REAL SOCIEDAD Remiro; Zaldua, Aritz Elustondo (Guevara, min. 67), Le Normand, Monreal; Odegaard, Zubeldia, Mikel Merino; Januzaj, Oyarzabal e Isak (Willian José, min. 66).

MIRANDÉS Limones; Alexander, Sergio, Odei, Kijera; Guridi, Malsa, Merquelanz, Sánchez (Peña, min. 75), Álvaro Rey (Iñigo Vicente, min. 85); y Matheus (Marcos, min. 69).

Árbitro Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Monreal, Oyarzabal, Zaldua y Kijera.

Goles 1-0, min. 8: Oyarzabal, de penalti. 1-1, min. 39: Matheus Amas. 2-1, min. 42: Odegaard.

odo estaba preparado para una fiesta completa. La Real afrontaba el primer asalto para alcanzar una gran final 32 años después como gran favorito frente a un adversario de categoría inferior. No se puede decir que los donostiarras se presentaran a la cita pecando de exceso de confianza, porque tenían perfectamente estudiado al Mirandés, gran revelación del torneo al haber dejado en la cuneta a Celta, Sevilla y Villarreal. Que se dice pronto. La afición txuri-urdin preparó un recibimiento al equipo acorde con la importancia del envite e invadió la Avenida de Madrid para hacer un pasillo entre bengalas, humo y un colorido espectacular por el que cruzó a paso de burra el autobús txuri-urdin.

Lástima que los realistas no pudieran estar a la altura de la inusitada expectación que se generó en la previa y en la misma grada. El menos pensado y el más esperado, perdieron pie. Sintieron vértigo. Como reconoció su propio entrenador, les pudo la presión por la euforia de su afición, que quizá, viendo la excelsa trayectoria con la que se presentó al duelo. Imaginó una goleada o una sentencia de la eliminatoria y de repente se encontraron con un contrincante incómodo y pegajoso que provocó que ninguno de sus jugadores rindiera a su nivel habitual. Y eso que en realidad firmó un comienzo idílico. Cuando aún no había dejado de resonar el éxtasis por el inicio del duelo, y tras un primer susto de Merquelanz que repelió Remiro, Portu forzó con picardía un penalti a los pies de Odei y Oyarzabal no faltó a su cita con el gol.

Pero poco a poco el Mirandés de los cedidos Guridi, cuya cabeza pelada brillaba por todo el campo, y Merquelanz, con su puñal por la banda izquierda, fue creciendo a través de controlar el duelo con su presión adelantada. Fruto de ella, llegó una pérdida de Odegaard que acabó convirtiendo en el empate Matheus. Con Anoeta cada vez más callado, el noruego se resarció y convirtió el 2-1 después de que Limones detuviera su primer lanzamiento y el siguiente de Portu.

Tras el descanso, Portu desperdició la opción más clara con un remate al muñeco cuando se encontraba solo en el área, pero los burgaleses se fueron adueñando del choque hasta el punto de que, a pesar de no generar apenas peligro, convirtieron el final en un funeral. Pocos se dieron cuenta en ese momento de que en su peor noche en casa de 2020 la Real había logrado ponerse en ventaja en la eliminatoria y que la vuelta, con las cartas descubiertas sobre la mesa, no se iba a repetir la misma historia… Al tiempo.