legó a la Real sobre la bocina. A última hora y, según dictaban las imágenes, pasado de kilos. El club se había pasado todo el verano intentando sacar a Álex Geijo del Levante. No lo consiguió. Y la solución para acompañar a Iñigo Díaz de Cerio en la nómina de arietes aterrizó desde Turquía. Las primeras instantáneas de Necati no resultaron precisamente alentadoras. Pero sí su currículum. Se incorporaba al club, cedido por el Galatasaray, un delantero de 28 años y buena trayectoria a sus espaldas. Había conseguido marcar en la Champions, en una victoria en Estambul (3-2) contra el Liverpool de Xabi Alonso y Rafa Benítez. También había visto puerta en una repesca mundialista contra Suiza. Y, con semejante bagaje en partidos de primer nivel, se incorporaba a un equipo que entonces militaba en Segunda División.

Sin embargo, nunca ofreció las prestaciones que podían presuponérsele. Dejó pinceladas que le definían como un futbolista capaz de entender el juego y de asociarse con los compañeros. Pero lo suyo con el gol, al menos con la elástica txuri-urdin, resultó desesperante. Desde malas decisiones hasta fallos garrafales en la definición, pasando por grandes paradas de los guardametas rivales que le impedían estrenarse. Lo hizo entrada la primavera, cuando Abreu e Imanol Agirretxe eran ya los puntas más utilizados por Juanma Lillo. Sucedió en un partido en Anoeta, contra el Celta de Vigo.

En el banquillo celeste, Eusebio Sacristán visitaba Anoeta como técnico por primera vez. Veía cómo su equipo se adelantaba con dos goles. Y asistía después a la igualada txuri-urdin, en un accidentado partido que se saldó también con la lesión de Mikel Aranburu, baja para lo que restaba de curso. No fue trascendente su ausencia, ya que a la Real le quedaba poco en juego en su segunda temporada en la categoría de plata. En medio de un final de campaña sin objetivos, menos de 15.000 espectadores presenciaron en directo el único gol de Necati como blanquiazul. La tarde coincidió con la disputa de un Real Madrid-Barcelona con medio título en juego, aquel histórico 2-6 de los de Guardiola. La celebración del momentáneo empate culé (1-1), obra de Carles Puyol, se hizo sentir en el estadio donostiarra.

Cedido por el Galatasaray, solo pudo marcar un gol con la camiseta txuri-urdin, en un triste empate casero contra el Celta de Eusebio