MIRANDÉS Limones, Alexander González (Carlos Julio, m. 60), Sergio, Odei, Franquesa, Malsa, Guridi, Álvaro Rey (Mario Barco, m. 81), Antonio Sánchez (Macos André, m. 71), Merquelanz, Matheus.

REAL SOCIEDAD Remiro; Zaldua, Aritz, Le Normand, Monreal; Zubeldia, Odegaard (Sangalli, m. 90), Merino; Januzaj, Oyarzabal (Barrenetxea, m. 68) e Isak (Willian José, m. 62).

Goles 0-1, m. 39: Oyarzabal, de penalti.

a Real jugará la final de Copa 32 años después. Ese es el resumen de una noche inolvidable, repleta de nervios y emociones fuertes. De uñas mordidas, corazones encogidos y lágrimas de alegría. El equipo realista sabía lo que se jugaba, se sentía superior, y era consciente de que viajaba con ventaja y de que no podía dejar escapar una oportunidad histórica para devolver a su escudo a la lucha por los títulos más de tres décadas después. Cerca de 2.000 seguidores blanquiazules, de los que solo pudieron entrar algo más de la mitad en las gradas supletorias del fondo sur, viajaron hasta Miranda de Ebro para alentar a los suyos. Una vez superadas las dudas de la ida con las victorias consecutivas ante Valencia y Valladolid, se fue acercando la hora del duelo y se percibía que la confianza de la Real y su gente estaba por las nubes. Y se notó, y mucho, en cuanto comenzó a rodar el balón.

Muchos presagiaban sufrimiento y sudores fríos, pero no fue así. Si algo se le había reprochado muchas veces a Imanol era la ausencia de un plan B de garantías y, después de que en el duelo de Anoeta se le hubiese criticado su inmovilismo y su falta de reacción, en Anduva se convirtió en el gran vencedor. No solo porque fue el auténtico artífice de volver a llevar a la Real a toda una final y colocarla en el umbral de la gloria al convencer a sus pupilos de que era posible, sino también porque su inesperado planteamiento táctico anuló por completo al Mirandés y le permitió clasificarse sin apuros. Por una noche aparcó el control de la posesión y la salida desde atrás para protegerse con balones largos que evitaban la asfixiante primera línea de presión local. Siempre estuvieron más cerca del gol y cuando anotó Oyarzabal desde los once metros acabó con el peligro del 1-0 que hubiera resultado letal.

Si el oriotarra fue el protagonista del día, en el campo lo fue Januzaj. El belga casi anotó en dos ocasiones en la primera parte, antes de proyectar a Zaldua, cuyo centro cortó con la mano Almansa. La pena máxima la convirtió el de siempre. Willian José también puso a prueba a Limones con un lejano obús. En la reanudación, Januzaj estrelló una rosca en el larguero y Remiro sofocó todo el peligro que llegó a sus aledaños.

El mejor equipo del torneo, el único que ha ganado todos sus partidos, esperaba rival en la final. La noche de Miranda ya figura con letras de oro en la leyenda txuri-urdin. ¡A por el título!