- "Me ayuda leer sobre filosofía; en especial, amo a los estoicos". Alexander Isak sorprendió a propios y a extraños en mitad de la cuarentena en una entrevista concedida a la prestigiosa revista France Football.

Un mes después de aquellas declaraciones, el delantero sueco volvía ayer a la titularidad de la Real. Por delante, un reto mayúsculo: el Real Madrid. El mismo gigante al que el sueco, otro gigante, había desarmado en un plis-plas en la Copa.

Los estoicos consideran que los sabios no necesitan nada ni a nadie. Que la felicidad se obtiene, entre otros aspectos, siguiendo dos ideas: soporta y renuncia. Lo cumplió Isak anoche, que se pasó la primera parte jugando de espaldas a la portería y renunciando a rematar. Recuperó incluso algún balón, formando parte de esa mejoría grupal, al menos, en lo que a la defensa se refiere.

Buena presión txuri-urdin en el primer tiempo, que mitigó las imprecisiones del ataque. De esas personas que debían romper líneas, según explicaba Imanol en la previa. De ese Martin Odegaard, que aún no ha vuelto a ser el capitán de la prolífica conexión escandinava.

Anoche, Isak estuvo más solo que nunca. Bregándose con dos de los mejores centrales de La Liga, pero sin disfrutar de los balones filtrados de dos de los mejores atacantes de la competición (Odegaard y Oyarzabal). Se sintió huérfano el bueno de Isak, que tuvo la mejor ocasión en el minuto 50 de partido, en la primera ocasión de peligro de la que dispuso. No disparó de primeras, erró en la elección y, en lógica, la jugada acabó desbaratada por la defensa merengue.

Soportar y renunciar, decíamos. Es lo que está haciendo en esta vuelta a la competición la Real con Odegaard. Desaparecido en los dos primeros choques, ayer tuvo más balón, pero sus pases fueron imprecisos. Preocupante su actuación, pero, como el resto del equipo, merece -y necesita- confianza.

Porque la confianza es la clave: "Te permite no tener miedo de hacer en el partido lo mismo que en un entrenamiento", aseguraba Isak en el confinamiento. De momento, la Real va justa de ella, así como de juego y puntos -que acostumbran a ir de la mano-. Ahora solo falta que, en esa mejoría latente del equipo, la Real cuente con el respeto de los jueces del fútbol. Se puede ser como Isak, estoico, y no necesitar a nada ni nadie. Y en eso seguirá la Real, trabajando sin ayudas, pero esperemos que con menos perjuicios.

Árbitro decisivo. "Estos pequeños detalles, cuando son en contra, marcan y mucho", reconoció Imanol Alguacil tras el partido. "Dolidos" se marcharon los txuri-urdin de Anoeta, que, sin embargo, "han dado una mejor imagen", apuntaba el míster como punto positivo a futuro a pesar de la derrota. "No hemos merecido perder y no ha sido justo el resultado", aseguró el técnico oriotarra, que quiso lanzar un mensaje de optimismo: "Si competimos así, las victorias llegarán".

Enfado de Merino. El goleador txuri-urdin del partido, Mikel Merino, se sentía "más enfadado que triste" tras el partido. El mediocentro, de vuelta al equipo tras la sanción, aseguró que el árbitro erró en "puntos claves que han decantado la balanza". "No ha dudado ni un segundo en levantar el banderín (en el gol anulado a la Real)", lamentó el navarro. Contrariado, como todos.

La conexión escandinava entre Odegaard e Isak volvió a fallar anoche, en la primera titularidad del sueco tras el parón por el confinamiento