e habla mucho de los distintos factores que favorecen el cambio climático, de los problemas derivados de las energías, de la contaminación, de las plagas, de virus... Pero el ser humano es la principal plaga del planeta aunque no lo queramos ver. Nunca ha habido tantos especímenes humanos en la faz de la tierra y vamos a más. Y consumimos y contaminamos. Aunque el mundo occidental, más envejecido, controla la natalidad por propia necesidad, los países más pobres no tienen medios para hacerlo y, en algunos casos, tampoco voluntad porque las tasas de mortalidad infantil son suficientemente altas como para que las madres no deseen poner cortapisas a la procreación. Véase Afganistán o distintos países africanos. En este contexto, el Tribunal Supremo de EEUU ha anulado la protección del derecho al aborto que existía desde hace casi medio siglo. El anterior mandamás de Occidente, Donald Trump, ha dicho que el fallo del Alto Tribunal norteamericano obedece a la voluntad de Dios. Pues, por lo visto, el Ser Supremo ha debido de estar décadas opinando lo contrario. Ahora, algunos filósofos han abierto el debate sobre la natalidad y el calentamiento global. Sin llegar a recomendar el aborto por estos motivos, hay muchas causas muy válidas para no hacer caso a Trump. l