o que mal empieza mal acaba... Y todo comenzó en el minuto 39 del partido de Copa entre el Betis y el Sevilla, justo cuando el energúmeno aquel lanzó el tubo de PVC que impactó en Joan Jordán en lo que fue una de las imágenes más deplorables del fútbol de los últimos tiempos. Sí, empezó con un lanzamiento que debe tener un durísimo castigo para que no se repita sea en el estadio que sea; continuó con el desafortunado consejo de Julen Lopetegui a su jugador, que bastante estaba sufriendo ya con el impacto y que tampoco tuvo una actuación correcta con esos gestos hacia la grada; a lo que siguieron los también despreciables comentarios de los jugadores del Betis tratando de desviar el foco de lo que verdaderamente había que denunciar y el impresentable teatro de Guardado; y finalizó con la desacertada comparación del entrenador del Sevilla haciendo alusión a la violencia de género (una gran lacra de la sociedad) cuando quiso criticar el comportamiento de sus rivales. Todo este desgraciado esperpento ocurrió en menos de veinte horas. Un sinsentido. Razón por la que tengo más ganas que nunca de olvidar este desagradable y reprobable espectáculo disfrutando del fútbol en estado puro hoy en un Anoeta que dé ejemplo. Y si es posible, con una victoria de la Real que nos siga ilusionando.