionar una solución inverosímil. Las lesiones y las expulsiones responden en parte a ese descontrol en el que se han sumido los equipos.

Para más inri, leo en este diario un reportaje que asegura que "cenar tarde, engorda". ¿Será que les pesa el culo? ¿Será que nos estamos poniendo como vacas frisonas a base de chuletas de Villagodio? ¡Tanto partido a las diez de la noche! Las jornadas se hacen eternas. Cuando llega la hora estás medio dormido y como el partido no te cautive demasiado, caes en el sillón, más en plan oso Yogui que al modo de Juliette Recamier, la madame que pintó Jacques David y que puedes ver en el Louvre. No os voy a decir cuál, pero en la pasada jornada me quedé sopa viendo un insoportable encuentro. Al despertarme tenía más contracturas que La Contrahecha, con bloqueo cervical, medio tirón ciático y gemelos acartonados. Me fui estirando al son del crack, catacrack.

Llevo sobredosis de partidos, tanto de Primera como de Segunda. Los dos rivales que nos agobiaron, pocos días después se llevaron un sopapo de campeonato. A uno, cinco; al otro, seis. ¿Quiere ello decir que se vacían contra nosotros y ya nos les queda fuelle para el siguiente asalto? ¿Quiere ello decir que superarnos conlleva un plus de autoestima? ¿Quiere ello decir que estas jornadas son algo así como un aquí te pillo, aquí te mato? Casi nadie gana en casa. No hay partidos sin polémicas, con jugadas pintureras y entretenimientos varios. Incluso, declaraciones tan elocuentes como las de Piqué que lo deja casi siempre tan clarito como los chorros del oro. No da puntada sin hilo. Después de todo lo que pasó anoche se lo han puesto a huevo.

No sé qué partido esperabais, pero de entrada debo reconocer que ya en el primer tiempo, con seis cambios en la alineación respecto del encuentro de Gasteiz, el son del equipo fue otro. Claramente mejoró el ritmo, trató de tú a tú al rival. Replegó cuando hizo falta y se fue con desparpajo hacia la portería de Courtois, aunque sin diseñar claras ocasiones. Al principio y al final de este periodo, los madridistas apretaron más, mirando a Benzema, esperando a James y sin concesiones en la retaguardia. Y si había que sacudir, se rascaba con tal de evitar sustos (la acción de Casemiro sobre Merino, por ejemplo). ¡El VAR, de miranda! Conviene no olvidar que los de Zidane se están jugando el campeonato y una derrota pudiera ser decisiva. No había tiempo para la tregua en ninguna parte del campo, porque los realistas también necesitaban los puntos para su objetivo.

Llegó el segundo tiempo y apareció la Tomasa con sus títeres. No era lo que esperábamos. Al poco, un penalti al que le dieron muchas vueltas antes de validarlo. Un tanto que sube al marcador y cae como losa sobre las huestes de Imanol. Después el gol anulado a Januzaj por el estatuario de Merino. Más tarde, el remate de Benzema que empieza en el brazo y termina en el hombro. Cualquier persona neutral calificaría todo como un escándalo. ¡Estamos hasta las mismísimas! Aunque, en esta acción, como en otras precedentes, quizás faltó intensidad defensiva. Con 0-2 en contra se abrió la ventana de los jóvenes, con presencia de Martín Zubimendi (debutante) y Roberto López antes de que Mikel Merino cobrara un zurdazo monumental para recortar la diferencia. Por cierto, zorionak, que hoy es su cumpleaños. No encontraron ninguna razón para anularlo. Quedaba poco tiempo por delante para que llegara la heroica, esa resurrección soñada. Pasado mañana, partido otra vez. Contra el Celta plenipotenciario de ayer ante el Alavés. También en casa, aunque eso da lo mismo. Esperamos la victoria. Sin desesperar y con la confianza intacta en sus fuerzas y en su compromiso!