Ha sido bonito. Está siendo bonito. Pero agradeceremos el respiro. Desde esta misma noche, la musiquita de la Champions y el olor a pizza en el horno nos van a reconciliar un rato con la indiferencia ante el resultado, con la tranquilidad del espectador neutral que solo quiere disfrutar de un partido. Fútbol, únicamente fútbol, cuando a lo largo de los últimos miércoles (o jueves) el realzale se ha jugado alegrías o disgustos, madrugones felices o tristes, sonrisas o malas caras en el curro. Bendito paréntesis, aumentado además tras el aplazamiento de Eibar. Mero paréntesis, al fin y al cabo. Una mariposa, aunque solo sea una, permanece ahí, en nuestro estómago, aleteando y recordándonos constantemente que el 4 de marzo toca ir a Anduva.

La eliminatoria contra el Mirandés experimentó en Anoeta un giro emocional de 180 grados. En solo 90 minutos, la Real pasó de finalista más que segura en Sevilla a afrontar ahora el partido de vuelta ante la suma del Bayern del Torpedo Müller, el Barça de Guardiola y el Milan de Arrigo Sacchi. Así es este deporte, de extremos anímicos, cuando la verdad en él reside, como en casi todas las materias, en el término medio. Los de Andoni Iraola son un señor equipo, y no la banda que muchos parecían esperar. Pero las semifinales están en el aire y los txuri-urdin conservan, a mi modesto entender, más opciones de billete que su adversario. Se trata ahora de mejorar. De repasar. De analizar. De trabajar, en definitiva, para que el segundo encuentro resulte diferente al primero. Yo confío. En tiempos como estos, 20 días de tensa espera, tiendo a acordarme de todos aquellos que deben emplearse a fondo en los laboratorios de Zubieta, ajenos a lo exterior, para cocinar con frialdad el partido de Miranda. Sí, quedan de por medio Valencia y Valladolid. Pero el fútbol también exige avanzar con el foco situado sobre el largo plazo. Que se lo pregunten si no a Pep Lijnders.

¿A quién? A Pep Lijnders, técnico holandés y asistente de confianza de Jürgen Klopp. El pasado diciembre concedió una deliciosa entrevista a The Guardian en la que desgranaba cómo transcurrieron los dos meses previos a la conquista de la Orejona en el Wanda Metropolitano. Liverpool-Barcelona. Tottenham-Ajax. Las semis no habían arrancado aún. Y Klopp ya miraba a horizontes relativamente lejanos. "Estamos eliminados de la FA Cup. Así que, si nos clasificamos para la final de Madrid, tendremos 20 días libres, sin competición, entre la última jornada de la Premier y el partido decisivo de la Champions. Es demasiado tiempo. Hay que hacer algo". El alemán ordenó a Lijnders la organización de un amistoso. Un amistoso secreto que se jugaría el sábado previo a la final. Un amistoso cuyos hilos comenzaron a moverse cuando el Liverpool no había sufrido aún a Messi en el Camp Nou. Un amistoso que continuó cociéndose a fuego lento pese al 3-0 encajado en el coliseo culé. Lo dicho. Avanzar por delante de los acontecimientos.

Klopp encomendó a su ayudante la siguiente misión. Debía peinar el panorama futbolístico europeo para dar con dos equipos susceptibles de enfrentarse a su Liverpool en el mencionado duelo de preparación. Uno tenía que asemejarse al Tottenham de Pochettino. El otro, al sorprendente Ajax. La hipotética elección la marcaría, como es lógico, el resultado de la otra semifinal. Terminaron pasando los reds, tras una histórica remontada. Terminaron pasando los Spurs, tras un épico final en Ámsterdam. Sorprendieron los desenlaces de ambas eliminatorias. Pero el trabajo ya estaba hecho. Cuando se conoció qué dos equipos se enfrentarían en el Wanda, Lijnders solo tuvo que apretar un botón. Sábado 25 de mayo. Marbella. Liverpool-Benfica B. Los portugueses aterrizarían en la Costa del Sol cuatro días antes, en secreto. Nadie debía enterarse de su presencia allí. "Hablamos con el técnico. Le hicimos una presentación sobre cómo queríamos que jugasen. Lo entrenaron junto a nosotros. Y disputamos el encuentro". Las noticias sobre el amistoso solo trascendieron a posteriori. Lo ganó 3-0 el cuadro inglés. Abrió el marcador Mané en el primer minuto, gracias a un balón largo y al espacio idéntico al que sirvió al senegalés en el Wanda para provocar un tempranero y decisivo penalti.

No creo que Mikel Labaka esté buscando clones de Athletic o de Granada para organizar un partidillo. Al fin y al cabo, la última Champions del Liverpool presenta evidentes diferencias respecto a la situación actual de la Real en la Copa. Pero sí muestra cómo el trabajo y la capacidad para aislarlo de las circunstancias del momento pueden suponer una importante siembra a futuro. Gipuzkoa es esta semana menos optimista que la pasada respecto a la final de La Cartuja. Las webs de los hoteles sevillanos van a respirar algo más tranquilas de aquí a primeros de marzo. Mientras, ajenos a esos comprensibles vaivenes anímicos, los profesionales del club miran a, entre otras muchas cosas, cómo afrontar con mayores garantías la segunda parte de la eliminatoria. Estamos en el descanso. Y hemos jugado mal la primera mitad. Pero vamos ganando. Que no se nos olvide. Yo lo habría firmado en agosto. ¡Qué digo en agosto! Lo habría firmado hace quince días.