u fichaje prometía. Y mucho además. Jérémie Bréchet aterrizó en la Real con solo 24 años. También con un currículum notable que invitaba al optimismo. A su corta edad, acumulaba ya seis temporadas en el fútbol profesional, cinco con el Olympique Lyonnais, en cuya cantera se formó, y otra en el Inter de Milán, que durante el verano de 2003 pagó tres millones de euros por su traspaso. Esta circunstancia impidió al galo medirse a la propia Real en aquella eliminatoria de Champions. E implicó para este el inicio de una campaña muy complicada en Italia. Tras despuntar en el torneo galo y participar de forma activa en las dos primeras ligas del Lyon en aquella serie de siete consecutivas, lo suyo en el Calcio no cuajó. En un año disputó doce partidos como nerazzurro, solo cuatro de titular.

A la hora de planificar la campaña 2004-05, la Real se fijó en Bréchet. Su caché futbolístico seguía siendo importante. Y el carácter más áspero de la liga italiana podía explicar el fracaso vivido en Milán. Pagaron los txuri-urdin 1,5 millones por el fichaje. Pero el defensa tampoco cuajó en Donostia, donde vivió una trayectoria marcada por las lesiones. En dos campañas, tan solo pudo disputar 20 partidos, correspondiendo 17 de ellos al primer curso y únicamente tres al segundo. Tras un año prácticamente en blanco, José Mari Bakero sorprendió alineándole como titular en la penúltima jornada de la Liga 2005-06. La Real se jugaba la permanencia, en casa contra un Celta de aspiraciones europeas. Y el sufridísimo 2-2 final, unido a otros resultados, otorgó la salvación a los blanquiazules. Estos, con Bréchet de nuevo en el once, viajaron sin presión a Barcelona para cerrar el torneo en la jornada final contra el Espanyol. Y el cuadro perico, con Lotina en el banquillo, se salvó gracias a un gol en el tiempo de descuento.

Bréchet, que falló en la diana espanyolista, abandonó el club durante la pretemporada posterior. Tras dejar Donostia, jugó cinco temporadas en el Sochaux (con una experiencia intercalada en el PSV Eindhoven), una en el Troyes y otra en el Girondins de Burdeos, antes de defender durante cuatro años la camiseta del Gazélec Ajaccio y colgar las botas en 2018. Ahora inicia su trayectoria como entrenador, en las categorías inferiores del Olympique Lyonnais.

En su segundo y último curso en Donostia solo jugó tres partidos, pero Bakero le dio la titularidad en el encuentro decisivo por la permanencia