ablo Hervías (Logroño, 1993) ya ha demostrado durante su carrera atesorar un nivel óptimo para destacar en el fútbol profesional. Su papel en el Elche (2016-17) y en el Valladolid (2017-18), en ambos casos en Segunda División, resultó importante y destacado. Y durante el presente curso, principalmente en las jornadas iniciales, ha acreditado con la camiseta pucelana que también es capaz de ofrecer un rendimiento notable en la máxima categoría. El bagaje general que acumula, sin embargo, se antoja pobre si lo comparamos con las expectativas que este extremo diestro llegó a generar cuando daba pasos adelante en las categorías inferiores de la Real.

Debutó con el Sanse aún en edad juvenil, en la temporada 2011-12 a las órdenes de Meho Kodro. Y sus filigranas en la banda llamaron la atención desde un principio, llegando estas a oídos de la afición. En la tercera jornada de aquel curso, el filial txuri-urdin recibió a la Arandina, en Anoeta. Y el encuentro se jugó inmediatamente después de un amistoso que el primer equipo disputó en el estadio ante el Stade Brestois. Muchos de los que apostaron aquella tarde por una doble sesión de fútbol lo hicieron animados por las referencias que llegaban de Hervías, quien no logró brillar en un aburrido empate sin goles.

El riojano debutó en la élite en abril de 2014 de la mano de Jagoba Arrasate, en un 2-1 al Espanyol en Anoeta con un gol de Vela en el descuento. Una campaña después, con el técnico de Berriatua ya en apuros, Hervías se estrenó como goleador abriendo el electrónico en una derrota casera (1-2) contra el Getafe. Jagoba fue cesado dos jornadas después. Llegó Moyes. Y el extremo concluyó el curso cedido en Osasuna, participando en la agónica salvación de la última jornada en Sabadell. Quién sabe qué sería hoy del club navarro de haber caído a Segunda B. Y qué sería incluso del propio Jagoba, quien habría tenido más difícil (o no) hallar esa oportunidad que tan bien está aprovechando.

En verano de 2015, la Real cedió a Hervías al Oviedo. Un año después, lo prestaría al Elche. Y en 2017 el futbolista se desvinculó del club txuri-urdin para recalar en el Eibar, que le cedió a su vez al Valladolid. De regreso a Ipurua, su papel como armero resultó testimonial. Y el pasado julio recaló de nuevo en Pucela, ya en propiedad a cambio de un millón.

Jagoba Arrasate le dio la alternativa en abril de 2014; meses después, el riojano marcó su único gol con el primer equipo, al Getafe