ABLANDO de sostenibilidad parece que todo lo abarcan los aspectos medioambientales (descarbonización, huella, nuevo modelo energético...). Y sin embargo, el aspecto social es clave y su importancia va siendo reconocida por los mercados financieros y los inversores. Y es que la desatención a la cohesión social es un riesgo para los mercados.

Los aspectos sociales, desde la óptica de la financiación de las empresas, abarcan factores como la gestión de las personas, la diversidad y la cadena de valor.

Para varios profesores de la London School of Economics la gestión de las personas, de su talento, es clave. La diversidad en los equipos favorece la innovación y la toma de decisiones más acertadas. Algo importante para los inversores. Los indicadores sociales van siendo tenidos cada vez más en cuenta para la financiación de las empresas. Desglosados en compromiso de los trabajadores, salud y seguridad, diversidad e inclusión . Aspectos tenidos en cuenta para obtener financiación y buena posición en los ratings .

Y es que estamos ante un tipo de capitalismo que no tiene que ver con la política, ni con sendas sociales ni ideológicas. Es un capitalismo impulsado por relaciones mutuamente beneficiosas para empleadores, empleados, clientes, proveedores y otras partes interesadas. Si algo caracteriza a los movimientos que permanecen es su reinvención constante, adaptarse al mundo que les toca vivir para evitar ser desplazados por competidores nuevos. Hoy, podemos decir que la pandemia ha cambiado la forma en que la personas trabajan y consumen. Y la relación de la empresa con sus empleados, clientes y sociedad se está redefiniendo. Las relaciones de trabajo también. Para muchos trabajadores, durante la pandemia, ha sido su jefe el agente de información más fiable, competente y correcta. La más cercana al momento que vivían.

Esto nos lleva a reflexionar sobre aspectos básicos del liderazgo, las personas, la sostenibilidad y la innovación para lo que llamamos entorno de trabajo en el siglo XXI.

El cuidado y bienestar de las personas durante y tras la pandemia ha sido primordial. El trabajo en remoto, el estrés surgido de tal circunstancia, la incertidumbre y la salud mental de las personas son aspectos a cuidar a partir de ahora, más que antes. La pandemia ha puesto en relieve la importancia de la sostenibilidad social, es decir, aquella que además de impactar en la comunidad tiene en cuenta el capital más importante de las empresas: las personas.

Estamos ante un nuevo modelo de trabajo en el que aspectos como la humanidad del liderazgo, la comunicación veraz, la vulnerabilidad y el cuidado son aspectos importantes en las empresas. Y ello porque la salud física, emocional de los trabajadores es un activo imprescindible para potenciar la motivación, el compromiso y la productividad de los equipos. Y que conduzca a mejorar la comunicación interna. Exige un nuevo liderazgo en el que la flexibilidad, la empatía y la solidaridad entren en juego.

Resulta así imprescindible la formación continua, modelos más flexibles que ayuden a gestionar el talento. Que las soluciones surjan de la estrecha colaboración entre empleados de distintos niveles interactuando en espacios de confianza.

Lograr espacios de equipos diversos requiere líderes que motiven y compartan una visión. No trabajar en silos, sino a través de canales de escucha activa, y asegurar el bienestar. Un liderazgo más humano con equipos directivos más flexibles, próximos y de fácil comunicación. El fomento de la participación será una característica muy apreciada en la gestión del talento. Participación en estrategias y proyectos, fomentando la concreción de soluciones a retos compartidos.

Las empresas llevan tiempo alineándose con la Agenda 2030, con esfuerzos centrados sobre todo en aspectos medioambientales. Uno de los efectos de la pandemia es el desarrollo de la vertiente social. La pata social venía quedando retrasada por las dificultades en la medición de datos y la falta de consenso en definir qué es el aspecto social en una empresa.

Los inversores van teniendo claro que invertir en compañías con políticas sociales contribuye a reducir riesgos. Y esto, son condiciones dignas de empleo, impacto positivo en la comunidad y acceso a servicios y productos que eleven el nivel de vida. La diversidad, el pago de salarios justos, la transparencia y la consecución de objetivos éticos. Es importante aquí ir desarrollando una metodología que mida aspectos como la igualdad, la seguridad (los más maduros) y ampliarlo a estos otros. Cada vez estas cuestiones son más importantes en la toma de decisiones de las grandes gestoras de capital.

La inversión se dirige hacia la sostenibilidad de manera decidida. El inversor exige cada vez más al control de los riesgos y a las buenas prácticas. Atraer flujos de inversión y generar menos volatilidad. Para 2025 se espera que haya 50 billones de dólares en activos ligados a la sostenibilidad (un 40% más que los actuales). En este sentido existen indices como Stoxx Global ESG Leaders que representa a empresas líderes en aspectos sociales. Esto implica, entre otros aspectos, que las empresas reconocidas por tal tienen menores costes de financiación. Y no olvidemos la demanda de productos financieros sostenibles por parte de los ciudadanos. Un mundo por abrir. * CEO Firstlehen. Strategy, Sustainability & Innovation Council Advisor. Premio directiva y empresaria de Bizkaia 2021 por AED