makunde ha sido relegado al Departamento de Asuntos Sociales en el nuevo organigrama del Gobierno Vasco. A lo largo de la historia, muchas mujeres se han rebelado ante el mandato patriarcal, individualmente, y han desarrollado capacidades para las que no estaban destinadas. Hay múltiples ejemplos, como Téano, filósofa y matemática griega de la escuela de Pitágoras (siglo Vl antes de Cristo); Hipatia de Alejandría, matemática y astrónoma, inventora, y escritora, cabeza de la escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V; Hildegarda de Bingen, santa, compositora, escritora, filósofa, científica , naturalista, médica, abadesa, mística, líder monacal y profetisa, alemana (1098-1179); Olimpia de Gouges, escritora, dramaturga, filósofa poética francesa autora de la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, que pagó con la guillotina la osadía de exigir, también para las mujeres, la misma "igualdad, libertad y fraternidad" que la revolución francesa otorgaba a los hombres (1748-1793)...

Más cercanas a nosotras, todas las teóricas del feminismo ilustrado... y cada vez la ola se ha ido haciendo más grande.

De la contestación individual las mujeres pasaron a juntarse para reivindicar cuestiones concretas (el derecho al voto, al trabajo remunerado, etc.).

En 1975 y auspiciada por Eleanor Roosevelt se celebra en México la primera Conferencia Mundial sobre las mujeres, en la que la ONU recoge el sentir de muchas mujeres del mundo. Se da paso a una fase en la que los movimientos de mujeres comienzan a exigir que si son más de la mitad de la población del mundo sus intereses deben de ser tenidos en cuenta por sus gobiernos que se alimentan, también, con sus impuestos y su trabajo, aunque este no esté remunerado.

En esta primera Conferencia los estados que conforman la ONU reciben el mandato de estudiar la situación de hombres y mujeres en el mundo, en sus respectivas áreas de influencia.

La respuesta, diez años después, en la segunda Conferencia Mundial celebrada en Nairobi, es abrumadora: en ningún lugar del mundo existe una igualdad real de mujeres y hombres y hay que intervenir desde lo público para cambiar esta situación.

Fue un logro de los movimientos feministas, y de todas las mujeres en general, conseguir introducir en las agendas políticas las demandas de las mujeres. Pero esto exigía unas estrategias que estaban todavía por descubrir.

Emakunde y otros organismos similares surgieron en todo el mundo como exigencia de las Naciones Unidas para luchar contra esa desigualdad, también desde las instituciones. La dificultad de acertar con las estrategias más eficaces era obvia, porque el objetivo es tan ambicioso como justo. Pero las pocas legisladoras que entonces había en el Parlamento de la Comunidad Autónoma Vasca, apoyadas por los movimientos de mujeres, lograron, no sin dificultad, aprobar la Ley de creación de Emakunde.

Al ser un problema estructural la exigencia de un cambio social profundo era clara, y esta solo podía darse con una intervención pública global y desde todos los sectores (económicos, culturales, educativos, etc.), con políticas transversales con perspectiva de género.

Por ello, la Ley sitúa a Emakunde a la cabeza del Gobierno, siendo su presidente el lehendakari. Esta asignación posibilita una mayor eficacia en la consecución del mandato, y es lo que recomiendan las Naciones Unidas. Este modelo ha sido durante años puesto en valor con premios y reconocimientos, sobre todo, a nivel internacional (el último el de Naciones Unidas) precisamente por su estructura y forma de intervención.

A lo largo de estos años ha habido varios intentos de rebajar su estatus y situarlo en diferentes consejerías, sin éxito, afortunadamente. Su inclusión en servicios sociales nos retrotrae a las políticas asistencialistas de los años 70, que tratan de paliar las consecuencias de la desigualdad (cosa que también hay que hacer), pero no abordan la raíz del problema, que es la desigualdad misma, y además desvirtúa el objetivo.

Los movimientos feministas tienen más de 300 años de historia y fue un gran paso que se institucionalizaran sus demandas, pero no se puede dar ni un paso para atrás, ninguneando y rebajando las expectativas de las mujeres como se hace con este organigrama.

Quiero pensar que ha sido un error fruto del desconocimiento, cosa que, a estas alturas no justifica, a mi juicio, la decisión adoptada. En política, nada es casual.

Las mujeres de este país, que contribuimos al bienestar de todas las personas que lo habitamos, exigimos que este error se subsane lo antes posible. Solo así nos consideraremos parte de un proyecto común.

Directora de Emakunde de 1988 a 2006