rédéric Peiremans se lleva la palma en el particular libro de los récords de la Real. Llegó al club durante el verano de 2000 y, lastrado por las lesiones, nunca llegó a jugar un partido oficial pese a integrar la primera plantilla txuri-urdin. Puestos a buscar un caso que se acerque al del belga, toca recordar el de Boukary Dramé, defensa internacional con Senegal y zaguero blanquiazul durante la temporada 2008-09. Militó en el plantel durante el curso completo, pero solo llegó a disputar dos encuentros, uno de Copa en octubre y otro de Liga en noviembre. Balaídos y el Nou Estadi de Tarragona asistieron en directo a las únicas comparecencias de Dramé con la camiseta realista.

La segunda de ellas tuvo lugar en el campo del Gimnàstic, en la categoría de plata, y se saldó con un triunfo (1-2) logrado gracias a un gol en el último minuto de Iñigo Díaz de Cerio. Fue la última diana como txuri-urdin del delantero donostiarra, quien solo una semana después de aquel encuentro sufriría contra el Eibar aquella aparatosa lesión de tibia y peroné. Entonces resultaba inimaginable, pero en pleno noviembre Dramé estaba disfrutando en Tarragona de sus últimos minutos sobre el césped con la camiseta de la Real Sociedad.

La negativa experiencia del franco-senegalés como txuri-urdin contrasta con un currículum general más que aceptable. Por mucho que conociera en ellos épocas pasadas más discretas, ha integrado clubes ahora laureados. Creció como futbolista en el filial del PSG, cuya primera plantilla integró durante dos temporadas completas, entre 2005 y 2007 (disputó 39 partidos y marcó tres goles). Militó después en el Sochaux, club que le cedería a la Real y al que regresaría tras dejar Donostia para jugar otros dos años en la liga francesa. Y desde 2011 ha convertido Italia en su hábitat, pasando por Chievo Verona (2011-2014), Atalanta de Bérgamo (2014-2018) y SPAL (2018). Tras un tiempo sin equipo, juega desde el pasado octubre en el Paganese, un club de tercera con sede en Pagani, localidad sureña a la que solo el Vesubio separa de Nápoles.

Alejado del foco transalpino del coronavirus, seguro que Dramé, a sus 34 años, mira con preocupación a Bérgamo. Allí dejó una ciudad ahora maltratada por la crisis sanitaria. Y dejó también un club al alza, el Atalanta, con el que acumuló 68 partidos.

Su segundo y último partido, en Tarragona contra el Nàstic, coincidió con el último gol de Iñigo Díaz de Cerio como futbolista txuri-urdin