as elecciones del 26 de septiembre en Alemania no solo suponen el fin del largo mandato al frente del Ejecutivo de su titular durante los últimos dieciséis años, Angela Merkel, sino que, de acuerdo con las previsiones electorales que se conocen hasta el momento, pueden producirse cambios significativos que den lugar a la apertura de un nuevo escenario político aún por determinar.

Durante lo que ya podemos denominar la era Merkel se han sucedido, en sus respectivos países, cuatro presidentes de la República francesa -J. Chirac, N. Sarkozy, F. Hollande, E. Macron-, cinco premiers británicos -T. Blair, G. Brown, D. Cameron, T. May, B. Johnson- y ocho primeros ministros italianos -R. Prodi, S. Berlusconi (en dos periodos distintos), M. Monti, E. Letta, M. Renzi, P. Gentiloni, G. Conte, M. Draghi-. En nuestro caso, ha habido solo tres -Zapatero, Rajoy y el actual, Pedro Sánchez-. Todo ello da una idea de la sólida estabilidad gubernamental alemana, reforzada a su vez por la solidez de una mayoría parlamentaria estable que garantizaba en todo momento el respaldo suficiente para poder gobernar sin problemas.

No está de más proporcionar estas referencias comparativas porque hay que recordar que cuando Angela Merkel accede a la cancillería (en 2005) era considerada un personaje de transición, hasta poder encontrar al verdadero hombre fuerte del partido y del Gobierno que tomase de forma definitiva las riendas de la cancillería. Incluso se la motejaba, y así se la representaba en las viñetas satíricas de la época, como la chica de los recados del entonces todopoderoso Helmut Kohl (luego caído en desgracia a causa de un asunto de corrupción política). Nadie pensaba entonces que Angela Merkel iba a convertirse en la canciller más duradera de la RFA (tan solo equiparada en tiempo de permanencia en el cargo con su antiguo mentor, Helmut Kohl) y siendo, tras 16 años al frente del Ejecutivo, la política con la mejor valoración en todas las encuestas.

Más allá de estos datos, que en cualquier caso conviene tener presentes para encuadrar debidamente la época Merkel que ahora finaliza, interesa llamar la atención sobre algunas de las características que han marcado este último periodo de la vida política alemana. En primer lugar, hay que reseñar que la fórmula de gobierno utilizada durante todo este largo periodo (2005-2021) ha sido la del gobierno de coalición; la mayoría del tiempo con el SPD como socio (2005-2009 y 2013-2021); pero también con el FDP (entre 2009 y 2013). No son ninguna novedad los gobiernos de coalición en Alemania; también fue la fórmula utilizada por el antecesor de Merkel en la cancillería, Gerard Schröder (1998-2005), si bien esta vez la coalición era entre el SPD y Los Verdes; como también lo fue durante el largo mandato de Kohl (1982-1998) entre la CDU/CSU y el FDP. Puede afirmarse que la norma general en Alemania son los gobiernos de coalición, lo que es perfectamente compatible con la estabilidad gubernamental como los hechos ponen de manifiesto.

Conviene tomar nota de este hecho, que nos indica que la fórmula del gobierno de coalición puede proporcionar tanta estabilidad institucional (o más, como demuestra la experiencia alemana) que cualquier otra fórmula, incluida la de los gobiernos monocolores; si bien ha de cumplirse una condición: contar con un respaldo parlamentario sólido y estable, asentado en un programa, de gobierno y de legislatura, asumido y compartido por los socios integrantes de la coalición. Los sucesivos gobiernos de la era Merkel (así como también los anteriores con Schröder y Kohl ) constituyen una buena muestra de la viabilidad de las coaliciones de gobierno y de la utilidad de éstas para garantizar la estabilidad institucional, siempre que se cumplan los requisitos señalados, como ha ocurrido en Alemania.

No ofrece duda alguna que tras estas elecciones la fórmula del gobierno de coalición va a seguir siendo la que rija la configuración del nuevo ejecutivo; entre otras razones porque el mapa político multipartito -seis formaciones políticas con presencia en el Bundestag: CDU/CSU, SPD, FDP, Die Grünen (Los Verdes), AfD, Die Linke (La Izquierda)- hace que ésta sea la opción más viable; pero, sobre todo, porque esta fórmula se ha convertido en un elemento nuclear de la cultura política alemana, más que en ningún otro país. La cuestión a dilucidar tras estas elecciones no es tanto si hay coalición de gobierno o no, sino qué tipo de coalición se va a formar; este está siendo uno de los puntos centrales de la campaña electoral y va a ser, sin duda, la cuestión central a tratar y a resolver una vez se cierren las urnas y se conozcan los resultados.

Lo que está por ver en esta ocasión es si la coalición gobernante hasta el momento entre CDU/CSU y SPD va a prolongar su vida tras las elecciones (aunque sea intercambiando la posición de los socios) o, por el contrario, se va a dar paso a otro tipo de coalición con otros componentes e, incluso, ampliando el número de estos -coalición tripartita, que hasta ahora no se ha dado- lo que sí constituiría una novedad importante en la configuración del ejecutivo alemán. Si bien despejar esta incógnita exige conocer la correlación de fuerzas resultante de las elecciones, que según las previsiones demoscópicas pueden dar lugar a un mapa político muy complicado para conformar mayorías parlamentarias estables, lo cierto es que este nuevo tipo de coalición abriría un escenario político muy distinto al que se ha venido dando estos últimos años.

Los cambios experimentados en el mapa político alemán en las ultimas décadas, primero con la aparición y afianzamiento de Los Verdes (Die Grünen) en la década de los 80, luego con La Izquierda (Die Linke) en los 90 y finalmente con AfD en las primeras décadas de este siglo, a añadir a los tres partidos tradicionales -CDU/CSU, SPD y FDP- no han acabado con la fórmula de los gobiernos de coalición pero sí han dado lugar a nuevos tipos de coalición, tanto a escala federal como en los länder. No cabe descartar que los cambios en la correlación de fuerzas entre los partidos y la apertura de nuevos escenarios políticos, como el que probablemente se va a abrir tras el fin de la era Merkel, den lugar a nuevas formas de coaliciones de gobierno y a nuevas mayorías parlamentarias que no se habían contemplado hasta ahora. (Nadie había previsto en los 80 que Los Verdes integrasen la coalición gobernante, junto con el SPD, en los 90).

En Alemania, como en todas partes, las elecciones sirven para registrar la representatividad de cada formación política; pero también, y este es una de las características distintivas de las elecciones alemanas, sirven sobre todo para definir la configuración de la coalición gobernante y, a través de ella, la política que va a seguir el país con mayor peso de la UE, de la que nosotros formamos parte. Si nunca debemos ser indiferentes a lo que ocurre mas allá de nuestras fronteras, con mayor razón aún cuando se trata de un país que, por su peso y el lugar que ocupa en la UE, las decisiones de su gobierno nos afectan más que las de cualquier otro; muy especialmente en el ámbito de lo económico, en general, en el que las posiciones que adopte el Ejecutivo alemán son determinantes y condicionan toda nuestra política.

Y también, para concluir, porque alguna enseñanza podríamos extraer de la experiencia alemana de los gobiernos de coalición, que en la RFA constituyen una de sus señas de identidad y son compatibles sin ningún problema con una estabilidad política y parlamentaria sin fisuras. Lo que bien podría servirnos, ahora que nosotros nos hemos abonado también a esta fórmula, para adquirir un poco de cultura política de coalición y poder llevar a cabo en el seno de estos gobiernos una actividad mas productiva y menos conflictiva que hasta ahora. Profesor