Se acercan las elecciones -las que sean, da igual cuáles- y ETA vuelve a existir. Parte de la derecha política y mediática que a veces parecen lo mismo airean un fantasma que las víctimas y Euskadi quieren superar. Que no olvidar. Quién sabe el por qué de ese discurso de ETA existe en 2022 y dónde queda la responsabilidad pública de quien lo usa. Este mes se han cumplido cuatro años de la declaración de su desaparición, pero "ETA sigue entre nosotros". El discurso trumpista tiene mil formas y esta es una de ellas hasta que algún día en el debate público de la Villa y Corte alguien se plantee que estas afirmaciones no valen ni como metáfora porque resultan peligrosas: se sabe cómo se empieza, no cómo se acaba. Ejemplo: el siglo XXI avanza lo demasiado rápido como para haber visto ya gente de pretensión anónima que reprocha (y juzga) en Twitter a la hija de una víctima de ETA. A saber qué dirías si hubiera matado a un familiar tuyo. A la hija de un asesinado. La siguiente vez que se critique al alumnado vasco por desconocer la historia reciente recordaremos estos tuits. Porque si ETA existiera como dice esa realidad paralela de podridas metáforas, tuitearíamos aquellos mensajes que tuiteábamos cuando esos perfiles anónimos no existían y ETA mataba. En la muerte no cabe tanta frivolidad.