cuando en marzo de 2003, hace ahora 17 años, en las Cortes españolas, los diputados y diputadas del Partido Popular se aplaudieron a sí mismos por su apoyo a la guerra contra Irak, descendieron a la sima más profunda de la depravación y la monstruosidad. Cometieron la peor de las infamias: regocijarse por los miles de inocentes que sabían iban a morir. Aplaudieron la muerte jugando al rol de gran potencia internacional, mientras las calles llenas de millones de ciudadanos seguíamos gritando “¡No a la guerra!” y en favor de la vida. Desde entonces, no veo en esos 183 hombres y mujeres rostros, veo máscaras que disimulan seres arteros, impostores. Ellos son como el padre en un diálogo del escritor John Le Carré:

- ¿Van a matar a mucha gente, papá?

- Nadie que conozcas querido. Solo extranjeros.

He decir que no creo en la sinceridad de Casado y su banda cuando afirman defender la vida sobre la muerte. Defienden la vida de los suyos y hacen bien, pero llegan a despreciar la vida de los otros. ¿Pensaban en algo moral cuando veían caer las bombas sobre Bagdad o Damasco? Si terrorismo es lo que causa terror, en sentido estricto, ¿por qué no toman en cuenta el terror que han ayudado a crear sobre poblaciones del Oriente Medio, sobre millones de seres inocentes con biografías y sueños intransferibles? Si consideran sus convicciones un argumento suficiente para jalear una matanza, ¿no se dan cuenta que otras razones diferentes a las suyas también pueden esgrimirse para otra matanza de respuesta? De verdad, el antídoto para combatir cualquier tentación totalitaria y el uso de la violencia pasa por la reflexión que hace Bernardo Atxaga: La vida es la vida/ y es lo más grande/ y el que la quita/ lo quita todo. “Todo es según el dolor con que se mire”, dejo dicho el escritor uruguayo Mario Benedetti.

No se puede olvidar que las guerras de Estados Unidos han matado a cerca de un millón de personas en veinte años, sin contar las cientos de miles como resultado de confrontaciones internas (por ejemplo, entre chiitas y sunitas, o por la represiones de los gobiernos contra opositores) alentadas por la intervención norteamericana, con el apoyo explícito, entre otros, de José María Aznar, Pero para el Partido Popular no hay dolor, “sólo extranjeros”.

Justamente uno de los males del mundo en que vivimos reside en la perversa dialéctica de llorar nuestros males al tiempo que mostramos indiferencia o colaboramos en el mal de los otros. Nosotros y los otros. No, no podemos perdonar al PP el haber corrompido la vida pública, tratando de que la sociedad fuera cómplice de la guerra contra Irak, alimentando las bajas pasiones, la no-ética, la manipulación de la opinión pública. Todo ello desde el manejo de la gran mentira de que Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva. El de Aznar fue un gobierno de mala gente que nos robó años de oportunidades para otra vida mejor. Hoy, el PP, sigue siendo un partido perverso y pervertido que utiliza a unas víctimas mientras se mofa de otras.

Es sintomático que mientras Tony Blair rectificó al reconocer que se equivocó apoyando la guerra de Irak, el tercero de las Azores, Aznar, quien se encaramó en la troika por notoriedad, siempre se ha ratificado en su apoyo a la destrucción de Irak, y en consecuencia al terror y la muerte. Y no se olvide que el bombardeo de Irak fue el comienzo de todo. ¿Es todo esto el símbolo de la realidad que nos espera si el PP, con el apoyo de la ultraderecha de Vox, vuelve al poder?

En aquella comparecencia en las Azores, la banda de matarifes se fotografió para la historia como los manipuladores de una gigantesca maquinaria de picar carne humana. Jamás se sentaran en un banquillo ante un tribunal, pero somos millones los que haríamos cualquier cosa por verlo. En cualquier caso, si no son juzgados nunca y condenados por crímenes de una guerra ilegal, ilegítima e injustificada, peor para el mundo en que vivimos.

¿Cómo podrá estar segura Europa si practica el terror? No podemos perder de vista que la guerra de Irak ha fortalecido considerablemente a las redes terroristas que se alimentan del sufrimiento de las víctimas: “Ocupa sus tierras y riégalas de tanques; rodea sus casas y aldeas con maquinaria de guerra y práctica detenciones preventivas entre sus habitantes; tortura a sus seres queridos; mata a sus seres queridos, incluso a los niños, y si no puedes matarlos déjales incapacitados; finalmente tendrás los supervivientes llenos de ira y de odio. Son vulnerables y preparados para hacer cualquier cosa”. Esta es la realidad: en un país bombardeado, ocupado, destruido, convertido en un matadero, surgirán miles dispuestos a practicar “el ojo por ojo”.

Aznar, patético y a la vez insultante haciendo un juego de palabras sobre el “yo no sabía/nadie sabía/” se mofó de quienes cada día en aquellas fechas salimos a las calles por millones. Como un matón crecido por la fotografía que le muestra junto a George Bush, Tony Blair, Aznar quedó atrapado en su propia soberbia. Lució su risa tan poco agradable mientras en Bagdad e Irak entero se vivía el sufrimiento sin límite y la muerte. ¿Qué mejor prueba de que para él y su Partido Popular todo el asunto de las víctimas es en el mejor de los casos una farsa? ¿Podemos creer que les importa todas las violencias y todas las muertes? Francamente no, en las Cortes españolas votaron por los muertos extranjeros.

Escribo este artículo para no olvidar. Porque el futuro debe estar lleno de memoria.